Desde el viernes pasado se multiplicaron las señales de algunos dirigentes para proteger al Presidente ante la ofensiva de Cristina Kirchner. El temor de los gremialistas. Reuniones para fijar una “tercera posición” en la CGT
Por Ricardo Carpena
El sindicalismo albertista no existe como tal, pero las señales que dieron algunos dirigentes en las últimas horas van en esa dirección por un claro instinto de supervivencia. Respaldar a Alberto Fernández ante la fuerte ofensiva de Cristina Kirchner es una forma de defenderse: están convencidos de que cuanto más se debilite el poder del Presidente mayor será el avance kirchnerista contra ellos.
No son casuales los recientes gestos en favor del primer mandatario y uno de sus ministros de mayor confianza, Claudio Moroni, por parte de sindicalistas de “los Gordos”, como Héctor Daer (Sanidad) y Armando Cavalieri (Comercio), y del sector “independiente”, Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (UOCRA) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias). Creen que el rol opositor que pasó a desempeñar la Vicepresidenta puede dejar al país “en un escenario peor al 2001″ en materia de crisis institucional. Y, además, que el kirchnerismo efectivamente irá por la plata de las obras sociales a través de la anunciada reforma del sistema de salud y buscará el desembarco de La Cámpora en los sindicatos en caso de que consigan desplazar a Moroni del Ministerio de Trabajo y reemplazarlo por un dirigente leal a Cristina Kirchner.
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El dispositivo sindical favorable a Alberto Fernández y a Moroni se montó de manera progresiva. Comenzó el viernes pasado con un acto en el que Rodolfo Daer, titular del Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA), homenajeó al ministro de Trabajo. Siguió hace 48 horas con el discurso del Presidente en el congreso de la Federación de Trabajadores de la Sanidad (FATSA). Luego, con las palabras de Gerardo Martínez en un acto en el Ministerio de Trabajo, en el que resaltó que “la CGT acompaña al gobierno de Alberto Fernández” y rechazó las “injerencias políticas” en las negociaciones salariales. Incluso hubo una frase que para algunos aludía a Cristina Kirchner por sus elogios al bancario Sergio Palazzo tras haber logrado un 60% de aumento: “No necesito que ningún político me venga a enseñar a cómo debo cerrar mis paritarias ni qué porcentaje debo acordar. Yo firmé el 62% y no preciso que nadie nos aplauda”.
Hace 24 horas, en el cierre del congreso de Sanidad, en Parque Norte, hubo otra señal similar: con la presencia de Moroni, el titular de FATSA, Carlos West Ocampo, quien dejó la secretaría general en manos de Daer luego de 37 años en su puesto, ensalzó al titular de la cartera laboral: lo consideró “el mejor ministro de Trabajo que tuvimos en muchísimos años” y advirtió que, “aunque lo ataquen, vamos a estar atrás con todos los gremios defendiéndolo”. También estaba Lingeri, quien afirmó que Moroni “es un compañero que nos escucha como pocos y por eso lo bancamos”. Para Daer, el ministro “no cede a la presión de los que buscan romper con el modelo sindical argentino”.
Los sindicalistas que apoyan a Alberto Fernández no se quedarán sólo con estos gestos: en las próximas horas buscarán que los gobernadores del PJ se pronuncien en favor del Presidente para aislar políticamente a Cristina Kirchner. Hasta ahora, los mandatarios peronistas parecían estar más preocupados en anticipar las elecciones para evitar que una oleada de votos opositores les quite el poder.
“Gordos”, “independientes” y barrionuevistas como Carlos Acuña (estaciones de servicio) es la alianza de sectores que manejan la Confederación General del Trabajo (CGT) y ahora buscan abrazar al Presidente para protegerlo. Sin unirse explícitamente a ellos, coincide en apoyar al jefe del Estado el líder del Sindicato de Camioneros, Hugo Moyano, quien desde el comienzo de la pandemia mantiene una fuerte relación personal con Alberto Fernández. Pablo Moyano, su secretario adjunto, estaba más cerca del kirchnerismo (como graficó su polémica foto con Máximo Kirchner), pero se mantiene más imparcial desde que almorzó con el primer mandatario en la Quinta de Olivos.
Claudio Moroni fue homenajeado por Rodolfo Daer en el Sindicato de Alimentación
Aun así, aliados del hijo del líder de Camioneros como Omar Plaini (canillitas), entre otros moyanistas, funcionan en tándem con sus colegas sindicales kirchneristas de la Corriente Federal de Trabajadores, que integran Palazzo, Vanesa Siley (judiciales) y Walter Correa (curtidores). Este combo gremial, aliado al ultrakirchnerista Hugo Yasky, jefe de la CTA de los Trabajadores, viene apoyando todas las iniciativas socioeconómicas que surgen de La Cámpora para erosionar al Presidente y mostrar que están en sintonía con la Vicepresidenta.
Lo que se está gestando en la CGT es una suerte de “tercera posición”: dirigentes que comenzaron a hablar con más frecuencia para tener autonomía tanto de los fieles a Alberto Fernández como de los seguidores de Cristina Kirchner. Creen que unos y otros deberían ser independientes en la disputa del oficialismo y sostener un discurso centrado sólo en la defensa de los derechos de los trabajadores.
¿Marcará una nueva ruptura dentro del sindicalismo? Por ahora, hacen más catarsis que otra cosa. Aún no se animan a mostrarse en sociedad, aunque habrá algunos indicios de estos movimientos durante una reunión de las 62 Organizaciones que se hará esta tarde en la Asociación Obrera Textil (AOT). Uno de los dirigentes que quiere ubicarse en el medio sería Abel Furlán, líder de la Unión Obrera Metalúrgico (UOM), de buena relación con Máximo Kirchner, aunque partidario de no definirse por ninguno de los polos de poder del Frente de Todos.
En el peor momento de Alberto Fernández, con una inflación que no cede, la imagen por el piso y la embestida recargada de Cristina Kirchner, muchos sindicalistas comenzaron a operar pública y reservadamente para defenderlo. Al mejor estilo borgeano, no los une el amor incondicional al Presidente sino, sobre todo, el espanto a una Vicepresidenta dispuesta a todo para no perder el poder.
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