La falta de acción de la actual dirigencia de la CGT frente a los ataques del gobierno a la clase trabajadora y los sectores vulnerables ha llevado a muchos a cuestionar su legitimidad. En esta columna, se plantea la urgente necesidad de recuperar la Central Obrera, reivindicando a los dirigentes gremiales combativos como la única vía para defender los derechos de los trabajadores y la soberanía del país.
Se ha vuelto absolutamente insoportable e inadmisible el grado de silencio y la falta de un verdadero plan de lucha nacional por parte de la CGT, que debería encabezar la resistencia frente a un gobierno nacional que, desde que asumió, viene atacando en todos los frentes a la clase trabajadora, a los jubilados y a los sectores más vulnerables, como las personas con discapacidad.
No podemos permitir que continúen ocupando cargos en esta histórica Central Obrera dirigentes tan cobardes, tan tibios, tan colaboracionistas con este nefasto gobierno, que eligen seguir mirando para otro lado mientras el pueblo argentino sufre, mientras se saquean nuestros recursos naturales, nuestro futuro y, especialmente, nuestra querida Patria.
El tiempo sigue pasando, y la actual dirigencia de la CGT permanece en silencio, sin levantar la voz por todos nosotros, mientras avanza a pasos agigantados el plan de devastación que impone este gobierno antiobrero y antipatrior.
¿Por qué seguimos sosteniendo en sus cargos a esta dirigencia sindical, que traiciona nuestros intereses?
¿Qué esperan los trabajadores despedidos, los trabajadores en actividad, los jubilados, y las personas con discapacidad, para presentarse en el edificio de la C.G.T. y exigir la renuncia de todo el Consejo Directivo, así como la convocatoria a un Confederal que defina a un nuevo y único conductor?
Tenemos excelentes referentes gremiales que, sin duda, estarían a la altura de las circunstancias para liderar este momento histórico que atraviesa el país.
Me refiero, por ejemplo, a compañeros como Palazzo (Bancarios), Yofra (Aceiteros), Pianelli (Metrodelegados), entre otros.
Son compañeros con trayectoria, honestidad, y un gran currículum de luchas y conquistas en cada una de sus actividades.
Son dirigentes gremiales combativos, preparados, y libres de cualquier condicionamiento que obstaculice su capacidad para liderar.
Mientras tanto, hay otros que es evidente que tienen razones ocultas que los hacen seguir con la cabeza enterrada en la tierra, como el avestruz.
Esos son una vergüenza para el sindicalismo argentino.
No podemos seguir viendo cómo pasan los días sin que nada cambie.
No podemos seguir observando cómo, cada día, la clase trabajadora y nuestros jubilados son más devastados y que, simplemente, no ocurra nada.
No podemos seguir tolerando que la actual conducción de la CGT nos siga traicionando con su inacción constante.
¡Basta ya!
¡Que se vayan todos!
No hay más tiempo que perder.
Es hora de recuperar la CGT ¡urgente!, antes de que sea demasiado tarde.
Depende de nosotros.
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