Desde hace años, tienen la capacidad de “parar el país”. Y así como acumulan expedientes por lavado y enriquecimiento ilícito, consiguen salir indemnes de la presión judicial. La tensa relación con la política y los manejos en el mundo del fútbol y las barras. Quién es quién en la trama familiar.
Por: Nicolás Diana.
El último conflicto judicial del clan Moyano incluyó casi medio millón de dólares en efectivo, un expediente de narcotráfico y un juez federal que terminó denunciado por irregularidades en el Consejo de la Magistratura. La protagonista de esta historia es Karina, la hija del líder camionero que ocupa un cargo en el gremio de su padre como secretaria del área de género. La Justicia, en una causa de drogas, allanó su domicilio y encontró US$ 434.000 y $ 600.000 en efectivo, una suma al menos llamativa para guardar en un hogar con mínimas medidas de seguridad.
Pero esos fondos, que estaban bajo sospecha, volvieron a las manos de la hija del camionero de manera veloz y por una extraña decisión judicial. Fue en enero de este año cuando un juez subrogante, Federico Villena -que no había tenido el expediente y que estaba reemplazando al titular del caso, Juan Pablo Auge- decidió sobreseerla y devolverle el dinero.
La operatoria hizo sonar las alarmas. Le valió una denuncia por mal desempeño al juez Villena y un reto de la Cámara Federal que incluso le ordenó a la hija del camionero que devolviera los fondos. Por ahora, se niega a entregarlos.
Karina jura que los fondos son legales y que se los prestó uno de sus hermanos -nunca dijo cuál de todos- y uno de los abogados que la representaba, Daniel Llermanos, que es el mismo que defiende a su padre y al gremio en todos los conflictos judiciales abiertos.
El extraño episodio volvió a dejar en evidencia el poder de los Moyano, una familia con peso en la política, el gremialismo y la Justicia, que logró forjar un imperio de negocios con empresas constructoras, de seguros, textiles, hoteles y hasta clínicas vinculadas al sindicato que manejan.
Los tentáculos del clan también se sumergen en el fútbol. Hugo y Pablo son presidente y vice del Club Atlético Independiente donde van por su tercer mandato a pesar de los cuestionamientos internos por irregularidades en la administración del club y los malos resultados deportivos. Pablo, además, preside el Club Atlético Camioneros, que participa del Torneo Federal A, una liga menor, pero cuenta con una nutrida barra brava integrada por afiliados al sindicato.
El clan
Son muchos los Moyano. El jefe del clan, Hugo, es el emblema de la familia y quien arrancó con la construcción del poderoso gremio que hoy comparte junto a Pablo, quien sigue sus pasos incluso con métodos más extremos y violentos. Camioneros tiene más de 150.000 afiliados y conforma una fuerza de choque con la que el sindicalista solía jactarse de parar el país.
Además de Pablo, en la lista de hijos del sindicalista se anotan Paola -que estuvo casada con el presidente de la AFA Claudio "Chiqui" Tapia-, Karina, Facundo -que renunció a su banca de diputados hace pocos meses-, Huguito -abogado del gremio- y Jerónimo, el menor, que es fruto de su matrimonio con Liliana Zulet, su actual esposa.
Hugo Moyano con Cristina Kirchner cuando era presidenta en 2008. Foto Archivo Clarín
Jerónimo tiene cargo en Independiente, en la obra social del gremio y disfruta de una activa vida social que suele mostrar en su redes sociales. Quedó salpicado en el escándalo de la presunta vacunación VIP: se inmunizó a principios de año cuando no estaba habilitada la inoculación para su rango de edad. Tiene 20 años.
Jerónimo, además, tiene una buena relación con su hermano Facundo con quien comparte salidas y encuentros. Hace poco el más joven de los Moyano quedó en la mira por acompañar a Facundo a la cancha de River ára ver el Superclásico con Boca Juniors. Los dos, junto a varios amigos, se sacaron una foto en un palco y los hinchas de Independiente estallaron contra el hijo del camionero al que le recordaron que, además de ser dirigente de Rojo, es hincha del club.
Facundo también tiene lazos con el fútbol. Fue presidente del Club Alvarado de Mar del Plata y aunque ahora ya no tiene ese cargo sigue influyendo en la institución. Es el vicepresidente primero de la institución y su palabra pesa en la toma de decisiones.
