La estratégica Superintendencia de Salud puede volver a cargo de la central obrera a partir de la nominación de un técnico que Daer le propuso a Alberto Fernández.
La CGT quedó a un paso de retomar el control de los mecanismos de distribución de fondos para las obras sociales sindicales. En el último diseño del Gabinete de Alberto Fernández se le asignó a la central obrera la jefatura de la Superintendencia de Servicios de Salud (SSS), un organismo clave que maneja casi 11 mil millones de pesos al año pero cuya incumbencia se extiende a otros más de $ 32 mil millones adeudados a las prestadoras de los gremios y que representan la madre de todas las batallas entre el sindicalismo peronista y los gobiernos de turno.
Con un margen mínimo de duda –que alcanza a la mayor parte de las carteras todavía no confirmadas por el presidente electo- Ginés González García se perfilaba para volver a encabezar el Ministerio de Salud, que en la nueva gestión recuperaría ese rango. Y tanto en su equipo como en la CGT confirmaron que las mayores chances para la SSS quedaron a favor de David Aruachan, actual presidente del grupo Unión Personal-Accord Salud, del gremio de estatales UPCN que lidera Andrés Rodríguez.
La nominación de Aruachan recorrió un largo camino: en sus conversaciones con el futuro presidente, Héctor Daer, cotitular de la CGT, prometió alcanzarle el nombre de un técnico surgido del consenso de las principales organizaciones sanitarias de los sindicatos. De hecho así quedó plasmado en una suerte de votación entre los presidentes de las principales obras sociales que integran el Instituto de Investigación Sanitaria de la Seguridad Social y que representa el mayor sello de lobby en la materia.
El instituto es manejado por José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias y principal referente de la CGT en el rubro, y de allí surgió el último superintendente nombrado por la central, Luis Scervino, hasta que fue eyectado del cargo en 2017 por una marcha sindical contra Mauricio Macri. Desde entonces la Superintendencia quedó a cargo de Sebastián Neuspiller, un médico amigo personal de Macri y partícipe habitual de los picados en las quintas de Olivos y Los Abrojos, sin vinculación con los prestadores sindicales.
Aruachan es médico recibido de la Universidad de Rosario, especializado en cirugía cardiovascular. Pasó por el instituto Isalud, que coordina González García, aunque no se lo considera un hombre del exministro. Fue auditor médico de la Obra Social Ferroviaria y de OSDE, además de gerente de la Obsba (de la ciudad de Buenos Aires). Cumplió funciones de asesoría en el Senado y la Cámara de Diputados y trabajó en varios centros de salud privados.
En diciembre de 2015, con el cambio de Gobierno, arribó a la función pública como coordinador de la misma Superintendencia para la que ahora fue nominado a encabezar y permaneció en el cargo hasta la salida de Scervino. A diferencia de su jefe, desplazado tras una marcha de la CGT, Aruachan fue entonces ascendido a secretario de Operaciones y Estrategias de Atención de la Salud del que todavía era Ministerio de Salud a cargo de Jorge Lemus.
En el sector sanitario reconocen como eventual sombra para el eventual funcionario que no integra la mesa chica de González García y que su impronta pasa por reportarles a los gremios más grandes de la CGT. La jefatura de la SSS osciló en los últimos años entre funcionarios de la mayor lealtad del Gobierno de turno con otros de alineamiento con el sindicalismo: por allí pasaron Horacio Capaccioli, recaudador de las primeras campañas del kirchnerismo; Juan Rinaldi, abogado de Hugo Moyano; Ricardo Bellagio, un técnico asimilado por la CGT; Liliana Korenfeld, una santacruceña y kirchnerista de pura cepa, y Scervino, entre otros. La única constante, más allá de los gobiernos, fue que la distribución de fondos siempre quedó atada a la negociación entre cada administración política y la CGT en función de la coyuntura del vínculo.
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