Legisladores del oficialismo ingresarán propuestas al Congreso para modificar las horas de trabajo obligatorias por semana.
Los reclamos por una reforma laboral suelen provenir de sectores vinculados al empresariado e incluso se ha convertido en actual promesa de campaña de parte de la oposición nacional. Sin embargo, en el Frente de Todos confluyen tres proyectos que deben discutirse en el Congreso y apuntan a una modificación de las condiciones de trabajo en la Argentina, repensando la carga horaria semanal.
Aunque la necesidad de una modificación en la carga horaria laboral se presentó desde el oficialismo a partir del 2020, el reimpulso en estos meses llegó a partir de dos hechos significativos: la aprobación de una reforma de similares características en Chile y el pedido de la CGT en su último acto. En su documento de cierre, la central sindical afirmó que se pondría “al frente de discutir un modelo de relaciones laborales que nos coloquen en un mundo que debate la reducción de la jornada de trabajo como medio de generar más empleo y distribuir mejor el beneficio extraordinario del capital".
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"Hay un apoyo de todas las centrales sindicales y eso desde ya le da un sustento al proyecto, que es clave para empezar este camino", sostuvo el diputado nacional por el oficialismo y secretario general de la CTA Hugo Yasky, en diálogo con Ámbito. “El Ejecutivo, a través del Ministerio de Trabajo, ya dio su apoyo a esta iniciativa”, agregó uno de los autores de los proyectos que se debaten en el Congreso.
A la espera de la conformación de las comisiones de Legislación del Trabajo en ambas cámaras, también existen otras dos propuestas: una de la dirigente de La Bancaria y diputada del Frente de Todos Claudia Ormachea y otra, del senador y titular del PJ porteño Mariano Recalde. “Vamos a tratar de unificar proyectos que nos permita que muchos sectores puedan apoyar esto”, aseguró Yasky.
¿De qué hablan las propuestas?
Los proyectos, que apuntan a mejorar la productividad y promover acciones que fomenten la demanda laboral, podrían confluir en una iniciativa de entre 36 a 40 horas semanales de trabajo como máximo, que se repartan entre cuatro o cinco días. Si se trabaja más, los empleadores deberían pagar horas extras. La actual Ley N° 11.544 de Jornada de Trabajo sostiene que la duración del día laboral no podrá exceder las ocho horas diarias o 48 semanales.
Si se tiene en cuenta que cerca del 80% de los trabajadores argentinos sufren "burnout", síndrome que la OMS incorporó como padecimiento laboral por considerarlo estrés crónico con impacto en la salud y el desempeño, las medidas que busquen modificar las relaciones laborales precisarán abordajes más integrales que las urgencias de ciertos sectores por discutir nuevas modalidades de indemnización o la reducción de cargas impositivas.
"La realidad demostró que (con la reducción de la jornada laboral) no hay merma en los niveles de productividad, que se reduce el ausentismo y que los accidentes laborales disminuyen", indica Yasky y agrega, "¿por qué seguir sosteniendo una jornada laboral anacrónica?".
Periodista (P): ¿Cuáles son las resistencias a estas reformas y cuáles son los prejuicios u opiniones que tienen estos sectores hacia la reducción de la jornada?
Hugo Yasky (H.Y.): Hay sectores empresarios que hacen una traslación absolutamente arbitraria, en donde menos tiempo de trabajo es menos salario. Esto no tiene ningún sentido; en ningún país donde hubo reformas de este tipo se fusionó la reducción del horario laboral con la reducción del salario porque la variable es la productividad. Si la productividad se mantiene, la renta empresaria se mantiene o crece.
Creo que hay una mirada llena de prejuicio en donde se quiere instalar, desde ciertos sectores en plena campaña electoral, que la manera de hacer a una empresa más competitiva es la reducción del costo laboral. De pronto una reforma que genera mejores condiciones para los trabajadores va en contramano de las reformas que ellos tratan de impulsar, entonces hacen una especie de oposición a libro cerrado y sin fundamento.
P: Se viene el debate en comisión, ¿cómo van a hacer para conciliar estas posiciones que están en contra de la medida y qué perspectivas tienen ante una potencial aprobación del proyecto?
H.Y.: En principio estamos pensando en hacer dos seminarios internacionales convocados desde la Cámara de Diputados, con el auspicio de la Fundación Friedrich Ebert. Ahí vamos a convocar a dirigentes sindicales de países de Europa y a laboralistas y funcionarios europeos del área de trabajo para ver distintas experiencias de reducción de jornada laboral. Va a haber un segundo seminario de las mismas características pero con dirigentes sindicales y también representantes de la OIT en América latina.
Esto es para tratar de correr el velo de la ignorancia y el prejuicio, que creo que hace que el oscurantismo de algunos sectores todavía se manifiesten. Ya no hablamos de hipótesis: hablamos de experiencias. Sobre las bases de esas experiencias creo que tenemos más posibilidades de lograr un consenso. Ese es el primer paso, pero tenemos que ver si nos conviene ingresar el proyecto desde el Senado o en Diputados.
También queremos tratar de convocar a sectores empresarios para que puedan participar de estos seminarios, porque nos parece que puede ser una manera de sacar el debate de los posicionamientos corporativos para darle una mirada al bien común.
P.: En medio de un momento difícil en el deterioro del salario, ¿esta convocatoria unificada desde el sindicalismo puede significar un impulso a la representatividad del sector para los asalariados?
H.Y.: Es una agenda propositiva para salir un poco de la inmediatez de la discusión que tiene que ver todos los meses con el tema de las paritarias. Así como se aprobó la Ley de Teletrabajo, buscamos tener un proyecto para condiciones dignas de seguridad e higiene que sería importantísimo. Esto tiene un alto grado de acompañamiento de los trabajadores pero también de la sociedad. Nosotros hemos mandado a hacer consultas de opinión y el nivel de apoyo es altísimo.
La experiencia en empresas argentinas
Además de las reducciones en las jornadas laborales que atravesaron en este siglo países como Reino Unido, España, Grecia, Islandia, Noruega, Japón, Suecia, Alemania o Colombia, existen empresas nacionales que ya implementaron semanas de trabajo con menor carga horaria. En el sector de tecnologías, compañías como la mendocina Midas, la cordobesa Global Think Technology o la porteña Quales son algunos de los ejemplos que redujeron la jornada laboral y aún sostienen este sistema por las mejoras productivas que se alcanzaron.
Judith Irusta, Chief People Officer de Quales, sostuvo a Ámbito que esta modificación en su esquema de trabajo "es mejor para el negocio porque trabajamos con personas más felices, que son más productivas. Las personas reciben lo que más quieren, que es tiempo, cuidan el beneficio y además cuidan a la empresa”.
Los resultados preliminares de la implementación de la semana laboral reducida fueron alentadores: mantuvieron un 100% de productividad, redujeron el ausentismo eventual e incluso notaron que los trabajadores organizaron sus turnos médicos u otros asuntos personales en ese tiempo extra, lo que redujo las ausencias en el resto de los días. Destacan además que la menor rotación implica una enorme reducción de los costos, en particular en la capacitación. “Se respira bienestar y satisfacción”, concluye Irusta, responsable de la implementación de la política.
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