Pacto social y unidad gremial. ¿Hasta dónde llegará el gremio de los camioneros? ¿Por qué observan con desconfianza los movimientos de Hugo Moyano?
Una vez más Hugo Moyano consiguió acaparar la centralidad. El viernes pasado, durante la demostración de unidad que la CGT intentó mostrar ante el presidente electo, el secretario general de Camioneros mantuvo pendiente a propios y extraños.
Que voy, que no voy, que puede ser. Moyano jugó por un rato a las escondidas, y a las intrigas, algo que hace muy bien.
Alberto Fernández y Héctor Daer (Sanidad) estaban convencidos de que el camionero no faltaría al convite. Al encuentro también asistieron el gobernador bonaerense electo, Axel Kicillof, y la plana mayor del justicialismo, gobernadores e intendentes.
El “Factor Moyano” estuvo presente desde temprano. Hasta los principales columnistas políticos ocupaban espacio en radio y TV para elaborar especulaciones alrededor del líder sindical.
¿Qué actitud tomará frente a los desafíos que se enfrentará a partir del 10 de diciembre la fórmula Fernández-Fernández?
Hasta ahora el líder sindical acordaba o rompía con los gobiernos de turno sin importar pactos preexistentes y extracción política. Se conducía, y lo sigue haciendo por impulsos propios. O si se siente acorralado.
¿Apoyará el “pacto social” solicitado por el próximo mandatario, quien en su exposición recordó que hasta Juan Domingo Perón, en 1973, lo solicitó?
¿Estará dispuesto a contener a los movimientos sociales que conforman la Multisectorial 21F, si pasan los meses y el Frente de Todos no logra reactivar la economía, bajar la inflación, crear puestos de trabajo, disminuir la pobreza y conseguir inversiones externas?
La duda surge por la heterogénea organización que armó junto su hijo Pablo y Gustavo Vera, de La Alameda, entre otros; y en la cual están representadas agrupaciones sociales como Barrios de Pie, de Daniel Méndez; la Corriente Clasista y Combativa (CCC), de Juan Carlos Alderete, referente nacional del Partido Comunista Revolucionario (PCR); o la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP), que entre sus referentes se encuentra Juan Grabois, el mismo que advirtió que “hay mecha corta en la Argentina”.
¿Moyano será parte de la “unidad gremial” que solicitó Fernández o, como dicen sus detractores, “lo que Hugo no conduce lo rompe”?
¿Cómo tomará que hasta ahora el presidente electo parece no tener en mente a ninguno de sus hijos para ocupar algún puesto en el ministerio de Trabajo, o en el futuro ministerio de Turismo y Deporte?
Moyano aspira a que Facundo, que es diputado, ocupe la secretaría de Deporte.
Y espera que su hijo “Huguito” sea nombrado en Trabajo. En principio, ambos están fuera de las preferencias del próximo mandatario.
Esas son solo algunas preguntas que orbitan alrededor del “Mundo Moyano” y que estuvieron latentes antes, durante y después de la demostración de fuerza y liturgia peronista desarrollada en el emblemático edificio de la calle Azopardo al 800.
“Unidad pegada con cinta de papel”
La acotada delegación de Camioneros, que no estuvo integrada por Pablo Moyano -secretario general adjunto-, llegó temprano a la sede de la CGT. Alrededor de las 10.30.
Ingresar no fue sencillo y demandó largos minutos.
A esa misma hora, a pocas cuadras, en Sarmiento al 300, el gobernador bonaerense electo, Axel Kicillof, ingresaba al edificio de La Bancaria.
Llegó hasta la calle Azopardo acompañado por el secretario general de ese gremio, Sergio Palazzo.
A medida que los principales popes sindicales ingresaban al lugar que supo albergar al féretro con el cuerpo de Eva María Duarte de Perón, “Evita”; subían al cuarto piso.
Alberto Fernández tuvo allí un primer encuentro con los líderes sindicales. Futuro presidente y camionero se expresaron afecto.
Ya lo había hecho en el departamento que habita el ex jefe de Gabinete en Puerto Madero. Esa vez, junto a Pablo Moyano, le obsequiaron una camiseta de Independiente, el club del que son los principales dirigentes.
(¿Alguno de ellos ocupará un lugar importante en la AFA?)
Fernández no desaprovechó la oportunidad, y frente a una docena de compinches que sabía que festejarían la gracia, le recordó que el cuadro de sus amores, Argentino Juniors, le ganó el partido al rojo de Avellaneda y que además, comparte la punta de la Superliga.
