Del análisis de la información publicada recientemente por el INDEC, el nuevo informe del Instituto de Estudios y Formación de la CTA Autónoma revela que durante los primeros tres meses de este año la tasa de desocupación se vio incrementada al pasar del 6,3% al 6,9%:
“Si bien resulta ser un comportamiento usual en los comienzos de años, el aumento resultó estadísticamente significativo y representó un aumento en la cantidad de personas desocupadas de poco más de 148 mil personas (al expandir las estimaciones de la Encuesta Permanente de Hogares a la población urbana total)”, explica el relevamiento firmado por los investigadores Ana Rameri y Tomás Raffo.
Asimismo indica que no obstante la estacionalidad del trimestre, la desocupación aumentó en el último año. Si bien la tasa se sostuvo en el mismo nivel (6,9%), por efecto de crecimiento poblacional se verifica que hay poco más de 47 mil nuevos desocupados. “Ello da cuenta que el proceso de generación de empleo quedó por detrás de las necesidades de inserción laboral de la población que aumentó a un ritmo superior”, analizan.
“Convive en la dinámica laboral un cuadro donde se observa un crecimiento de la desocupación, pero también y aún más significativo del empleo. Como conclusión parcial entonces se impone una primera debilidad del cuadro laboral vigente: no todos los que buscan trabajo lo consiguen”, expresan.
En el plano de los que consiguen trabajo “el problema radica justamente en la calidad del empleo que tiene lugar en este proceso de recuperación económica que acelera el proceso de precarización en curso”.
Nuevamente ocurre que la tasa de asalariados no registrados aumenta, sin llegar al pico verificado a mediados del año pasado (que había rozado el 38%) pero acerándose bastante hasta alcanzar el 36,7%.
“El contenido del proceso económico es a todas luces regresivo. Si observamos lo que ocurrió con las distintas categorías ocupacionales se ve que el primer momento de normalización durante la segunda parte del año 2020 estuvo acompañado principalmente por la expansión de las modalidades del autoempleo (el 57,9%) que, como es sabido, en la práctica no son más que manifestaciones del proceso de deslaborización de las relaciones de trabajo (o mercantilización del uso de la fuerza laboral) que también se solapa con la figura del monotributo (formas de precarización detrás de la formalidad). En este período también creció de manera importante el nivel de asalariados no registrados (45,6%). Ambas categorías explicaron el impulso del mercado de trabajo”, señala el trabajo.
“El año 2022 fue por excelencia el año de la proliferación del trabajo en negro durante el cual se alcanzaron picos históricos de la tasa de informalidad asalariada. Sólo uno de cada diez ocupaciones que se crearon tuvo el privilegio de inscribirse en los marcos de las leyes de trabajo y de protección social. Figura que nuevamente en los comienzos de este 2023 vuelve a quedar como una postal nostálgica del trabajo al sostenerse prácticamente la misma composición que la descripta para el año anterior”, lamenta el estudio.
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