El titular del gremio bancario pronostica meses de conflictividad por el ajuste. Pide acuerdos, pero advierte que "algunos le votaron todo al Gobierno y ahora son opositores porque a Macri le va mal".
"Si las condiciones siguen así, no hay otro camino que la confrontación con todos los instrumentos sindicales que tenemos", dice Sergio Palazzo para anticipar la posibilidad de un quinto paro nacional de la Confederación General del Trabajo (CGT). Es el secretario General del sindicato de trabajadores que arrancó el año en conflicto con los bancos, una de las patronales más beneficiadas de los últimos años, bajo el signo de Cambiemos.
Mendocino de origen y radical por convicción, Palazzo es además el principal referente de la Corriente Federal de Trabajadores, un espacio que reúne a 48 sindicatos. A fines de abril, cuando el Gobierno todavía estaba empecinado en evitar acuerdos por encima del 15%, la Asociación Bancaria cerró una paritaria con una cláusula gatillo que actualmente lleva el aumento anual al 24%.
El gremialista asegura que el Gobierno tiene que reabrir todas las paritarias por el nivel de deterioro del poder adquisitivo, pero advierte la necesidad de un proceso de unidad con las demás centrales sindicales, y los movimientos sociales, para resistir al ajuste. "O el Gobierno cambia su política o hay que incrementar el nivel de unidad en la acción para profundizar el conflicto", sostiene el aliado del camionero Hugo Moyano, que se muestra escéptico sobre un posible congreso de la CGT el próximo 22 de agosto para elegir un único secretario General que reemplace al triunvirato actual. En materia política comparte el mismo escepticismo sobre algunos sectores de la oposición, que "le votaron todo al Gobierno y ahora quieren ser opositores porque a (el presidente, Mauricio) Macri le va mal".
BIO. Secretario General de la Asociación Bancaria y líder de la Corriente Federal de Trabajadores. Con pasado militante en el radicalismo, elogia a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner y reclama la unidad del arco opositor a Cambiemos. Fue adjunto de Juan José Zanola hasta que la Justicia ordenó su detención y quedó al frente del sindicato. Desde los comicios posteriores a ese proceso resultó reelecto. Se negó a integrar al Consejo Directivo de la CGT unificada que se conformó hace dos años. A fines de los 90 tuvo que afrontar el cierre de los bancos estatales de Mendoza, su provincia natal. Tiene 55 años.
-El Gobierno dice que vienen meses duros por la recesión y la inflación. ¿Cómo impactará este empeoramiento en las negociaciones paritarias, teniendo en cuenta el porcentaje que ya cerraron?
-El Gobierno tiene que reabrir todas las paritarias y no buscar que los trabajadores paguen el costo del ajuste. Los salarios, como mínimo, tienen que estar acompasados con la inflación. Porque el trabajador gasta su dinero en consumo y el consumo es el 70% del Producto Bruto Interno. Por lo tanto, si el trabajador vive por debajo de la inflación y no tiene dinero, cae mas la actividad económica. Por eso tienen que reabrir las paritarias.
-Ante un escenario de reapertura de las paritarias, ¿cuál sería el porcentaje para actualizar salarios?
-Nosotros tenemos una cláusula que nos preserva de eso, porque se acordó con los empresarios que se comprometen a garantizar el poder adquisitivo toda vez que la economía modifique la situación y se está cumpliendo. Tenemos esa actualización asegurada con una cláusula gatillo encubierta. Pero este Gobierno acordó con el FMI una inflación del 27% y cuando el Gobierno habla de inflación no le cree nadie, porque no han pegado una sola desde que asumieron.
-¿Cuál es su lectura sobre los riesgos financieros del país luego de la corrida?
-Hay que mirar este proceso desde el punto de vista de la macroeconomía, porque con una tasa del 60% de interés no es un país que busque producir. Todas las inversiones van a ser especulativas y, en la medida que no haya volumen de la economía, habrá recesión y habrá peores problemas en la economía.
Creo que viene un nivel de conflictividad muy alto, porque hay una situación social que el Gobierno no puede controlar. No controla los precios y tiene salarios y jubilaciones depreciadas ante el costo de vida. Cuando uno ve el acuerdo con el FMI puede ver que será un segundo semestre muy conflictivo
-¿Considera que esta situación puede acelerar el desgaste del Gobierno?
