Tras el bloqueo de Camioneros a centros de distribución de Mercado Libre. En el medio, la puja por un millar de afiliados.
Daniel Vila, platense, de 56 años, lleva una vida habitando en el barrio de su infancia: a escasos metros del Mercado Regional, donde a sus 12 empezó a trabajar en carga y descarga, donde también tuvo su puesto frutihortícola y fue delegado por más de una década.
Cultor del perfil bajo, alineado al sector de Luis Barrionuevo e hincha fanático de Gimnasia y Esgrima La Plata, desde 2013 dirige la Unión de Trabajadores de Carga y Descarga de la Argentina (Utcydra), gremio desde el que ahora resiste los intentos del Sindicato de Camioneros por “robarle” la afiliación de unos 1.300 empleados que trabajan en el Centro de Distribución de 75.000 metros cuadrados que la empresa de comercio electrónico Mercado Libre (ML) tiene en el Mercado Central de Buenos Aires, en La Matanza. “No tenemos miedo”, dirá Vila.
El conflicto parece una fotocopia de otros que el gremio liderado por Hugo Moyano ha mantenido con diversos sindicatos en su ofensiva para afiliar a como dé a trabajadores afines a rubros logísticos, por más que no conduzcan camiones.
En el caso de ML, todo se remonta a fines de 2018, cuando la empresa de mayor valor bursátil del país optó por dejar de tercerizar la carga y descarga de sus mercaderías para instalarse con un depósito propio -“moderno, con tecnología importada de Alemania”, enumera Vila- en La Matanza. Entonces eran 80 empleados; hoy, rozan los 1.300 y sus actividades, explica a EL DIA el titular de la Utcydra, se limitan a subir y bajar las compras a los vehículos que las trasladarán. “De la distribución y todo lo referente a la salida de los artículos del depósito se encargan Andreani y Ocasa. Ahí es donde Camioneros perdió 1.500 afiliados, porque empezaron a trabajar como fleteros monotributistas para esas empresas. Pero nosotros no tenemos nada que ver con el transporte”, argumenta Vila.
Para el sindicalista, las fronteras de ambas actividades quedaron expresamente delimitadas en el acuerdo homologado el año pasado con el Ministerio de Trabajo. Pero los Moyano no lo entienden así y la semana pasada, fiel a su estilo, llevaron el reclamo hasta las últimas consecuencias, al bloquear los centros de distribución de la compañía de Marcos Galperín y paralizar el reparto de unos 200.000 paquetes.
Tras mediar el ministerio de Trabajo, la medida se levantó y se abrió una instancia de diálogo entre Camioneros y ML que continuará hoy. En la víspera, el secretario adjunto de aquel gremio, Pablo Moyano, hizo toda una declaración de intenciones: “Ojalá la empresa recapacite y cumpla con lo que corresponde. Pronto, el año que viene o en 5 años se va a demostrar que la actividad principal corresponde a Camioneros”, dijo, y que los trabajadores de carga y descarga “están esclavizados, sin derechos”.
Pero en ML ya avisaron que no cederán, que sus empleados “están perfectamente afiliados en el gremio de carga y descarga”.
Vila, por su parte, dice que se quiere instalar un conflicto donde no lo hay y que sus representados en ML, todos de entre 18 y 23 años, perciben un salario bruto de entre 75.000 y 78.000 pesos -“unos 20.000 pesos más que Camioneros”, compara-, al que en agosto se le agregará una gratificación extraordinaria por la pandemia de coronavirus de 500 dólares, junto a un incremento del 10 por ciento a cuenta de la próxima paritaria. “Pero además están el presentismo, las horas extra, el servicio de comedor y guardería para el papá o la mamá”, enumera el gremialista platense, y se jacta de esos beneficios para plantar bandera a los Moyano: “Antes por ahí podían bloquear más fácil, pero ahora, con toda la información que hay, los propios chicos [por los trabajadores] reaccionaron para defender su pertenencia a carga y descarga. Saben que es mentira lo que plantea Camioneros”, dice desde su casa en el barrio que lo vio nacer, allí donde está el paisaje de toda una vida.
Recuerda, por ejemplo, su primera vivienda familiar, ubicada donde hoy se emplaza el Mercado Regional, la que, justamente, tuvo que abandonar a los 8 años, junto a su madre viuda y sus siete hermanos para dar lugar al emprendimiento municipal. Se mudaron a tres cuadras de allí y en esa vecindad trazaría su destino. Debería crecer de golpe: a los 12, mientras terminaba la Primaria, se dijo que tenía que ayudar a su mamá y empezó a hacer changas en el Mercado. A los 17 se casó, fue padre (de Natalia y Gustavo; además, tiene tres nietos) y cuando alcanzó la mayoría de edad quiso construir su propia casa -en la que vive desde entonces. Con ese objetivo en mente, a su trabajo de carga y descarga en el Mercado, anudó el de la venta en uno de los puestos del predio de 520 y 116: “Trabajaba desde las 20 a las 11 de la mañana del otro día”, tantas horas que le cuesta sumarlas: “Unas quince horas”, completa.
Y así, en los albores del regreso a la democracia empezaría a caminar por la inevitable senda del gremialismo. “En estos 37 años ocupé todos los cargos del sindicato, hasta que hace siete años, tras la muerte de Horacio Campos (el anterior titular), pasé de la secretaría adjunta a la general”. Asumió con 2.000 afiliados y ahora representa a 9.000 (además del millar de trabajadores de ML, el gremio se expande con la actividad en zona portuaria, depósitos fiscales, encomiendas, mudanzas y el Mercado Regional, entre otras actividades).
Como la sede central del sindicato que dirige está en Capital Federal, Vila vive desde hace años con un pie en Buenos Aires y otro en La Plata. Pero su corazón, reconoce, está en la Ciudad y al lado de clubes como Gimnasia o San Lorenzo de Villa Castells. Y que por eso le costaría abandonar el barrio de su infancia, desde el que ahora dispara: “No le tenemos miedo a Moyano, esta es una lucha y una defensa de cada actividad”.
“Ojalá Mercado Libre recapacite y cumpla con lo que corresponde”, dijo Pablo Moyano
El salario bruto por carga y descarga llega a los 78.000 pesos, defendió Vila
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