En la CGT, las diferencias internas sobre qué vínculo debe sostener la central obrera ante el gobierno de Javier Milei se profundizaron a raíz de las declaraciones de Pablo Moyano y ningún dirigente de envergadura se anima a pronosticar qué sucederá.
Juan Pablo Kavanagh
Moyano expresó en público el pasado martes lo que piensa en privado: que el colectivo sindical debe dejar de dialogar con la administración libertaria, que las charlas no son productivas y que es momento de encarar un nuevo paro nacional. Una posición que contrasta de manera contundente con aquellos dirigentes del sector de los “gordos” y los “independientes” que si bien critican al oficialismo, son proclives a conversar sobre distintos temas con Guillermo Francos, el jefe de Gabinete, y Santiago Caputo, el asesor presidencial, dos de los integrantes del oficialismo que mejor sintonía tienen con el sindicalismo.
Entre los temas de conversación, figuran desde el pedido de fondos para sostener los fondos de las obras sociales gremiales hasta la reforma laboral, pasando por el Consejo de Mayo, un órgano que la CGT piensa integrar, más allá de que varios de sus integrantes digan por lo bajo que no va a tener “demasiada productividad”.
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En este marco, la posibilidad de encarar una nueva huelga nacional, tras las realizadas por la calle Azopardo el 24 de enero y el 9 de mayo y tal como quiere el triunviro que además es representante de Camioneros, no está en los planes del sector mayoritario de la central. Por un motivo fundamental: dicen que es una herramienta valiosa, que se debe cuidar al máximo y solo en ocasiones especiales, para que no sufra “desgaste”. Y, además, que la huelga debe estar acompañada por la clase media, que, desde la visión de un dirigente sindical, todavía “sostiene al Gobierno pese al ajuste”.
Para un referente sindical, que tiene vínculos con todas las tribus que conviven en la calle Azopardo, las amenazas de Moyano de abandonar el órgano se quedarán en eso, en palabras. “Varias veces Pablo criticó pero después hablaron con él y se quedó, una CGT dividida no le conviene a nadie”.
Y marca diferencias con Mario “Paco” Manrique, diputado nacional de Unión por la Patria, integrante del consejo directivo cegetista por la SMATA, un aliado de Moyano que también amenazó con irse: “Es un caso distinto porque el secretario general del gremio es Ricardo Pignanelli, es la persona que toma decisiones en torno a la CGT. Paco no tiene relevancia y últimamente está más ocupado en ejercer su rol como diputado que en prestarle atención a lo que pasa en la CGT”, señalaron.
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