-Creo que viene un nivel de conflictividad muy alto, porque hay una situación social que el Gobierno no puede controlar. No controla los precios y tiene salarios y jubilaciones depreciadas ante el costo de vida. Cuando uno ve el acuerdo con el FMI puede ver que será un segundo semestre muy conflictivo.
-En materia sindical, ¿eso podría profundizar los intentos de unificar la conducción de la CGT en un sólo dirigente?
-El movimiento obrero tiene que ir a la unificación a partir de una unidad lo suficientemente amplia. Pero esos procesos requieren una unidad en la acción con la CGT, con las dos CTA y con los movimientos sociales. Hay una gran cantidad de trabajadores que no son convencionados o que no tienen empleo que hoy tienen que estar contenidos en la protesta que se lleve a cabo. O el Gobierno cambia su política o hay que incrementar el nivel de unidad en la acción para profundizar el conflicto.
-¿Habrá triunvirato después del 22 de agosto o mando único?
-Hasta ahora, como dicen los abogados, no hay un solo acto útil para decir que habrá un congreso el próximo 22 de agosto. Salvo lo que dijeron los jefes del triunvirato, no se ha convocado al confederal, ni modificado el estatuto para un mando único. Yo creo que hace falta un cambio en la CGT, pero no de nombres sino de políticas. El diálogo de la CGT con el Gobierno está agotado y eso tiene que ver con las políticas y no con los nombres. Pero entendemos que hay que construir esa unidad y seguramente la Corriente Federal estará.
"Los legisladores de la oposición le prestaron los votos al Gobierno que perjudicó a los jubilados. Ojalá lo encaminen de aquí en adelante para no perjudicar a los trabajadores. La oposición tiene que ser una alternativa ante las políticas del gobierno."
-La última vez se negó a integrar el triunvirato y la conducción de la CGT. Si hay unidad, ¿se animaría a encabezar ese proceso?
-Hasta que no haya un congreso confederal convocado, el triunvirato tiene dos años de mandato. Sería impropio plantear una autopostulación, vamos a colaborar desde la Corriente Federal, pero seguramente también plantearemos las posiciones de nuestro espacio.
-¿Cuáles pueden ser los puntos para construir esa unidad sindical en la acción que plantea?
-Creo que hay que garantizar un salario para los trabajadores con empleo y sin empleo, garantizar la comida a todos los argentinos, recuperar el poder adquisitivo de las jubilaciones y las asignaciones sociales. Son puntos en los que podemos coincidir entre todos.
-La CGT tuvo un encuentro con el bloque de senadores Argentina Federal y con su titular MIguel Pichetto. ¿Esa unidad de acción puede llegar a tener una ofensiva legislativa que supere el proyecto presentado para sacar el aguinaldo del impuesto a las ganancias?
-Ojalá se dé. Hasta ahora esa experiencia no ha sido del todo satisfactoria, porque los legisladores de la oposición le prestaron los votos al Gobierno que perjudicó a los jubilados. Ojalá lo encaminen de aquí en adelante para no perjudicar a los trabajadores. La oposición tiene que ser una alternativa ante las políticas del gobierno actual.
-Usted dijo antes de las elecciones que no alcanzaba con el peronismo para ganarle al oficialismo, porque era un adversario muy sofisticado. ¿Qué posibilidad hay para superar esa situación y discutir la legitimidad de este modelo?
-Los sectores populares deberían establecer un multifrentismo, una unidad en todo sentido, con todos los sectores políticos, y como dijo Alberto Fernández: sin Cristina (Fernández de Kirchner) no se puede y hay que sumar a partidos como los radicales progresistas y los socialistas que se quieren sumar. Hay un amplio espacio de izquierda y centro izquierda que quieren acompañar.
-¿Qué candidato podría representar ese intento de unidad?
-Me parece que hay que poner un programa adelante y después los candidatos. Cuando uno pone los nombres adelante condiciona a los demás actores. Es tiempo de hablar de proyectos y el año que viene se verá quien expresa ese posicionamiento.
"Como dijo Alberto Fernández: sin Cristina no se puede y hay que sumar a partidos como los radicales progresistas y los socialistas que se quieren sumar."
