El ex miembro del directorio de la Obra Social de Panaderos endulzó su encono con el oficialismo y demandó a Ospep con cifras millonarias que podrían dañar a la entidad.
Un hecho casi inédito en el sindicalismo argentino se dio en las últimas horas dentro del ámbito de la obra social de la federación de Panaderos. Un acontecimiento que podría significar un daño extraordinario a las arcas de la entidad pero no solo eso, sino que implicaría un eventual perjuicio a sus propios afiliados.
El extraordinario acontecimiento se da en el marco de una demanda millonaria presentada por José Luis Sánchez, ex miembro del directorio de la Obra Social del Personal de Panaderías –OSPEP– quien reclama un daño indemnizatorio por parte de la entidad por haberlo hecho perder el puesto jerárquico que mantenía durante la gestión anterior.
En 2021, las elecciones de FAUPPA, para las cuales Sánchez rompió el pacto que lo unía con el histórico dirigente Abel Frutos, arrojaron una nueva conducción nacional a cargo de Gastón Frutos, hoy secretario de Fiananzas de la CGT. El Congreso eleccionario se llevó adelante en la provincia de Corrientes y posterior a ello, Frutos fue elegido como nuevo secretario general, cargo que ocupa hasta la actualidad.
Posterior a este hecho normalizador, el Consejo Directivo nacional electo se dispuso a ejercer funciones y una de ellas, fue la de modificar la composición del directorio de la Obra Social, hecho que se encuentra reglamentado por el estatuto sindical.
Como no era esperable de otro modo, la traición de Sánchez junto a un grupo minoritario, llevaron al nuevo órgano sindical a proponer la modificación de directorio de Ospep. Y así fue.
Todo hasta aquí se dio en el marco del estatuto gremial. Dentro del ámbito más íntimo de Panaderos, al secretario general de Capital Federal se lo conoce por su ambición económica y sus negociados con empresarios panaderos de alto mando, lo cual se refleja en las negociaciones paritarias, siendo el convenio colectivo de más bajo en porcentajes en los acuerdos salariales. El hoy integrante del Frente Sindical, también es dueño de panaderías en el centro porteño, lo cual en materia política podría definirse como roles incompatibles con la función sindical.
De vuelta a la obra social, Sánchez considera que su corrimiento del directorio fue adrede y malintencionado, por lo cual inició una demanda por un resarcimiento económico de millones, lo cual podría provocar un daño en las arcas de Ospep y en consecuencia, daños en el servicio de la misma.
Pero como agregado de lujo en toda esta cuestión económica y ambiciosa, la codicia de Sánchez y sus límites interpelan su sangre, ya que Ospep tiene en su administracion familiares directos suyos que se desempeñan laboralmente dentro de la obra social.
“Es un anti sistema”
Así lo definen adentro de Panaderos. Un “anti-sistema” dada la actitud reprochable de atentar contra su propia estructura de cobertura de salud, hecho que en tiempos actuales son de una extrema fragilidad económica. Si bien dentro del sindicalismo estas acciones son mal vistas, Sánchez se empecino en reunirse con varios actores gremiales que se hicieron un tiempo para recibirlo aun a sabiendas de la idiosincrasia de “este señor”, como lo llaman en la interna.
Gastón Frutos, titular de Pananderos, durante la conferencia de prensa de la CGT.
La preocupación dentro del movimiento compañero es justamente que, en tiempos en los cuales el sindicalismo deberá cerrar fuerzas para adentro (la política los obliga), un personaje que se tome atribuciones destructivas de la puerta para adentro, al menos llama a dormir con el enemigo.
Por qué tanta saña
Las actitudes de Sánchez tienen un núcleo sustancial. En sus fantasías edulcoradas, con sueños recurrentes y casi con rabia de poder, pretendía convertirse en el sucesor inmediato de Abel Frutos.
José Luis Sánchez soñaba con quedarse con el puesto de Abel Frutos.
Él consideraba que era SU momento; que la vida lo había preparado para un puesto nacional y que el traje de la CGT le encajaba como saco turquesa, remera blanca impecable y zapatos de charol.
Las puertas de Azopardo eran los portones del paraíso. El 4to piso era su lugar y el escenario del Felipe Vallese, su altar más preciado.
Pero la palmera tenía guardado un lugar mucho menos ambicioso, aunque no menor: continuar al frente de un gremio porteño que tiene un enorme desafío: contener a la gran masa de trabajadores y trabajadoras que reclaman elevar los magros salarios que subyacen en territorio porteño.
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