La central obrera proclamó al nuevo tridente a cargo de la conducción. Quieren convertirse en la voz "crítica" del próximo gobierno. La apuesta por el 33%.
PorCésar Pucheta
Desde esta semana, un nuevo actor quedó formalmente incorporado a la discusión política cordobesa. La oficialización de la renovada conducción de la CGT Regional Córdoba comenzará a disputar el espacio que históricamente ocupó José Pihen, el desplazado conductor del movimiento obrero organizado cordobés y empezará a reclamar por los lugares que históricamente el PJ cedió a en las listas al universo de la clase trabajadora. El más codiciado es el Ministerio de Trabajo provincial que actualmente conduce Omar Sereno y que, según los gremios, “está cerrado”.
En el Sindicato de Camioneros y con la presencia de 59 secretarios generales, se oficializó este jueves el cierre de un proceso de normalización que comenzó el año pasado y que forma parte de una política nacional de la Secretaría del Interior que comanda Abel Furlán en la CGT, que ya normalizó más de 50 regionales a lo largo del país. Allí se consagró al tridente integrado por Rubén Urbano (UOM), Ricardo López (ATSA) y Edgar Luján (Camioneros) al frente de Regional mediterránea y se repartieron las secretarías correspondientes.
Como en todo el país, en el proceso cumplió un rol central Horacio Otero, el coordinador nacional de la secretaría del Interior al que Furlan le encomendó las tareas de reorganización cegetista. Tal como lo viene haciendo en diferentes provincias, el jueves tomó el micrófono y pidió por una mayor participación de quienes representan al movimiento obrero en el Congreso, la Legislatura provincial, el Concejo Deliberante capitalino y advirtió: “También los queremos en los ministerios”.
La complejidad del escenario cordobés no es ideológica y hasta se podría decir que tampoco es política. La nueva conducción de la CGT reconoce que ya hay conversaciones con Martín Llaryora y con Daniel Passerini, los aspirantes oficialistas a la gobernación y a la intendencia capitalina, aunque todavía están esperando el llamado para una reunión formal. Quieren sentarse a conversar por el futuro del ministerio, pero también por la participación en las listas legislativas. “Históricamente, el lugar que le corresponde a los trabajadores organizados es del 33%. Eso lo estableció Juan Perón, pero en los últimos años en Córdoba se hizo lo que al gobierno más le convenía”, le dicen a Letra P cerca del nuevo secretariado general. Apuntan contra Pihen.
La relación con el desplazado titular de la CGT cordobesa se mantiene tirante desde el momento mismo en que comenzó el proceso de normalización. Con micrófono apagado y con las grabadoras encendidas lo acusan de haberse convertido en “un empleado del gobierno y un legislador que votó lo que el oficialismo le pedía sin importar si eso perjudicaba a los trabajadores”. Con un grupo de leales, Pihen se defiende de las acusaciones y arma por afuera.
Teniendo en cuenta la histórica relación del veterano líder del Sindicato de Empleados Públicos con el gobernador Juan Schiaretti y demás partes de la cúpula cordobesista, la duda es cómo intentará incidir en el reparto que viene. “No hay que ser mezquinos, si él consigue algo está en su derecho, pero nosotros tenemos que defender la representación de los trabajadores y esa representación legal la sostiene la CGT”, dicen en la nueva conducción, sin querer profundizar en las potenciales escaladas que puede tomar el conflicto en el que también debería sumarse a otro actor: las 62 organizaciones peronistas que ya levantaron la voz pidiendo por su lugar en la próxima estructura oficialista.
Rebeldes y oficialistas
A pesar de los alineamientos de la conducción nacional, el proceso de discusión interno del peronismo y la particularidad que se vive en Córdoba con el gobernador lanzado a pelear por la Presidencia, en la CGT Regional sostienen que tienen la libertad para avanzar en la estrategia que más le convenga a la organización. Siempre con el fin de conseguir el mayor espacio de representación posible para que eso reditúe en una “intervención política real en beneficio de los trabajadores”, descartan alejarse del oficialismo cordobés, aunque proponen actuar “con rebeldía”.
“No podemos acompañar en silencio todo lo que nos piden si eso perjudica a los trabajadores. Lo que pasa en el Ministerio de Trabajo es una muestra: está virtualmente cerrado, continúa funcionando como si estuviésemos en pandemia y tiene a todo el personal paralizado”, advierten. “Tenemos que conformarnos como una voz crítica que defienda a los intereses de las personas a las que rerpresentamos”, aseguran a partir de un diagnóstico casi aterrador a nivel nacional: “No hay ningún candidato bueno, son todos malos y no nos queda otra que elegir el menos peor”.
A partir de esa certeza, aseguran que “si los peronistas son malos, no hace falta ni imaginarse lo que puede ser el neoliberalismo” y lanzan una posibilidad: “Si se arma algo más grande, lo de Schiaretti puede ser una buena opción”.
Desde hace un tiempo, el mandatario provincial busca concretar un encuentro con la conducción nacional de la CGT. El camino empezó a trazarse con mayor firmeza a partir del encuentro que sostuvo con Armando Cavallieri a comienzos de febrero. En esa oportunidad, el veterano líder de Comercio se ofreció a gestionar un encuentro con la cúpula cegetista, aunque Schiaretti puso un límite: Pablo Moyano. ¿Podrá incidir ese tipo de actitudes en el acompañamiento de la pata cordobesa al proyecto encabezado por Llaryora? Mientras el gremialismo cordobés acomoda su plan de acción de cara al 6 de mayo, momento en que se oficializarán las listas provinciales, niegan que ese tipo de cuestiones represente un impedimento en la construcción local. Sin embargo, el camino es largo y todos saben que no es fácil.
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