-¿Cuáles son los principales puntos de ese programa político?
-Para mi, recuperar la industria nacional y las pymes, con un Estado presente que regule la actividad de la economía, abandonar la política de financierización de la economía, una política de producción y una sociedad inclusiva y no excluyente.
-Ya pasaron dos meses de la primera corrida cambiaria. El Gobierno cambió a dos ministros, sacó a Sturzenegger del Central y lo reemplazó por Caputo, entre otras medidas. ¿Estos cambios son útiles para frenar la corrida?
-Creo que el Gobierno aspiraba a un dólar de 30 pesos y los agroexportadores se lo pedían. Por eso no creo que estén tan enojados, pero este Gobierno no tiene plan A, ni B, ni C. Actúa por los focus groups. Las medidas que toman vuelven a ser desacertadas y ahora dicen que la solución es el FMI. Eso quiere decir que no aprendimos nada del 2001.
-Sobre la posibilidad de gradualizar la reducción de las retenciones, ¿estamos ante una interna manifiesta entre el gobierno y sus aliados?
-Creo que el Presidente lo que hizo, con este amague, fue consolidar su alianza estratégica con los sectores poderosos. Por eso recurre con poner menos retenciones o disminuirlas en el caso de la soja. Pero en la crisis, Macri ratificó su alianza estratégica con los poderosos.
-Desde su punto de vista, ¿qué diferencias impiden la unidad del peronismo?
-No solo del peronismo, sino de todas las vertientes. Creo que hace falta grandeza. Seguimos discutiendo el pasado. Otros se creen con derecho a proscribir candidatos que suman muchos votos y yo tengo dudas de que haya sectores que estén dispuestos a acompañar a los candidatos que no les gusten. Eso es falta de grandeza. El problema es que hasta ahora no se encuentra un denominador común por la falta de grandeza y también por la diáspora ideológica de algunos que le votaron todo al Gobierno y ahora quieren ser opositores porque a Macri le va mal.
Visitamos con el compañero Ruffino al Gobernador de Chaco Domingo Peppo pic.twitter.com/bc7BXeERGh
— Sergio Omar Palazzo (@SergioOPalazzo) 5 de julio de 2018
-¿Vamos camino entonces a un nuevo escenario de polarización como en las últimas elecciones?
-No sé si llegaremos a eso. Falta mucho. Es muy rápida la degradación de las condiciones de vida de la sociedad. Porque si se sigue degradando así, no habrá polarización sino un espacio político que va a perder todo el poder sin ninguna chance electoral. Depende del ritmo de la degradación de las condiciones de vida de los argentinos, que se acelera cada vez más.
-¿Cuál es el limite ante un escenario de tensión, con un Gobierno que ya ha demostrado que está dispuesto a reprimir?
-Los argentinos a los que le va mal ya han llegado a su limite de paciencia, porque la discusión ahora es si los argentinos pueden llevar un plato de comida a su casa. El Gobierno agotó la paciencia de los que más necesitan.
-¿Existe una posibilidad de un nuevo paro nacional?
-Si las condiciones siguen así, no hay otro camino que la confrontación con todos los instrumentos sindicales que tenemos.
- Durante estos meses hemos asistido a procesos de resistencia callejera, como en diciembre, y uno reciente que tuvo que ver con el debate de la legalización del aborto. ¿Cuál es su opinión de esa masiva presencia de jóvenes mujeres? ¿Cómo lo caracteriza?
- Creo que hay que prestarle mucha atención a los fenómenos sociales, a algunos temas que se instalan y darle su justa medida. En un momento muy delicado para la República Argentina. El Gobierno promueve un debate que tenía que darse y, paralelamente, avanzó sobre temas sociales y económicos de una forma voraz. Quisiera ver a toda esa gente movilizándose cada vez que un jubilado pasa hambre, o un trabajador pierde su empleo, cada vez que el Gobierno agrede un derecho. No solo se trata de un tema que había que discutirlo, que tenía que tener la resolución que tuvo, sino que ese afán de participación tiene que darse en todos los ámbitos de la vida, no en uno sólo. Porque sino termina siendo una moda y no un proceso de integración social de lo que le pasa a toda la sociedad.
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