Para competir por la Presidencia, los dirigentes gremiales apuestan desunidos por Sergio Massa, “Wado” de Pedro y Daniel Scioli. Por qué se complica el intento de presionar por lugares en las listas y espacios de poder. Quién es quién en la pelea
Por Ricardo Carpena
Dividido y atomizado, el sindicalismo peronista atraviesa su etapa de mayor crisis sin poder unirse ni siquiera para presionar de manera efectiva sobre la dirigencia política para conseguir más lugares en las listas de candidatos o espacios de poder en la etapa que viene, seguramente fuera del gobierno.
Hoy, hay gremialistas que apoyan a Sergio Massa, otros a Eduardo “Wado” de Pedro y también existen los que respaldan a Daniel Scioli. Incluso hay quienes rezan para que Cristina Kirchner apunte su dedo hacia Axel Kicillof para convencerlo de cambiar su proyecto de reelección como gobernador bonaerense al de candidato presidencial para retener mejor los votos de la Vicepresidenta y evitar una derrota electoral que, según algunas consultoras, podría ser la peor de la historia para el peronismo.
A tono con la fractura de hecho del Frente de Todos, que ahora se llamará Unión por la Patria, los dirigentes sindicales también apuestan de manera disímil en el complejo tablero electoral del oficialismo. Los que se definieron primero fueron los miembros del sector mayoritario de la CGT (”Gordos” e independientes), que desde hace meses dieron señales de apoyar el proyecto presidencial de Massa. Esta semana lo acaban de ratificar con un documento en el que, a tono con los deseos del ministro de Economía, piden la unidad del oficialismo alrededor de un candidato único, sin PASO.
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Eduardo "Wado" de Pedro y Sergio Palazzo, en la Asociación Bancaria
Aun así, ese sector sindical massista sufrió una baja importante: el barrionuevismo pasó en bloque desde el 1° de junio a alinearse con la posible postulación presidencial de “Wado” de Pedro. Se formalizó en un encuentro realizado en la sede de los obreros de maestranza (SOMRA) y no sorprendió que haya estado presidido por Luis Barrionuevo, el líder del Sindicato de Gastronómicos, que ya apoyaba al ministro del Interior. En cambio, llamó la atención la presencia del cotitular de la CGT Carlos Acuña (estaciones de servicio), un fiel exponente del barrionuevismo que hasta entonces estaba encolumnado detrás de Massa y se reconocía como un referente del Frente Renovador. Inclusive, su esposa, Blanca Cantero, es intendenta del partido de Presidente Perón por el espacio massista.
Por esos extraños virajes de la política, Barrionuevo pasó de ser uno de los principales enemigos sindicales del kirchnerismo a convertirse en el máximo sostén en el gremialismo de un dirigente de La Cámpora como De Pedro. En el encuentro del SOMRA, el jefe de los Gastronómicos logró reunir una treintena de dirigentes que le responden desde la época de su CGT Azul y Blanca y aliados como Omar Maturano (La Fraternidad) y Mario Calegari (UTA), más kirchneristas como Víctor Santa María (encargados de edificios) y José Voytenco (rurales) y sindicalistas cercanos a “los Gordos” como Amadeo Genta (municipales porteños), Julio Piumato (Judiciales) y Carlos Sueiro (Aduana).
Barrionuevo está repitiendo los mismos pasos que siguió cuando se convirtió en el primer dirigente gremial en rodear en los años 80 a aquel caudillo riojano llamado Carlos Menem: una mesa sindical para apoyar la candidatura. ¿Su apuesta tendrá éxito nuevamente? Es extraña por partida doble. Por el lado de Barrionuevo, sorprende que se abrace con un exponente de La Cámpora, esa organización que se enorgullece de estar en la vereda de enfrente de los “burócratas” sindicales. La jugada incluso es un cóctel indigesto para gremialistas K que ven en Barrionuevo a un enemigo ideológico, asociado con las peores prácticas. Para el kirchnerismo duro, este mismo Wado de Pedro que privilegia a Barrionuevo es el que se reúne con directivos del Grupo Clarín y entidades del campo. Demasiados enemigos juntos.
Sergio Massa, reunido con la CGT y movimientos sociales
Los sindicalistas más ortodoxos, de todas formas, quieren reclamarle a De Pedro definiciones expresas en aquellos temas que para la CGT son sagrados: modelo sindical, sistema de personería gremial, paritarias y obras sociales. Son justamente las cuestiones que el kirchnerismo duro y La Cámpora vienen cuestionando desde hace años para derrotar a la “burocracia sindical” y permitir que avancen los dirigentes más alineados con Cristina Kirchner. ¿Wado de Pedro estará dispuesto a un viraje político que les garantice a sus nuevos amigos sindicales de que nada cambiará para ellos? Es una pregunta que Máximo Kirchner preferiría no responder en público, sobre todo cuando el oficialismo necesita los votos de esos dirigentes obsesionados en “la caja sindical” y la defensa de sus intereses.
Para Massa, necesitado de sumar muchos apoyos sindicales, el polo gremial que rodea al ministro del Interior se convirtió en una mala noticia. Aun así, el ministro de Economía puede jactarse de contar con el respaldo clave de Hugo Moyano (Camioneros) y de miembros de la cúpula cegetista: desde “gordos” como Héctor Daer (Sanidad) y Armando Cavalieri hasta los independientes Andrés Rodríguez (UPCN), Gerardo Martínez (UOCRA) y José Luis Lingeri (Obras Sanitarias). Representan al sector más dialoguista y pragmático del sindicalismo, un establishment gremial que no considera enemigo al empresariado y que mantiene un fluido diálogo con los gobiernos de turno.
