Cómo espera ser recompensado el sindicalismo por su aporte a la campaña del candidato de Unión por la Patria. La advertencia del ministro de Economía para diferenciarse de Alberto Fernández. Los cargos en la mira y los nombres que suenan
Por Ricardo Carpena
La CGT aceptó con resignación el pedido de Sergio Massa, a través de su consultor catalán Antoni Gutiérrez-Rubí, de cancelar un acto masivo de campaña para no espantar al electorado independiente que necesita para ganarle a Javier Milei en el balotaje. Pero el sindicalismo no discutió siquiera la invisibilización impuesta por el ministro-candidato porque ya está pensando en el 10 de diciembre. Si gana el postulante de Unión por la Patria espera ser recompensado de la manera más tradicional: con un Ministerio de Trabajo y una administración de los fondos de las obras sociales en manos de funcionarios cuyos nombres pueda consensuar para mantener influencia, recursos y poder.
¿Y si gana Milei? Nadie quiere ni pensarlo, pero los dirigentes gremiales más pragmáticos saben que en ese escenario igual habrá canales de diálogo. Después de todo, el líder de La Libertad Avanza anunció que nombrará como secretario de Trabajo a Gustavo Morón, ex superintendente de Riesgos del Trabajo entre 2015 y 2020, durante la gestión de Cambiemos, y dependía de Jorge Triaca, un dirigente de confianza de Mauricio Macri que sigue teniendo sólidos lazos con el mundo sindical.
Pero no hay dudas de que Massa es el preferido por todo el gremialismo peronista. Ya lo era porque hace mucho que cultiva fuertes vínculos con las distintas fracciones en que se divide. Y ahora lo es con más contundencia porque no sólo es el antagonista perfecto de una figura como Milei que está asociado con “la quita de derechos laborales” sino, además, porque dio garantías de que tendrá una relación distinta con la dirigencia sindical: “No voy a ser como Alberto (Fernández)”, le aseguró el candidato oficialista a un referente de la CGT. ¿Por qué es importante esa frase? Porque el Presidente pasó de ser la gran esperanza para el sindicalismo a una enorme decepción en apenas 4 años.
Sergio Massa y dirigentes de la CGT, cuando la Cámara de Diputados votó la eliminación del Impuesto a las Ganancias
En la visión de los gremialistas, Alberto Fernández nunca les dio participación en su gobierno ni incidencia en las medidas que se adoptaron y, para colmo, no cumplió muchas de las promesas que les había hecho, como solucionar la crisis financiera de las obras sociales. El último desaire del primer mandatario que irritó a los dirigentes sindicales fue cuando designó a Kelly Olmos en reemplazo de Claudio Moroni en el Ministerio de Trabajo sin consultarlos ni avisarles antes de que el nombre apareciera en los medios. También por eso Massa les dijo que “no será como Alberto”.
El ministro de Economía también les garantizó en varios discursos de campaña: “Voy a ser el presidente de los trabajadores”. Es cierto que Alberto Fernández, antes de asumir en la Casa Rosada, les había prometido que “la CGT va a ser parte del gobierno” y nunca cumplió, pero ahora la dirigencia sindical tiene motivos para creerle a Massa. Fue clave haber sido quien impulsó la eliminación del Impuesto a las Ganancias, un viejo reclamo gremial que que chocó contra la negativa de Cristina Kirchner durante su gobierno y más tarde contra la promesa incumplida de Mauricio Macri.
Otra medida de Massa considerada por el sindicalismo como una señal de buena voluntad fue el anuncio del Gobierno sobre el traspaso del Plan Potenciar Trabajo de la órbita del Ministerio de Desarrollo Social al Ministerio de Trabajo del 1° de enero de 2024. Es decir, se tomó una decisión que afecta a los movimientos sociales -hasta ahora, casi intocables para el oficialismo- y les daría a los planes un sesgo de política laboral y no asistencial, como viene reclamando los gremialistas.
Alberto Fernández, en su primera visita a la CGT como presidente electo, en noviembre de 2019
Los dirigentes de la CGT juran que Massa no les prometió designar a alguien de sus filas en Trabajo, pero en los pasillos de los sindicatos circulan nombres de candidatos propios para la cartera laboral si Unión por la Patria gana el balotaje, que incluyen desde un joven sindicalista de buena llegada al empresariado hasta una abogada cegetista que pertenece a un gremio industrial importante.
De todas formas, alguien que conoce mucho a Massa descuenta que en caso de llegar a la Casa Rosada le dará “participación al sindicalismo, pero no cargos ministeriales” como una forma de tener las manos libres para tomar decisiones y de no enfrentarse al empresariado por privilegiar a ese sector.