Ex jefe del Gremio de los Peajes es el más metrosexual del clan Moyano: cuida su figura, se viste a la moda y se codea con famosos. Su historial amoroso lo ligó a la farándula cuando aparecieron rumores de un presunto romance con Susana Giménez y luego mantuvo una relación con Nicole Neumann. Ahora, el ex diputado se casó con la modelo Eva Bergiela.
Fue el 15 de octubre pasado en una ceremonia de civil acompañados por sus familiares y sus amigos más cercanos. El festejo fue chiquito, para cincuenta personas en el restaurante Casa Cavia, en Palermo. Como buen aspirante a famoso, le entregó la exclusiva de su casamiento a la revista Hola que cubre la vida e intimidad de ricos y famosos.
Con su gremio, Moyano (el padre) controla el transporte de alimentos, combustibles, bebidas, la recolección de basura y hasta el dinero que llega a los bancos a través de camiones de caudales, entre otras actividades. Gracias a la buena relación que forjó con los diferentes gobiernos -se sacó fotos con casi todos los presidentes- logró avanzar sobre otros sectores a los que les fue sacando afiliados.
Esa política la ejerció, sobre todo, cuando controló la CGT durante la gestión de Néstor Kirchner. Solía usar una frase de uno de sus referentes, el famoso dirigente gremial camionero de EE.UU, Jimmy Hoffa, para explicar su avanzada. "Que todo lo que ande sobre ruedas, sea de Camioneros".
Con la actual vicepresidenta la relación es más tirante. Cristina no le perdona que durante su último mandato el camionero fue crítico de su gestión y uno de sus principales detractores del mundo sindical.
Hugo o "El Negro", como le gusta que lo llamen, nació en Mar del plata y aunque su primer trabajo fue a los 11 limpiando tripas para hacer embutidos a los 18 ya era delegado sindical de Verga Hermanos, la empresa de mudanzas en la que arrancó su historial en el sector del transporte. Sus enemigos aseguran que nunca estuvo al frente del volante de un camión, aunque él lo niega.
Pablo, su hijo mayor, es quien hoy sigue sus pasos. Aunque es el número dos de Camioneros, controla el día a día del gremio y está metido de lleno en Independiente. Es el el que ostenta los modos más extremos y el perfil más violento del clan. Es la cara visible de los bloqueos y aprietes y quien estuvo al frente, el año pasado y en plena pandemia, del bloque a Mercado Libre, la empresa de venta online que comanda Marcos Galperín.
Los Moyano querían que la compañía modificara el encuadre de sus trabajadores de logística para que pasaran a integrar el gremio de Camioneros, una política con la que lograron, en los últimos años, sumar afiliados de otras ramas sindicales y que le valió el enojo de sus colegas sindicalistas. "¿A quién se comió Mercado Libre para no respetar la dignidad de los trabajadores?", amenazó Pablo en medio del conflicto que tuvo frenado el centro de almacenamiento que tienen Galperín en el Mercado Central por varios días.
En marzo pasado los Moyano también fueron denunciados por Francisco De Narváez quien a través de una solicitada acusó a Camioneros de provocar un "desabastecimiento" en Walmart, la empresa que acababa de comprar.
Y también suman denuncias de empresas más chicas por aprietes, bloqueos, amenazas y otros hechos violentos por negarse a ceder a las presiones del gremio.
Los métodos extremos de Pablo quedaron al descubierto en un expediente judicial que lo involucró y que lo acusaba de ser el jefe de una asociación ilícita que se dedicó a defraudar al Club Independiente. El caso hoy naufraga luego de un polémico sobreseimiento dictado por la jueza Brenda Madrid, pero que fue rechazado por el fiscal Sebastián Scalera, quien investigó a fondo a los Moyano.
En la causa se acusaba a Pablo de aliarse a una facción de la barra brava para hacer negocios y forzar la salida del anterior presidente del club Javier Cantero. Uno de los que declaró en la causa como arrepentido fue el barra brava Pablo "Bebote" Álvarez quien dijo que llamaba "el salvaje" al hijo de Moyano por su forma de manejarse. Sin sutilezas.
