Por Mariano Martin
Los resultados en Avellaneda, La Matanza y Quilmes suman ruido para el plan del secretario general de ser reelecto la semana que viene
La definición de las elecciones en todas las seccionales del país de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) dejó un nuevo organigrama de jefaturas con pocos cambios pero decisivos: el triunfo de un referente contestatario en Avellaneda, la principal filial del país; la continuidad de opositores en La Matanza; la derrota de la línea histórica en Quilmes, y la inminente intervención de la filial Morón son elementos que sumarán ruido a los planes de Antonio Caló para ser reelecto al frente del principal sindicato industrial del país el martes próximo.
Los comicios se desarrollaron con calma en casi todo el país a excepción de Avellaneda, la seccional que cubre mayor extensión geográfica (llega hasta Lobos) y que representa a 15 mil afiliados, que atravesó incidentes y momentos de tensión el viernes en instancias del cierre de la votación. No obstante terminó por imponerse el actual secretario general, Daniel Daporta, al frente de una lista Rosa plagada de dirigentes jóvenes en la que habían quedado al margen varios históricos de la filial, para incomodidad de la conducción nacional del gremio
Daporta había asumido el año pasado tras la muerte de Armando Leyes, a su vez secretario adjunto de la UOM nacional. Su actual postulación estuvo cruzada por tironeos con la Junta Electoral nacional y un amague de intervención por parte del Ministerio de Trabajo nacional. De hecho la Rosa marchó días atrás a la sede nacional del gremio a la cartera laboral. A última hora del viernes, sin interrupciones del proceso electoral, se consagró el triunfo de la actual oposición por sobre la lista Celeste y Blanca, integrada por algunos históricos excluidos por Daporta y referentes de comisiones internas tradicionalmente no contempladas por el gremio.
La tensión entre Avellaneda y Nación pone una cuota extra de incertidumbre respecto del intento de Caló por ser reelecto la semana que viene: el gremio define sus cargos nacionales mediante una suerte de colegio electoral en el que votan los dirigentes resultantes de las elecciones en cada seccional, y la tradición permanente de la UOM indica que Avellaneda ubica al secretario adjunto. Antes de Leyes había ocupado ese cargo Juan Belén, quien secundó a Caló. Cerca del secretario general nacional admitieron que analizan romper por primera vez con esa tradición para evitar tensión en la cima del sindicato.
Otro elemento novedoso que dejó la elección fue la derrota de Francisco “Barba” Gutiérrez al frente de la seccional Quilmes por los últimos 38 años a manos de Adrián Pérez, un dirigente más joven que llevó como bandera de campaña, como tantos otros opositores en las seccionales en las que hubo competencia, el deterioro en el salario metalúrgico de los últimos años, agravado por las consecuencias de la pandemia de coronavirus. Pérez cuenta con el patrocinio de la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, y la intervención de la política en el proceso electoral no fue sólo episódica: Gutiérrez es sindicado como el principal responsable de haber instado a Caló a darle su apoyo a Florencio Randazzo en la pelea que encaró en 2017 contra Cristina de Kirchner.
En Morón, mientras tanto, seguirá el suspenso por varias semanas más. El comicio en el que Sergio Souto, también distanciado de Caló, buscaba ser reelecto frente a una lista opositora que contaba con el beneplácito de la conducción nacional, se vio alterado por señalamientos de la Junta Electoral frente a la renuncia de dirigentes de la nómina oficialista local. Por fin la Justicia federal ordenó suspender la votación y desde la UOM nacional le adelantaron a este diario que en cuestión de días se resolverá la intervención de la filial. Lo que en apariencia se decidiría para no inclinar la balanza a favor de ninguna de las dos listas sacaría, de paso, un posible voto negativo para la definición del secretariado nacional la semana que viene.
De las doce filiales en las que hubo competencia, en otras de importancia se mantuvieron victoriosas las conducciones que rivalizan, en mayor o menor grado, con la jefatura nacional. Una es La Matanza, adonde Hugo Melo le cedió su lugar (la tradición local indica que el secretario general deja su cargo al cumplir 65 años, lo que en este caso iba a suceder en 2023) a Esteban Cabello que se desempeñaba hasta la semana pasada como protesorero. La impronta de la filial la delineó Carlos “Ruso” Gdansky, un dirigente de fuerte identificación con el kirchnerismo que llegó a ser diputado nacional. Otro que fue reelecto es Pablo González, al frente de la seccional Villa Constitución, quien se impuso a una lista de izquierda. Se trata de una filial con impronta clasista moldeada por el liderazgo de Alberto Piccinini, actor central del “Villazo” de 1974.
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