A pesar del discurso duro, el Gobierno les permite avanzar. No solo habilitó las suspensiones con baja de salario sino que tampoco impulsa el impuesto a las grandes fortunas.
La semana pasada se dió a conocer un comunicado de la Asociación Empresaria Argentina (AEA) que agrupa a varias de las empresas más grandes del país, tales como Techint, Arcor, Ledesma, el Grupo Perez Companc, Mercado Libre, entre otras. Reclamaban una urgente apertura de la cuarentena para seguir con sus negocios. “Deben alentarse acciones que posibiliten una vuelta ordenada al trabajo y la producción” eran algunas de las afirmaciones de los hombres de negocios. Puro cinismo: parte de estas empresas, justamente, procuraron que no haya vuelta alguna al trabajo: Technint, sin ir más lejos, despidió a nada menos que 1500 empleados. Sin embargo, se apuran a presionar para continuar facturando, sin importar los costos en la salud que pueda haber entre sus trabajadores.
Ganancias insaciables
Hoy distintos medios hacían eco a los reclamos de la empresa Molinos, propiedad del grupo Pérez Companc. ¿Su demanda? la supuesta necesidad de aumentar con urgencia los precios de sus productos bajo la excusa de estar presentando pérdidas por aumento de costos. Molinos vende productos básicos tales como fideos, aceites, yerba o arroz. Mientras los comedores están abarrotados porque amplios sectores de los barrios populares no pueden acceder a un plato de comida, quieren aumentar los precios de los alimentos básicos.
Pero veamos un poco más sobre esta empresa. Su facturación anual está por encima de los $ 30.000 millones. Pero no “solo” eso. En la página web del Grupo empresario, consta que el mismo tiene importantes empresas en el rubro del agronegocio con más de 55.000 hectáreas repartidas entre Argentina y Uruguay. También cuenta con dos empresas dedicadas al negocio de la energía: Pecom y Conuar. No es de extrañar entonces que su máximo accionista, Gregorio Pérez Companc, figure según la revista Forbes como el quinto empresario más rico del país. Las empresas aducen pérdidas pero la única manera de conocer el estado real de las cuentas de estas empresas es con la apertura de sus libros contables.
El rubro del neumático fue uno de los que continuó en actividades durante la cuarentena. Sin embargo, ahora los dueños de Fate, una de las empresas más grandes del sector, directamente definieron dejar de pagar alrededor de un 50 % de los sueldos de la última quincena del mes de abril. Según denunciaba a este medio Victor Ottoboni, miembro de la directiva del sindicato, algunos trabajadores incluso no cobraron nada directamente. Madanes Quintanilla, la familia dueña de esta empresa y también de Aluar, la gigante del aluminio, es también parte del ranking de los más ricos del mundo. Tienen una fortuna aproximada de $ 1.600 millones de dólares.
En la misma sintonía, la multinacional Mondelez, aduciendo estar en crisis, suspendió a la totalidad de los trabajadores de la planta que la empresa tiene en la localidad de Victoria. Están dispuestos a pagar apenas el 77 % del salario. La empresa amenaza, incluso, con continuar con las suspensiones más allá de esta fecha. Sin embargo, a lo largo de la cuarentena esta empresa continuó trabajando ya que fue declarada esencial (aunque su producción es de golosinas), exponiendo incluso a sus trabajadores a la posibilidad de contraer coronavirus. Los trabajadores denuncian además que la empresa facturó, sólo en Argentina, $ 41.600 millones.
Aunque los números rebasen sus cuentas bancarias ellos quieren más. Perder no entra en sus planes. En los del Gobierno Nacional tampoco. En las semanas que vienen pasando, sigue jugando para sus ganancias. Desde el acuerdo entre la UIA y la CGT parala rebaja del 25% de todos aquellos trabajadores que estén suspendidos que Alberto Fernández calificó de “histórico” hasta el pago del 50 % del salario de gran parte de los salarios de las empresas privadas. Un salvataje a las ganancias empresarias en toda la línea. Nada menos.
Una medida indispensable
Sólo la Izquierda viene planteando de manera sistemática la urgencia de un impuesto a las grandes fortunas. Impuesto que peronistas y macristas vienen negándose a debatir, tal como lo demostraron al dejarlo fuera del temario de la primera sesión de la Cámara de Diputados que se realizará en el marco de la cuarentena. Aunque es un hecho que la pobreza está aumentando de manera exponencial, tocar sus ganancias para paliar esta situación no entra en sus planes.
Un impuesto de este tipo, afectando solamente al 0,03 % de la población más rica del país, alrededor de 15.000 personas, esas que son dueñas de todo, podría dar respuesta a algunas cuestiones urgentes. Para empezar, podría garantizar un salario de cuarentena de $ 30.000 para todos aquellos que hoy se ven imposibilitados de trabajar. También podría comenzar a dar respuesta al problema del hacinamiento, agudizado con en el rápido crecimiento que vienen teniendo los contagios de coronavirus en las villas de la CABA, empezando a poner en pie viviendas populares. Por esto, el planteo de un impuesto de este tipo volverá a hacerse presente.
Desde el Frente de Izquierda el planteo de un impuesto de este tipo no está separado de un plan integral que contemple también la nacionalización de la banca como medida elemental para preservar las enormes riquezas producidas en el país y evitar que estos mismos empresarios la sigan fugando masivamente. De la mano de esto, el no pago de una deuda externa ilegítima y fraudulenta que el Gobierno se esfuerza en pagar aún en una situación apremiante es otra medida indispensable.
Pelear por una salida de fondo para que la crisis no recaiga sobre el conjunto de los trabajadores y que, esta vez, les toque pagar a ellos, es una pelea urgente para el conjunto de los trabajadores.
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