Tras el paro, Gerardo Martínez no descartó unirse y dijo que la división es "transitoria"; comparten los reclamos
Por Nicolás Balinotti |
Habían pasado 12 horas de la huelga del martes y Hugo Moyano celebraba el éxito de su medida de fuerza con un asado en la terraza de la CGT. En un arranque de euforia, contó delante de sus comensales que lo había llamado por teléfono "El Tano". Quienes advirtieron el mensaje se quedaron mudos y petrificados. "El Tano" es el taxista Jorge Omar Viviani , un viejo incondicional del jefe camionero que se distanció para construir la central que está alineada con la Casa Rosada.
Más allá de la anécdota entre Moyano y Viviani, hubo otros gestos que advierten un acercamiento entre la CGT con base en Azopardo y la central que encabeza el metalúrgico Antonio Caló. El paso más firme lo dio ayer el albañil Gerardo Martínez, que planteó que hay más coincidencias que diferencias, y al no descartar una futura reconciliación entre los dos sectores.
"La agenda de reclamos es similar y es la que teníamos cuando estábamos juntos. Pienso que estamos en un momento transitorio y que en muy poco tiempo vamos a estar todos juntos", dijo ayer Martínez en diálogo con radio Mitre.
El referente de los obreros de la construcción (Uocra) siempre conservó el buen trato con Moyano y fue uno de los pocos dirigentes que hizo equilibrio hasta último momento para evitar la fractura de la central obrera. Volvió ayer a enviar otra señal de unidad justo cuando el Gobierno siente la presión gremial en la nuca por las seguidilla de exigencias por mejoras salariales y tributarias.
Pero hubo otros pasos previos a los dados por Martínez. La CGT de Caló salió públicamente a compartir las demandas que elevó Moyano durante la huelga y pidió, por medio del secretario de prensa, Héctor Daer, que el Gobierno escuchara los reclamos que se plantearon el martes pasado.
Las semejanzas, incluso, impulsaron a otro dirigente a rumiar una futura unidad. El primero en hacerlo fue el colectivero Roberto Fernández, que llamó a dejar de lado los personalismos y a actuar en conjunto.
En algunos sectores del gremio de Fernández, la Unión Tranviarios Automotor, las bases desoyeron a la jefatura y adhirieron al paro convocado por el moyanismo. Sucedió algo similar con los ferroviarios, con los mecánicos del Smata en Córdoba y con los metalúrgicos de la UOM en el distrito bonaerense de Tres de Febrero.
Hasta el propio Caló alimentó el contexto de acercamiento y semejanzas. "Con el compañero Moyano yo no tengo diferencias ni en lo personal ni en lo gremial. No tengo diferencias con él ni con nadie", sostuvo el jefe de la UOM en diálogo con la agencia DyN.
La aproximación entre ambas CGT hoy no es más que un anhelo de un puñado de dirigentes. Se trata del impulso de los hombres más dialoguistas y estratégicos de ambas orillas. Son quienes actúan detrás del cruce retórico que se activa desde los atriles. Sin embargo, la alternativa de una alianza en el corto plazo es poco probable para la gran mayoría de la central vinculada al kirchnerismo. Y también para los integrantes de la central con sede en Azopardo.
"No creo que un acuerdo tenga prosperidad ahora. Estará todo atado a los vaivenes políticos y electorales. Podría darse recién a mitad de 2013", estimó uno de los hombres de mayor confianza de Moyano y quien fuera uno de los nexos con el otro sector para evitar la fractura.
Presión al Gobierno
Después del paro, casi como un tándem, aunque con metodologías distintas, moyanistas y gremios oficialistas presionaron al Gobierno para obtener mejoras salariales y tributarias. El rosario de exigencias es idéntico: eliminar o modificar el Impuesto a las Ganancias; universalizar las asignaciones familiares o elevar el tope para acceder al beneficio y activar un mecanismo más dinámico para distribuir los fondos que el Estado les adeuda a las obras sociales sindicales.
Moyano celebró la reacción de la central oficialista, que salió a respaldar el listado de reclamos. Cuando el paro se extinguía en el atardecer del martes, el camionero fue astuto al ser consultado sobre los gremios enemigos. "Las puertas de la CGT están abiertas para defender a los trabajadores", respondió desde el escenario del salón Vallese, rodeado de sus nuevos aliados de la CTA y de la central de Luis Barrionuevo.
Unas horas antes había cruzado un saludo por teléfono con Viviani, su viejo ladero. Fue una charla breve y cordial, según contaron fuentes moyanistas. Viviani, en tanto, al ser consultado en persona por LA NACION, se mantuvo en silencio y respondió con una mirada agresiva y hostil..
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