Aniversario del Convenio 189 de la OIT sobre trabajo doméstico.
Diez años después de la adopción de un Convenio histórico de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que confirmó los derechos laborales de las trabajadoras y los trabajadores domésticos, estas personas siguen luchando para que se les reconozca su condición de trabajadores y de prestadores de servicios esenciales.
Han pasado diez años, pero en muchos casos, las condiciones de trabajo no solo no han mejorado sino que se han degradado a causa de la pandemia de COVID-19, indica un nuevo informe de la OIT .
En el peor momento de la crisis, la pérdida de empleo entre quienes realizan trabajo doméstico fue de entre el 5 y el 20 por ciento en la mayor parte de los países de Europa, y también en Canadá y Sudáfrica. La situación fue peor en las Américas, pues las pérdidas representaron entre el 25 y el 50 por ciento. En el mismo periodo, la pérdida de empleo entre otros asalariados fue inferior al 15 por ciento en la mayoría de los países.
Según los datos del informe, los 75,6 millones de trabajadoras y trabajadores domésticos del mundo (el 4,5 por ciento de los asalariados del mundo entero) han sufrido mucho y ello a su vez ha repercutido en los hogares que dependen de estas personas para atender a la necesidad diaria de cuidados.
En el informe se indica que la pandemia de COVID-19 ha empeorado unas condiciones de trabajo que ya eran muy malas. Habida cuenta del déficit de protección laboral y de seguridad social preexistente, la fragilidad ante los efectos de la pandemia se agudizó. Tal es precisamente el caso de los más de 60 millones de trabajadoras y trabajadores domésticos de la economía informal.
“La crisis ha puesto de relieve la necesidad acuciante de formalizar el trabajo doméstico a fin de que quienes se dedican a ello accedan al trabajo decente; se ha de comenzar por ampliar y aplicar la legislación laboral y de seguridad social de todas las personas que ejercen el trabajo doméstico”, señaló Guy Ryder, Director General de la OIT.
Hace diez años, la adopción del emblemático Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, 2011 (núm. 189) fue aclamada como un importantísimo avance para las decenas de millones de personas que realizan trabajo doméstico en el mundo, buena parte de las cuales son mujeres.
Desde entonces, la situación registró cierto avance, pues el número de trabajadoras y trabajadores domésticos completamente excluidos del ámbito de las leyes y reglamentos laborales se redujo en más de 16 puntos porcentuales.
No obstante, buen número de integrantes de este grupo (el 36 por ciento) sigue sin cobertura alguna de la legislación laboral, un claro indicio de la necesidad urgente de subsanar los vacíos legales, en particular en Asia y el Pacífico y los Estados Árabes, donde esos vacíos son mayores.
Incluso allí donde las leyes laborales y de seguridad social dan cobertura, la principal causa de exclusión e informalidad sigue siendo la falta de aplicación. Según el informe, solo una de cada cinco personas que realizan trabajo doméstico (el 18,8 por ciento) goza de cobertura de seguridad social efectiva en relación con el empleo.
El trabajo doméstico sigue siendo un sector con gran presencia femenina: emplea a 57,7 millones de mujeres, es decir al 76,2 por ciento de las personas con esta ocupación. Si bien en Europa y Asia Central, y también en las Américas, las mujeres son mayoría en la población activa del sector, en los Estados Árabes y África del Norte, los hombres representan un porcentaje mayor (63,4 por ciento), y poco menos de la mitad del total de trabajadoras y trabajadores domésticos de Asia Meridional (42,6 por ciento).
La amplia mayoría de quienes trabajan en este sector lo hacen en dos regiones: aproximadamente la mitad (38,3 millones) se encuentra en regiones de Asia y el Pacífico, en gran medida en China; otra cuarta parte (17,6 millones) está en las Américas.
Las trabajadoras y los trabajadores domésticos hoy están mejor organizados y pueden representarse a sí mismos en defensa de sus opiniones e intereses. El papel de sus organizaciones y de las organizaciones de empleadores del sector del trabajo doméstico, ha sido determinante en la evolución lograda hasta la fecha.
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