En la causa acusaban a Pablo de meterse en la reventa de entradas e impresión irregular de entradas, el negocios de la comida y los trapitos, entre otros. Además, figuraban otras irregularidades en el pase de los jugadores. Hoy Pablo está sobreseído aunque el fiscal Sclaera busca que vuelva a abrirse el expediente.
Hay otras causas que complican a los Moyano. El jefe del clan, Hugo, está investigado por lavado de dinero y presunto enriquecimiento ilícito por la compra de propiedades en Parque Leloir, en Castelar. La causa la tiene el juez federal de Morón Néstor Barral y también involucra a su esposa y sus hijastros Valeria Salerno y Juan Manuel Noriega Zulet.
La Justicia busca determinar cómo fue la adquisición de dos viviendas en Parque Leloir a través de las empresas Aconra Construcciones, Iarai y Dixey, que habrían sobrefacturado servicios a Camioneros y que están vinculadas a Zulet.
En esa causa la Justicia levantó el secreto bancario de la familia Moyano para hurgar en sus bienes y movimientos.
También lo investigan por la compra de un terreno en Córdoba que está al lado de un hotel del sindicato. El expediente derivó en una causa por lavado de activos y la tiene el juez Alejandro Sánchez Freytes.
En el fuero Penal Económico se abrieron dos expedientes que indagan sobre las vinculaciones del camionero con OCA, la empresa de correo postal.
Pero el más complejo de los expedientes es el que investiga la supuesta adulteración de medicamentos para cobrar reintegros del Estado para la obra social de Camioneros (OSCHOCA). Parte de esa plata, según la Justicia, luego salía del gremio para empresas vinculadas a los Moyano. Sobre todo Aconra -la constructora- Dixey y Iarai, todas vinculadas a su esposa.
El presunto lavado consistía en que estas empresas conseguían todo tipo de contratos con el sindicato para hacer obras, para entregar insumos médicos y otros servicios. O sea, con la plata del gremio, Moyano habría enriquecido a parte de su entorno.
El caso arrancó por una denuncia de la hoy diputada Graciela Ocaña y recayó en el juzgado del fallecido juez Claudio Bonadio. Hoy la lleva adelante el juez federal Marcelo Martínez De Giorgi, pero casi no tiene movimientos. De hecho, estuvo a punto de cerrarse por prescripción, pero la Cámara Federal ordenó que se siga adelante.
Fortuna y negocios
"Dicen que tenemos empresas de seguros propias, yo digo que son empresas de la organización gremial. Si yo no fuera dirigente gremial, sería un empresario exitoso, pero soy un dirigente gremial". La frase pertenece a Moyano y la dijo en febrero de 2018, en pleno gobierno de Mauricio Macri, cuando la Justicia empezaba a reactivar e impulsar causas contra él. Fue en la antesala de una marcha que organizó contra el macrismo en Plaza de Mayo.
Los negocios cruzados entre el gremio de Moyano y las empresas de Moyano son llamativos. Aconra, por ejemplo, estuvo a cargo de la remodelación y puesta a punto del Sanatorio Antartida ubicado en el barrio porteño de Caballito, un hospital de estética moderna, que tuvo dos inauguraciones fallidas y que recién se puso en funcionamiento en abril de 2020 en el inicio de la pandemia pese a estar terminado tres años antes.
El negocio fue millonario para las arcas de la empresa de Zulet. Además, Iarai, tambien vinculada a la esposa de Moyano, bajo la marca Conducir Salud se convirtió en una gerenciadora de obras sociales, sobre todo de la de camioneros.
Pero pese a los frentes judiciales y las sospechas, Moyano resiste.
Con la llegada de Alberto Fernández al Gobierno, el sindicalista buscó volver a tener centralidad política y trabaja para integrarse otra vez a la CGT de donde había salido durante la gestión de Cambiemos con fuertes críticas a la conducción por su cercanía a Macri. De hecho, el lunes 18 fue uno de los organizadores de la marcha con la que la central de trabajadores celebró el Día de la Lealtad. El operativo regreso y unidad ya está en marcha.
Pero al líder camionero solo le queda una resistencia de peso dentro del oficialismo: la vicepresidenta Cristina Kirchner que por ahora no quiere sellar la paz.
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