El escándalo estalló esta semana con la noticia que señaló que 11 trabajadores de la panificadora Santa Marta habrían sido despedidos sin aviso previo, en medio de la cuarentena por COVID 19 que mantiene el país desde hace más de 50 días.
Según denunciaron los propios trabajadores, los responsables de la panificadora no dieron mayores explicaciones por la decisión ni tuvieron en cuenta la condición precarizada de sus empleados: con la mayoría de los empleados en negro durante varios años, los despidos generaron inmediata bronca e indignación de los trabajadores y sus familias, que elevaron sus protestas.
"Nosotros éramos 11 que el día martes de la semana pasada fuimos a trabajar y nos avisó una empleada que iba a haber una reunión donde nos enteramos que cerraban la panadería porque no tenían plata para bancar, pero la verdad es que es mentira", soltó indignado Lucas Leyría, quien durante 7 años estuvo empleado y en negro en la panificadora.
"La verdad es que esto lo venían planeando desde el verano, con enajenación de bienes... todo lo hacían para deshacerse de los empleados", denunció Leyría en diálogo con Cuatro Vientos. "Todos estábamos en negro salvo uno al que tenía como un blanqueo pero que no le pagaban ni aguinaldo ni vacaciones", agregó.
El momento para los despidos no pudo llegar en una situación peor: con la economía temblando por la cuarentena, el propio presidente Alberto Fernández dispuso que se eviten los despidos hasta que pase la emergencia, algo que en el caso de Santa Marta pareciera no haber importado.
Leyría explicó que los dueños de la panificadora son parte de "una empresa familiar que tiene sucursales repartidas". "Este muchacho Cholo Servat, Silvia Rolando (que es la suegra que está en la panadería), Sebastián Martínez, la señora de Servat... manejan todos ellos la panadería", acusó Leyría.
"El otro día salieron a decir que ellos vendieron la firma, pero no, nosotros estamos hace casi 7 años ahí y nunca supimos que hacían ellos: hicieron todo un manejo para sacarse de encima a la gente en negro y desviarse", explicó el trabajador despedido.
Leyría no sólo trabajó en relación de dependencia con los responsables de la panificadora en ese lugar, sino que además fue empleado en un container de venta de panchos en Puerto Gardella y que sería propiedad de la familia de Servat. "Para sacar un peso más trabajé en el verano en el paseo de Puerto Gardella, que también lo maneja este muchacho (que le dieron la licitación) en uno de los locales de ellos de uno de los que está en Santa Marta, Sebastián Martínez, del local de panchos gourmet Saint Francis"
Layría aseguró que el manejo de los diferentes comercios se mantiene en un nivel familiar: "Se va de vacaciones uno, maneja el otro y es todo así y este muchacho, Servat, maneja de atrás pero es la mente de todo y después tiene a toda esta gente que impone, esta señora Silvia Graciela Rolando, que denigraba a los empleados", acusó.
Además, cuando empezaron las denuncias, "esta gente solo nos llamó para insultar más que nada". "Nosotros somos trabajadores que tuvimos que salir a decir lo que correspondía y que nos despidieron sin previo aviso, siempre es respondimos aunque nos tenían en negro, no pagaban aguinaldo ni vacaciones, nosotros bajábamos la cabeza y seguíamos porque lo necesitamos todos al trabajo... atrás de esto hay familias con esta situación y todo", indicó Leyría.
A la Justicia
"Esto ya está en manos de abogados: tuvimos que poner abogados por la situación", señaló el trabajador. Los abogados Francisco Rafaghelli y Matías Afife estarían patrocinando a los despedidos. "Por ahora, al Ministerio de Trabajo no fuimos", aclaró el trabajador. Este sábado los trabajadores entraron en comunicación con el sindicato de panaderos (SOEPMPSA), que ya les ofreció asesoría legal.
Según pudo saber Cuatro Vientos, la panificadora enfrenta serios problemas económicos por desmanejos prolongados en el tiempo: una extensa fila de proveedores reclaman deudas y, en vistas de una inminente declaración de quiebra, se verían tarde o temprano perjudicados.
Por ahora, la actividad sólo se mantiene prveyendo pan a los supermercadistas chinos: Santa Marta compra unos 600 kilos de pan a otra panificadora y los reparte entre los supermercados con la intención de mantenerse como proveedor y no perder el cliente. El pasamanos, desde luego, no necesitaría a los empleados en negro que, incluso luego de los despidos, resultan un escollo y un problema a resolver que ahora seguirá en la Justicia.
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