Muchas compañías admiten que se les dificulta encontrar personal calificado y advierten que la situación podría empeorar con el avance de la tecnología.
Daniel Herrero, presidente de Toyota, hizo pública una dificultad que tienen todas las empresas y que preocupa cada vez más. “Se nos hace difícil en nuestra área geográfica encontrar 200 personas con secundario completo, porque en Buenos Aires se perdió el valor de un secundario”, reconoció el titular de la automotriz japonesa. La situación es más alarmante, si se tiene en cuenta que el avance de la tecnología exige una mayor capacitación de los empleados.
“Lo que le está pasando a Toyota, le viene pasando a muchos sectores de la actividad productividad”, reconoce sin vueltas Daniel Funes de Rioja, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) y de la cámara de alimentos Copal. “Con la transformación tecnológica, la digitalización y la inteligencia artificial, está claro que se está agrandando la brecha entre los jóvenes sin educación y la formación técnica. Hay que dar una respuesta en tiempo real, y no pensando en la segunda o tercera revolución industrial, sino en la cuarta y en la industria 4.0. Esto implica que hay que generar los incentivos para esa formación. La transformación digital de la industria va hacia una mayor productividad y competitividad”, agregó.
Según el Indec, en el primer trimestre del año el 17,3% de la población ocupada no terminó el secundario. A su vez, el 11,8% tiene únicamente educación primaria, el 2,5% abandonó la primaria y un 0,3% no tiene ninguna clase de instrucción. Si se suman, el 31,9% de los trabajadores no concluyó los estudios obligatorios. En la provincia de Buenos Aires, según datos del Ministerio de Educación, el 50% de los chicos no termina el secundario.
Javier Madanes Quintanilla, dueño de la fabricante de aluminio Aluar y de la empresa de neumáticos Fate, dice que en sus empresas, no solo es difícil conseguir trabajadores que acrediten estudios secundarios, sino que “todavía es más preocupante que no pasan los filtros adicionales”, ya sea por sus antecedentes u otros factores. “Estamos por debajo del 10% de la gente que, teniendo el secundario cumplido, se le puede dar ingreso a la fábrica. Este es un porcentaje históricamente y alarmantemente bajo. Si sumamos ambos factores, son datos muy malos”, advirtió el empresario.
Gerardo Beltrán Díaz, presidente de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), dice que “el gran problema, sumado a la falta de formación, es que los jóvenes ya arman un circuito para ser beneficiarios de los diferentes planes y eso lleva a que cada vez cueste más conseguir jóvenes capacitados y dispuestos a renunciar a una asignación social para incorporarse a un trabajo formal. Hasta que no logremos que por buen tiempo convivan ambos sistemas hasta un tiempo prudencial, será más complicado”.
Otra gran preocupación que ven los empresarios es la migración de gente joven, que se profundiza con las distintas crisis económicas y la falta de expectativas optimistas sobre el rumbo del país. “Esto complicará la búsqueda de personas técnicamente capacitadas para determinados puestos, porque estudian la carrera y buscan horizontes en otros países y eso complicará a la Argentina en un futuro”, dijo Martín Cabrales, fundador del café que lleva su nombre.
“Lo que dice Daniel Herrero es el principal desafío que tiene la Argentina: ver cómo podemos vincular la educación y el trabajo para que justamente la salida laboral que se vaya generando pueda ser cubierta eficientemente. Lo veo como el principal desafío que tiene la Argentina”, dijo, por su parte, José Urtubey, directivo de la UIA y de Celulosa Argentina.
La escasez de talento se encuentra en su pico máximo en 15 años, según un estudio de la empresa de recursos humanos ManpowerGroup. En la Argentina, el 72% de los empleadores tiene dificultades en cubrir posiciones, principalmente en las áreas de operaciones y logística, tecnología de la información (IT) y data, manufactura y producción, administración y asistentes de oficina, y ventas y marketing.
