La CGT cruje, pero (por ahora) no se rompe

La CGT cruje, pero (por ahora) no se rompe

La renuncia de Mario Manrique desnudó la interna y dejó latente una amenaza de ruptura. Los dialoguistas no creen que Pablo Moyano cumpla su amenaza de irse.

 

Por José Maldonado

 

La renuncia de Mario Manrique a la CGT y la amenaza de Pablo Moyano de seguir sus pasos sacudieron la pelea interna en la central obrera. Por ahora, en la mesa de conducción son pocos los que ven un escenario de ruptura inminente: la mayoría cree que la salida del líder de SMATA no tendrá réplicas y minimiza su impacto.

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Manrique y Moyano desnudaron en las últimas horas la profundidad de la pelea dentro de la CGT por la decisión de un sector de abrir una instancia de diálogo con el gobierno de Javier Milei para matizar la reforma laboral libertaria. El líder del gremio de los mecánicos concretó este miércoles lo que venía siendo una larga amenaza y lo hizo con artillería pesada contra los dialoguistas.

Renuncias en la CGT

"Me voy. Renuncio a mi cargo, no me siento identificado. Uno no se puede sentar a dialogar con sus verdugos. Al verdugo se lo enfrenta", le dijo Manrique a Letra P. Sus cuestionamientos apuntan al ala dialoguista de la CGT que tiene como caras visibles a Daer, Andrés Rodríguez (UPCN) y Gerardo Martínez (UOCRA), entre otros, que acordaron con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el asesor Santiago Caputo abrir una mesa de discusión sobre reforma laboral y la agenda de temas de los gremios, como paritarias y fondos para obras sociales.

 

 

Manrique, diputado nacional de Unión por la Patria y uno de los dirigentes de CGT cercanos a Cristina Fernández de Kirchner, deslizó la posibilidad de un efecto dominó y que haya más renuncias si no hay un cambio de rumbo en la central. "La CGT se convirtió en cuatro o cinco dirigentes que discuten a escondidas", disparó quien hasta ahora ocupaba la secretaría gremial, uno de los sillones más importantes en la estructura de poder de Azopardo.

La amenaza de Pablo Moyano

Horas antes, el líder camionero había dejado planteada la posibilidad de una alejamiento de la conducción que comparte con Héctor Daer y Carlos Acuña. "Vamos a evaluar la continuidad después del paro de trasporte del 30 octubre", dijo Moyano. “No entiendo lo de ir a hablar con funcionarios cuando le cagaron 10 mil pesos a los jubilados hace 15 días y los cagaron a palos", disparó el camionero, que el lunes mantuvo un encuentro con Cristina Kirchner.

El movimiento coordinado de Manrique y Pablo Moyano pareció abrir las puertas a una ruptura total dentro de la central obrera, si se concretara una renuncia del camionero que tuviera más réplicas en el grupo de gremios que tomaron distancia del diálogo con el gobierno y piden un tercer paro general contra Milei.

Se dobla, pero no se rompe

En la CGT nadie visualiza un escenario inminente de ruptura, más allá de la salida de Manrique y de que Moyano cumpla o no su amenaza. "No afecta a nadie esa renuncia. SMATA mandará a otro representante para ese cargo y listo", dicen en una de las secretarías generales, donde minimizaron el impacto de la salida del dirigente.

En el mismo sentido, la amenaza de Moyano, ven en ese sector de la CGT, podría concretarse pero sin que eso signifique la salida de Camioneros de la CGT. En esa trama asoma la figura de Hugo Moyano, distanciado de su hijo Pablo, que asistió a la primera reunión con el Gobierno y que mantiene diálogo con todos.

Además, los dialoguistas ven a Pablo Moyano debilitado y frente a una instancia clave para medir su poder de fuego, con el paro que empujó en la Mesa Nacional del Transporte para el 30 de octubre. La medida de fuerza tendrá un impacto limitado si, tal como todo parece indicar, no se adherirá la UTA, cuyo secretario general, Roberto Fernández, se sumó al diálogo con el Gobierno.

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