El acto central dejó la idea de reavivar el viejo espacio de pelea contra el menemismo, pero el escenario actual parece bastante distinto. En tanto, Massa aparece con cada vez más influencia en el movimiento obrero organizado. El acercamiento de la CGT a los movimientos informales, una forma de “ganar la calle”.
Por Diego Lanese
Apenas terminaron los discursos de Hugo Yasky y Palo Micheli, en plena desconcentración del acto de cierre de la Marcha Federal, la sensación flotaba en el aire. La conformación de un núcleo duro que resista las políticas del gobierno nacional, dentro de un amplio abanico de gremios, pareció sellarse ese viernes, cuando confluyeron sectores de las dos CTA, la CGT, trabajadores informales y movimientos sociales, además de agrupaciones políticas. El vértice es la pelea contra el ajuste que dicen representa .e implementa –Mauricio Macri. Detrás de ellos, muchos sectores que sienten el impacto del deterioro económico y social, y que en muchos casos no se sienten representados por sus dirigentes. “Acá está el pueblo que pelea, que no se arrodilla”, sintetizó Yasky en su discurso, que fue lo suficientemente amplio para no dejar a nadie a fuera. Porque la consigna es hacer una unidad, con la mayor amplitud posible.
La pregunta que se debe responder el movimiento obrero es cómo se plasmará en la acción esta idea. Más allá de las declaraciones, la CGT no se deja correr por las urgencias expresadas en Plaza de Mayo. Luego de su ronda de negociaciones (con ministros y otros sectores sindicales y sociales), el flamante triunvirato se mueve con cautela, y esperará al plenario de fin de mes para debatir, definitivamente, la idea de un paro nacional. Mientras tanto, crece la influencia de Sergio Massa en la central, de la mano de gremios con poder territorial, y de la idea de unir al peronismo. Por lo pronto, la central cierra acuerdos para mantener la iniciativa. Todo bajo un concepto que gana fuerza: el paro por consenso.
Núcleo duro
La convocatoria de la CTA de los Trabajadores a marcha por tres días por todo el país tuvo un cierre multitudinario, pero estuvo lejos de marcar la épica de los 90, cuando en pleno menemismo se marcó un fuerte antecedente contra las políticas liberales. La plaza como escenario se configuró como el resultado del trabajo de consenso de un grupo movilizado contra el macrismo, que más allá de las presencias incómodas se posiciona de cara al futuro. La presencia de un grupo de gremios de la CGT encabezados por los hermanos Moyano fue el punto distintivo de la heterogeneidad, que si se piensa bien no mostró demasiadas sorpresas.
Cuando en los 90 la CGT se alineó con el gobierno de Carlos Menem, surgió entre los dirigentes díscolos una alternativa: crearon el Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA), que rompió con la central y generó un espacio de resistencia. Desde allí Hugo Moyano construyó parte de su poder. Hoy, algunos sueñan con reeditar esa posibilidad, sumando a los actores que estuvieron en la última Marcha Federal.
“Lo del MTA de los 90 tuvo dos vertientes, por un lado acompañaron la lucha contra las políticas neoliberales, pero a la vez fueron un freno para que la CTA se convirtiera en una opción de poder para los trabajadores”, analizó un dirigente de la CTA de los Trabajadores, consultado por Política del Sur. En esa central recuerdan que la movida de Moyano buscó “evitar la diáspora de gremios” a la nueva central, y que terminó “confluyendo en el 2003 con el resto de la burocracia”. Por eso, en la dirigencia de la CTA creen que más que un nuevo MTA “lo importante es que se busque una alternativa dentro de la CGT, con una posición más combativa, en la calle. Eso ayudaría al escenario actual”.
En tanto, en la CTA Autónoma, más allá de la disputa interna (no está resuelta la pelea entre Micheli y la dirigencia de ATE, más bien se encuentra en un impasse), mantienen su postura de “unidad en la acción”, que llevaron a cabo con la CGT durante el gobienro kirchnerista, y que hoy reeditan con Yasky y el resto de las fuerzas. “Lo que hace falta es que todas esas plazas que vamos llenando se transformen en una sola plaza”, dijo Ricardo Peidro, secretario Adjunto de la central. En este sentido, el dirigente pidió “hacer convocatorias lo más amplias posibles, que no sean sectarias porque es la única manera de confrontar y hacer un contrapeso al gran poder que nos están mostrando los grupos económicos asociados al gobierno”.