En la cámara de Economía del Conocimiento, Argencon, indicaron que “no solo es un tema de déficit en la formación, sino que es un problema en términos de oportunidad”, ya que el sector tiene un foco fuerte en servicios de exportación y es la tercera entre las actividades económicas que más divisas genera para el país. El año pasado, las exportaciones representaron US$5700 millones.
“La Argentina cada vez que empieza a levantar exportaciones de este tipo choca con el techo de que le cuesta conseguir profesionales. Hay 9000 búsquedas abiertas que no se están llenando de servicios tecnológicos y programadores”, señala Sebastián Mocorrea, presidente de Argencon.
“El país necesita un gran acuerdo político para que se incorpore la programación a la enseñanza primaria y secundaria, más allá de lo que hagan después los chicos, porque todas las profesiones ya tienen una contracara digital. Es un tema que trasciende a un gobierno. Y otro gran tema es el idioma: la Argentina comparada con el resto de los países de América Latina tiene un buen nivel de inglés, pero si tuviéramos mayores skills, tendríamos mejores oportunidades en el exterior”, agregó.
Sergio Candelo, presidente de la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi), inidicó: “En la industria del software en general, históricamente quedan entre 5.000 y 10.000 posiciones IT sin cubrir, en un sector donde el total de trabajadores ronda los 115.000. Por eso más que nunca debemos enfocarnos en hacer realidad nuestro plan 2030, que busca capacitar a nuevos profesionales y lograr más de 500.000 empleos formales, de calidad, inclusivos y federales”.
Un problema pre-pandemia
“Es cierto que hay un vínculo directo entre la educación y la inserción en el mercado laboral. En la provincia de Buenos Aires, según datos del Ministerio de Educación, el 50% de los chicos no termina el secundario. Esto se ha corregido con el tiempo, pero todavía falta un montón. Es lógica la situación que plantean desde las empresas, aunque no nos guste”, sostuvo Matías Ghidini, especialista en mercado laboral.
“Hay un grave desfasaje entre lo que la gente estudia y lo que necesitan las empresas. En la Argentina falta articular al sector público-privado con la educación, proyectar a largo plazo y definir cuáles son los trabajadores que vamos a necesitar, en función del modelo productivo del país que imaginamos. Puede ser Vaca Muerta, el campo, la economía del conocimiento, pero tenemos que entender qué profesionales necesitamos formar. Consecuencia de la falta de planeamiento pasan estas cosas, las empresas no pueden crecer porque no encuentran profesionales capacitados”, agregó Ghidini.
En el mismo sentido apuntó Alejandro Servide, director de professionals & RPO Randstad Argentina, quien resaltó que hoy en día para las empresas la finalización del secundario es un requisito obligatorio para contratar. “La baja terminalidad de la escuela no es algo que venga con la pandemia, sino de hace tiempo atrás, y es algo que impacta en la empleabilidad y el acceso al empleo formal. Desde el mercado laboral, estos bajos índices complican el proceso de reclutamiento, generando un descalce entre la oferta y la demanda”, señaló.
ManpowerGroup asegura que la pandemia generó el mayor cambio y reasignación de habilidades de la fuerza laboral desde la Segunda Guerra Mundial. No solo las habilidades tecnológicas fueron más demandadas, sino también las habilidades blandas, como la resiliencia y la colaboración. “El debate debe estar puesto en analizar si la educación formal hoy está en condiciones de preparar a los candidatos para cubrir posiciones que requieren de nuevas habilidades a partir de que, a raíz de la pandemia, las empresas tuvieron que iniciar un proceso de transformación digital acelerado”, agregó Gustavo Aguilera, director de talent solutions y people & culture de ManpowerGroup Argentina.
“Las empresas tienen que tener un rol activo en la formación de las personas. Por ejemplo, al enseñar lenguajes de programación, el desarrollo de habilidades blandas. En este contexto de pandemia, universidades y terciarios también tienen que acompañar para acelerar estos procesos, porque la transformación digital hizo que la vida útil de estas habilidades se vuelva más corta. Como paradigma, el aprendizaje es un proceso continuo”, concluyó Servide.
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