Los estrategas de UP agradecen a los gremios el apoyo, pero advierten que más exposición podría espantar a los independientes.
Por: Mariano Martín.
La CGT pasó de un protagonismo máximo en la previa de las elecciones generales al mutismo casi total con vistas a la segunda vuelta del 19 de noviembre. La orden, emanada de los responsables de la campaña de Unión por la Patria, abarca desde los dirigentes más locuaces y en general responsables de las declaraciones más altisonantes, como Pablo Moyano o Mario Manrique, hasta los cautelosos como Héctor Daer. Ese "silenzio stampa" tiene una razón de corte estrictamente electoral: creen en el equipo de Sergio Massa que el candidato logró una suerte de techo entre los votantes que se reconocen como trabajadores influidos por su dirigencia sindical y que los esfuerzos deben volcarse hacia otros públicos hasta el comicio.
La estrategia, enunciada por el consultor catalán Antoni Gutiérrez Rubí en un encuentro que mantuvo la semana pasada con la "mesa chica" de la CGT y que incluye eludir cualquier opción de actos o manifestaciones de extracción gremial en la previa de la votación, derivó en una alternativa inusual para los dirigentes como es el despliegue de una acción sólo visible para los afiliados y trabajadores en relación de dependencia.
Lo que algunos denominaron "campaña indoors" contempla desde asambleas para informar a los trabajadores en sus lugares de empleo sobre las bondades de Massa y los riesgos de Javier Milei -al estilo de las recorridas del ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis- hasta la organización de fiscalización y reparto de boletas sin mayor proyección hacia afuera de los establecimientos laborales.
La mirada más benévola señala que el sindicalismo en general y la CGT en particular cumplieron ya su rol fundamental en las dos instancias electorales previas mediante los gestos destinados primero a cohesionar al PJ detrás de Massa y luego ofrecerle al candidato espacios masivos para dar a conocer su mensaje -seis actos consecutivos con impronta del movimiento obrero organizado- y que el mejor aporte en la actualidad es reforzar el voto obtenido y pedirle al trabajador convencer a su entorno.
Un análisis no excluyente pero más áspero reconoce un carácter "piantavotos" de algunos gremialistas sobre todo para el electorado independiente, clave para los objetivos de Massa. Las menciones en este aspecto apuntan a Manrique, diputado nacional electo por la provincia de Buenos Aires, que antes de ser nominado para disputar una banca en el Congreso había sugerido "prendeles fuego" a los empresarios que se habían reunido en el hotel Llao Llao para un cónclave patronal.
Esa "mordaza" del consultor a los gremialistas se tradujo no sólo en el descarte de cualquier movilización que tenía en carpeta la CGT para el cierre de la campaña sino también la suspensión de una reunión que Massa tenía pautada con Hugo Moyano, líder del gremio de Camioneros, y parte de su familia, entre ellos sus hijos Facundo (exdiputado nacional y actual número dos del sindicato de peajes, Sutpa) y Jerónimo, el menor y su virtual secretario privado. La reunión con Gutiérrez Rubí se llevó a cabo en el gremio de estatales UPCN y contó con la participación de los miembros del triunvirato de conducción de la CGT, Héctor Daer, Pablo Moyano y Carlos Acuña, junto al dueño de casa, Andrés Rodríguez, Armando Cavalieri (Comercio), Abel Furlán (metalúrgicos, UOM), Gerardo Martínez (construcción, Uocra), Hugo Benítez (textiles), Sergio Romero (docentes de UDA), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias) y Pablo Flores (personal de AFIP), entre otros. Allí el experto catalán les comentó que la etapa actual de la campaña es de carácter "quirúrgico" con una búsqueda voto a voto y casa por casa, y que espera una definición por la mínima diferencia.
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