Una posible designación que tranquiliza a la dirigencia sindical es la del actual senador nacional Pablo Yedlin como eventual ministro de Salud: se trata de un médico y dirigente del PJ de Tucumán alineado con Juan Manzur, muy cercano a gremialistas como Héctor Daer (Sanidad), cotitular de la CGT. Además, tiene buen diálogo con el secretario de Acción Social de la CGT, José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), cada vez que el Senado tiene que debatir un proyecto vinculado con el sistema de obras sociales. Y es considerado un aliado sindical contra el proyecto de Cristina Kirchner de reformular el sistema de salud, visto como una amenaza por los dirigentes gremiales: creen que se trataba de una jugada kirchnerista para apropiarse de los fondos de las obras sociales. Yedlin le bajó el pulgar a esa iniciativa fogoneada a través de Axel Kicillof y sus expertos en salud, Daniel Gollán y Nicolás Kreplak.
Cristina Kirchner, con dirigentes sindicales como Hugo Moyano, Gerardo Martínez, Juan José Zanola, Héctor Daer, Andrés Rodríguez, Oscar Lescano y Julio Piumato, entre otros
Con Massa como Presidente, la CGT está segura de que controlará la Superintendencia de Servicios de Salud, que administra los fondos de las obras sociales. Hoy, en esa estructura el experto de la dirigencia cegetista es David Aruachán, actual gerente del organismo, que recaló en ese lugar como premio consuelo luego de que Alberto Fernández incumplió su promesa ante la CGT de encumbrarlo y decidió nombrar en ese puesto a Eugenio Zanarini, un sanitarista sugerido por Ginés González García (con el aval de sus amigos Daer y Carlos West Ocampo, del Sindicato de Sanidad).
Cuando Zanarini falleció de un infarto, en mayo de 2021, el Presidente volvió a decepcionar a los sindicalistas porque designó en su reemplazo a Daniel López, su actual titular, cercano a Ginés González García, sin consultarlos y les anunció su designación cuando la CGT fue a verlo a la Quinta de Olivos con el nombre de Aucharán bajo la manga. Para compensar, Alberto Fernández les anunció allí mismo un giro de $11.000 millones para compensar parte del déficit del sistema de obras sociales.
¿La CGT logrará controlar la Superintendencia de Servicios Sociales en un gobierno de Massa? Es la expectativa que existe en el sindicalismo, de la misma forma que Hugo Moyano espera que si el candidato de Unión por la Patria se impone a Milei designe al frente del Ministerio de Transporte a alguien confiable para el Sindicato de Camioneros, como siempre fue su aspiración.
Sergio Massa, con Hugo y Pablo Moyano
En realidad, en el reparto inicial de espacios de poder entre los socios del Frente de Todos, Massa ubicó al fallecido Mario Meoni como ministro de Transporte, pero le dio a los Moyano mucho más que Alberto Fernández al sindicalismo en el resto del Gobierno: Guillermo Montezanti fue designado secretario de Planeamiento en esa cartera y Julián Obaid, titular de la Junta de Seguridad en el Transporte. Se trata de dos abogados vinculados con Moyano, aunque el segundo, en realidad, fue asesor de Facundo Moyano cuando el dirigente del Sindicato de Peajes se desempeñó como diputado nacional.
En ese momento, Massa frenó la propuesta de Hugo Moyano de designar al frente de Transporte a su asesor Guillermo López del Punta, quien tiene una consultora desde 2003 que se llama Transvectio, dedicada a “la prestación de servicios de consultoría y asesoramiento en el área del transporte público y de los servicios públicos en general”. Así como cuando asumió Alberto Fernández el líder de Camioneros pidió que lo designaran ministro de Transporte y el cargo recayó en Meoni, en 2015 le había solicitado lo mismo a Mauricio Macri, aunque finalmente la cartera quedó en manos de Guillermo Dietrich. ¿La tercera será la vencida para Moyano? En la CGT lo creen muy improbable.
Si llega a la Casa Rosada, Massa deberá hacer malabares no sólo para salir de la crisis económica y conformar a todos los sectores políticos y sociales que sostuvieron su candidatura, sino también para dejar contento a un sindicalismo siempre voraz en materia de reclamos de espacios de poder. Y que, además, fue clave en la campaña para apuntalar su figura entre los trabajadores. Con la única excepción del fugaz mileísta Luis Barrionuevo, los dirigentes gremiales se alinearon fielmente detrás de su postulación con militancia, recursos y un aporte nada menor: sin ni siquiera una amenaza de paro pese a la inflación récord. ¿Massa los recompensará con los cargos que siempre exigen? Nadie lo sabe, pero hay una certeza: Milei no lo hará, mucho menos tras su pacto con Macri y Patricia Bullrich.
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