Hugo Moyano llamó a los trabajadores a no volverse a equivocar a la hora de votar porque "los gorilas no pueden estar mas en la conducción del país". Pablo Micheli pidió un paro nacional y Hugo Yasky consolidar la unidad entre el sector convocante de la CGT, las CTA y los movimientos sociales.
Desde temprano, columnas de trabajadores comenzaron a colmar la Avenida 9 de julio desde San Juan hasta el escenario apostado en la avenida Belgrano, al pie del Ministerio de Desarrollo Social. Con una marcada presencia de trabajadores camioneros y docentes, también se destacaban las columnas de la CTEP, Barrios de Pie, la CCC y el Polo Obrero entre otras organizaciones sociales.
La convocatoria excedió a los sindicatos convocantes. Estuvieron presentes seccionales y expresiones de base de grandes sindicatos que formalmente no adhirieron. Entre los alrededor de cien gremios que sí convocaron, se dejó ver una enorme bandera del sindicato de Comercio, que dirige Armando Cavalieri, así como seccionales de la UOM que, a nivel nacional, tampoco fue parte de la convocatoria. Además, participaron los sindicatos clasistas que, tal como habían adelantado, lo hicieron en forma autónoma.
En la calle se notó también una notable presencia de jubilados con sus propios carteles elaborados a mano.
La masividad y amplitud de la movilización, que según los organizadores reunió a más de doscientas mil personas (en el Gobierno hablan de 90 mil), dio la pauta de que la concentración, más allá de la disputa judicial entre el gobierno y Hugo Moyano, fue recogida como un canal de continuidad del proceso de movilizaciones contra el ajuste que tuvo su pico más alto en diciembre último, cuando el Congreso se disponía a aprobar la reforma previsional.
La marcha, por ello, implica un llamado de atención para el Gobierno, que trabajó en forma sistemática en pos de su vaciamiento y fracasó en su objetivo. También lo es para los sindicatos que le dieron la espalda.
Con todo, Hugo Moyano, el principal orador de la jornada, omitió dar alguna señal de continuidad al proceso de movilizaciones y no se refirió, de ninguna manera, a la crisis que atraviesa la conducción de la CGT. Tampoco Sergio Palazzo, referente de la Corriente Federal de los Trabajadores (CFT) que milita en la CGT, exigió la convocatoria a un Confederal u otra instancia orgánica capaz de encausar la crisis de la conducción y de establecer una hoja de ruta para continuar la lucha contra el ajuste.
Fue Juan Carlos Schmid, uno de los integrantes del triunvirato que aún conduce formalmente la CGT, el encargado de puntualizar los reclamos de la movilización. Enumeró los seis puntos que agruparon a los convocantes: el repudio a la reforma previsional, el reclamo de paritarias libres y sin tope, el rechazo a la reforma laboral y al mega DNU que avasalla derechos laborales y pone los fondos de la Anses en manos del sistema financiero, el apoyo a las organizaciones sociales en conflicto y el reclamo a los legisladores para que no respalden leyes que cercenan los derechos de los trabajadores.
La presentación del acto estuvo a cargo Estela Díaz, de la CTA-T, y Claudia Lazzaro, del Sindicato de Curtidores, ambas secretarias de Género de sus respectivas organizaciones. Un gesto de cara al paro internacional de mujeres del próximo 8 de marzo.
Los oradores que siguieron a Schmid fueron Sergio Palazzo, secretario General de La Bancaria y referente de la CFT; Pablo Michelli, de la CTA-A; Esteban “Gringo” Castro, de la CTEP; Hugo Yasky, de la CTA-T; y Hugo Moyano para el cierre.
El camionero desestimó la idea de que se trató de una concentración en su defensa, aclaró que “la movilización fue aprobada por la CGT” y que “el objetivo de la marcha es decirle al presidente que no siga llevando políticas que castigan a los sectores más sensibles de la sociedad. Esto es lo que venimos a decir, no somos desestabilizadores”.
Moyano alertó que, desde el gobierno, “tratan de destruir la defensa que tienen los trabajadores, que son las organizaciones gremiales, que van más allá de los dirigentes”. Con todo, aseguró que “no tengo miedo de ir preso”.
Más adelante cargó contra los funcionarios del gabinete: “Ni ellos tienen confianza del plan económico que proponen porque sino traerían la plata que tienen afuera del país. Ni entre ellos se pueden engrupir”, ironizó.
Sin embargo, en un discurso con tono contenido, el camionero evitó emplazar al gobierno e incluso no hizo referencia alguna a las paritarias y la reforma laboral vía modificación de convenios que está en agenda. En su lugar, apuntó a octubre de 2019: “Preparemos a los trabajadores cuando llegue el momento de expresar la voluntad democrática, que siempre hemos tenido, para que sepamos elegir. Los que se equivocaron que corrijan su voto” porque “los gorilas no pueden estar más en la conducción del país”.
Fue Micheli quien avanzó en planteos sobre la continuidad de la movilización. “Juntarse hace bien al alma –dijo-, por eso hay que tratar de hacerlo más seguido”. Y en caso de que el gobierno no pare con el ajuste, reclamó “discutir la continuidad de esta lucha”. Y concluyó con una definición: “Necesitamos un paro nacional para decirle basta a este tipo”. En ese momento cosechó sonoros aplausos.
Micheli y Yasky participarán mañana y el viernes de un congreso común que discutirá la reunificación de la CTA. El horizonte de la nueva central reunificada podría estar en una definición que dejó Yasky arriba del escenario, quien pidió la consolidación del bloque de organizaciones que convocó el acto. En su discurso agradeció a “Pablo y Hugo, que abrieron un camino impensado. Hay que atreverse, con el mandato de esta marcha, que es la unidad de los trabajadores, a construir una nueva unidad del sindicalismo y los movimientos sociales, capaz de levantar el mandato de lucha para terminar con el oprobio de un gobierno que explota a los trabajadores y mete la mano en el bolsillo de los jubilados”.
En un sentido similar se manifestaron Palazzo y Castro, de CTEP.
Las decenas de miles de manifestantes, posiblemente, hayan quedado a la espera de una nueva convocatoria en un contexto de más despidos, cierres de fábricas y paritarias a la baja.
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