CGT “Nordelta”
Con o sin MTA, la definición de un paro nacional parece estar en la “cancha” de la CGT, cuya conducción se mueve con cautela. Los dichos más radicales de los integrantes del triunvirato no terminan de acelerar los tiempos, y el llamado a una reunión del consejo directivo para el 23 de septiembre alejan la idea de una medida en el corto plazo. En tanto, puertas adentro se empieza a notar la influencia de Sergio Massa, una situación temida por la dirigencia afín al gobierno, que representa Gerónimo Venegas. Pensando en una posible candidatura a senador, el líder del Frente Renovador busca apoyo sindical, para construir una anhelada pata gremial, que nunca terminó de arrancar desde la formación de la fuerza en 2013.
Si bien la presencia en el triunvirato de Héctor Daer y Carlos Acuña parecen darle un grado de influencia importante, lo cierto es que la adhesión de otros gremios, que se produjo en los últimos días, plasman de manera concreta esta idea. Además, Daer se mostró díscolo a la conducción de Massa, y en plena campaña presidencial incluso se mostró con Daniel Scioli.
El apoyo más importante llegó del conurbano bonaerense, de un gremio golpeado por la coyuntura actual: la UOCRA. En un acto en Florencio Varela, Gerardo Martínez anunció el apoyo a Massa, lo que sorprendió a más de uno. Además, otros dirigentes sindicales admiten que se acercan al diputado nacional pensando en un objetivo común: unificar al peronismo.
“Estos son momentos políticos, nosotros veníamos acompañando un proceso que terminó, y en estos tiempos que se avecinan el mejor candidato para representar a los trabajadores en general es Sergio Massa”, aseguró el titular del Sindicato Argentino de Trabajadores Horticultores y Agrarios (SATHA Gustavo Arreseygor. Consultado por Política del Sur, el dirigente remarcó que “todos hacemos lecturas políticas, hoy en general el movimiento obrero lo está viendo a Sergio como la persona más indicada para representarnos. El peronista busca quien sea el que marque el norte del partido y sus ideales, y Sergio es el candidato”.
La influencia de Massa en la CGT cada vez mayor hace que en algunos sectores llamen a la central de manera irónica “la CGT Nordelta”. Más allá de esto, el impacto parece tener que ver más con los alineamientos en el PJ que por la seducción que genere el Frente Renovador a la dirigencia sindical. “Se dio que hoy dos compañeros del Frente Renovador están conduciendo la CGT, pero independientemente de esto hay un consenso de los demás gremios que lo ven a Massa como el posible conductor. La unidad de la CGT va ir de la mano del peronismo, siempre fue así. Y el peronismo sin movimiento obrero no es peronismo”, remarcó Arreseygor.
Ganar la calle
En este tironeo entre los sectores movilizados y la CGT, lo que está en juego en la calle, como escenario de las disputas con el gobierno y con los diversos actores políticos, como el kirchnerismo residual, que el periodista Martín Becerra bautizó como “perocristinismo”. Para eso, el triunvirato decidió dar un paso arriesgado: reconocer al sector de informales, y sentarlos en la mesa, para hacerlos parte de sector.
Así, la dirigencia se reunió la semana pasada con referentes de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), la Corriente Clasista y Combativa y Barrios de Pie. El objetivo, analizar “la situación social de los trabajadores de la economía popular y el desafío de los movimientos populares y las centrales obreras de cara a las medidas económicas que aplica el gobierno”, anunciaron, e un formal documento. Detrás, la idea de mantener una estrategia común para “ganar la calle”, sin que los intereses se interpongan.
Para este sector, en especial la CTEP, el acto del 29 de abril fue el “bautismo de fuego” dentro del movimiento obrero, y una forma de reconocimiento. “Por primera vez sentimos que la CGT nos tiene realmente en cuenta”, le dijo a Política del Sur un dirigente del espacio, creado bajo el amparo del Movimiento Evita, en tiempos de piquetes, y que hasta ahora había sido ninguneada por el movimiento obrero organizado. Si bien cuando la central tradicional se unificó bajo la conducción de Moyano, con Néstor Kirchner de presidente, hubo un compromiso de reconocer la CTEP, el distanciamiento político del camionero y el kirchnerismo frustró la posibilidad.
“El 23 de septiembre va a haber un Comité Central Confederal (de la CGT) donde se va a debatir toda esta situación y a partir de ahí se va a resolver, con ese respeto que hay que tener a las organizaciones sindicales y a su cuerpos orgánicos”, vaticinó Acuña, uno de los integrantes del triunvirato.
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