Si el massismo sindical no sumó nuevos adherentes fue por culpa de la inflación. En la CGT temen que el ministro de Economía termine relegado por un nivel inflacionario que, si bien bajó, sigue siendo alto y alcanzó al 114,2% desde mayo de 2022. ¿Se puede hacer campaña con esos números sobre la espalda? ¿Cómo convencer a la gente de que se hará en el futuro lo que ahora no se puede hacer?
Cristina Kirchner, ante una decisión electoral que impactará en el sindicalismo peronista
Cuando la CGT rodeó a Massa, parecía encaminarse a ser el único candidato potable para que el Frente de Todos disputara la Presidencia con Juntos por el Cambio y Javier Milei. Hoy, aunque finalmente confirme su postulación, demostró que le costará reunir el consenso de todo el sindicalismo, sobre todo por el derrotero de una economía a la que le cuesta mostrar signos de recuperación.
Por eso hay sindicalistas que se mantienen expectantes, sin definirse todavía por ningún candidato. Uno de ellos es Sergio Romero, líder de UDA y secretario de Políticas Educativas de la CGT. No es el único que prefiere mantenerse equidistante en la pelea del oficialismo por la máxima candidatura.
La novedad es el acercamiento de Pablo Moyano (Camioneros) a Daniel Scioli. El dirigente moyanista que dio el primer paso hacia el embajador en Brasil fue Juan Pablo Brey, líder del gremio de aeronavegantes, que el 25 de mayo organizó un asado al que fueron sciolistas como Alberto Pérez, Oscar Cuartango, Claudio Ferreño, Guillermo Olivieri y Javier Mouriño, entre otros. Luego, a partir de las coincidencias a las que llegaron en esa comida, se produjo el encuentro de Brey y Pablo Moyano con Scioli. Fue la primera señal del camionero para diferenciarse del kirchnerismo, que lo consideraba su aliado. Algunos sospechan de una jugada del cotitular de la CGT para no enemistarse más con su papá Hugo, amigo de Alberto Fernández, el promotor de la postulación del ex motonauta.
Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano, con el Consejo Directivo de la CGT
En las filas del sindicalismo K, aún esperan una señal concreta de Cristina Kirchner para terminar de definirse en favor de un candidato presidencial. Esta fracción kirchnerista respiraría aliviada si Kicillof terminara siendo el elegido para competir por la Presidencia, pero algunos de sus integrantes ya empezaron a realinearse en función de las señales de la Vicepresidenta. Por eso Sergio Palazzo (bancarios) tuvo su encuentro para fotografiarse y darle su respaldo al ministro del Interior. Lo mismo sucedió con la CTA kirchnerista, liderada por Hugo Yasky, quien aseguró: “Wado de Pedro es el candidato de Cristina”. Para este sector, la postulación de Massa está lejos de ser la favorita.
Pero aún el sindicalismo que rodea a Massa empezó a mostrar signos de malestar con la gestión ministerial: por eso la cúpula de la CGT difundió en los medios un duro informe sobre la situación de las obras sociales. “El análisis desde el punto de vista de los recursos demuestra un panorama deficitario actual y una proyección que mantiene y acrecienta ese déficit”, afirma el texto elaborado por José Luis Lingeri, secretario de Acción Social de la CGT y líder del gremio de Obras Sanitarias.
Según advierte, “gran parte del déficit lo están cubriendo las organizaciones gremiales con aportes de esas entidades a sus obras sociales”. El informe precisa que, el déficit de las obras sociales alcanzará a 132 mil millones de pesos a fin de año. Los números apuntalan una estrategia para presionar a Massa, que se comprometió ante la CGT que destinaría fondos del presupuesto nacional para compensar el déficit de las obras sociales. Hasta ahora, ese dinero no llega adonde se prometió. La dirigencia cegetista sabe que no tiene margen para hacer una protesta que conmueva al ministro.
"Wado" de Pedro y Luis Barrionuevo
Lo mismo sucede con las protestas que realiza UPCN, el gremio estatal más numeroso, para que el ministro de Defensa, Jorge Taiana, acceda a darle la libre opción de obra social a 22 mil trabajadores civiles de las Fuerzas Armadas cautivos de la “deficiente” cobertura médica del Instituto de Obra Social de las Fuerzas Armadas y de Seguridad (IOSFA). Hace largas semanas que Andrés Rodríguez, líder de UPCN, mantiene el reclamo y no logra romper la inacción oficial sobre el tema. Contra Mauricio Macri algunos sindicalistas la pasaban mejor que ahora, en que les cuesta sostener su oficialismo.
Los gremialistas presionan a la dirigencia del Frente de Todos/Unión por la Patria para conseguir lugares en las listas e incidir en las decisiones electorales como si fueran dueños de pymes que compiten entre sí. Son conscientes de que, desunidos, pierden capacidad de presión, pero aun así no pueden actuar juntos ni coordinados. El documento que difundió esta semana la CGT para sumarse al reclamo massista de un candidato único incluye una referencia curiosa: “La unidad de la CGT debe ser el ejemplo, aun con diferencias y matices, de que nos unimos en defensa de los trabajadores y las trabajadoras que representamos”, señala. Pese a la apelación a la unidad, ese texto se gestó entre un par de dirigentes cegetistas. El resto de sus colegas se enteró por los portales de noticias.
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