Moyano, que se caracteriza por pasar rápidamente de la risa fácil al humor ácido, o la frase hiriente; optó por ponerse tan serio como su camisa negra cuando bajaron al segundo piso y fue invitado a compartir la primera línea de sillas frente estrado.
Lo apoltronaron junto a uno de sus adversarios, Armando Cavalieri (Comercio).
Moyano y “El gitano” tenían las sillas pegadas. No pareció azaroso. Los organizadores del acto, los dos secretarios generales de la central obrera, Daer, y Carlos Acuña (Estaciones de Servicio), habían dispuesto que cada lugar tuviese un papel con el nombre de su ocupante.
La incomodidad de estar al lado del hombre que hace 33 años está a cargo de los Mercantiles no la podía disimular.
No cruzó palabra durante todo el acto.
“Nunca fueron amigos. Así estamos bien, ja, ja”, responden los colaboradores de Moyano cuando se les pregunta por el tema.
En 2005, uno y otro tuvieron un encontronazo memorable.
El líder del gremio de Comercio, que supo mantenerse -como otros “Gordos”- en el poder gremial por estar siempre cerca del “calor oficial”, acusó al camionero de utilizar la “metodología del chantaje” para lograr que parte del personal de la cadena de supermercados Coto sea transferido a su gremio.
“La metodología de Moyano es la fuerza y el chantaje, está cerca del delito, es molestar la propiedad privada, impedir que trabajadores puedan ingresar al trabajo y buscar el entorpecimiento de 130 sucursales que pone en peligro la estabilidad laboral de mucha gente”, se había quejado.
Y hubo otras.
El moyanismo concluyó en que no podía haber error en las ubicaciones asignadas. Y Moyano interpretó que el propio Cavalieri estuvo detrás de la trapisonda.
Fernández, en charlas previas con su amigo Héctor Daer, ya había dejado en claro que las cuitas personales y hasta políticas debían quedar a un costado.
Lo importante era mostrar un gremialismo, un peronismo unido. Y al menos ese primer objetivo se consiguió.
Unos y otros mostraron poder de cara hacia el traspaso de mando.
Y Moyano conoce como pocos esos mensajes. Por esa razón asistió al convite y hasta cantó la marcha peronista al lado de Cavalieri.
Tanto es así que a poco de comenzar su discurso el presidente electo dijo: “El movimiento obrero organizado se va a instalar en la Argentina el 10 de diciembre”.
También, sin utilizar esas palabras, Fernández se comprometió frente a los máximos referentes sindicales que no impulsará una reforma laboral.
Dentro de este contexto ¿dónde se va a parar Moyano?
“Camioneros va a apoyar el pacto social que nos pide Alberto”, lo escuchó decir Infobae al líder sindical.
Sus laderos, en diálogo con este medio, agregan: “Cómo no va a apoyar este proyecto si él fue unos de los primeros que apostó a esta fórmula. Hay que recordar que antes que con Alberto, Hugo ya había hablado con Cristina”.
Para algún desprevenido. Habla de Fernández de Kirchner, la ex presidenta de la que estaba distanciado, y actual vicepresidenta electa.
Dicho esto, el moyanismo no duda en asegurar que a la unidad sindical le queda poco tiempo. "No va a durar un carajo, está atada con cinta de papel”, dicen.
Como contrapartida, otro de los capos gremiales que como Moyano estaba sentado en primera fila, dijo: “El término correcto es que Hugo va a acompañar pero en la primera de cambio se corre y se aleja. Lo hizo siempre. Rompe lo que no conduce, por eso estuvo más tiempo afuera que adentro de la CGT”.
El presidente electo Alberto Fernández saluda a Hugo Moyano durante su visita a la Confederación General del Trabajo (NA)
Ejemplos hay de sobra. Y eso no es hablar mal del camionero. En 1994, cuando Carlos Saúl Menem, otro presidente peronista, estaba en el poder y aplicaba las políticas neoliberales sugeridas por el FMI, Moyano, junto, por ejemplo a Alicia Castro (Aeronavegantes), Juan Manuel Palacios (líder de la UTA), y otros gremios, entre los que se destacaban la Asociación Argentina de Empleados de la Marina Mercante, Dragado y Balizamiento y Judiciales; fundaron el Movimiento de los Trabajadores Argentinos (MTA), que fue una potente corriente interna de la CGT que salieron a la calle para protestar contra las privatizaciones, entre otras medidas.
Solo en un extremo
Las posiciones de privilegio en la larga mesa la ocupaba el agasajado. Lo flanqueaban los dos titulares de la CGT.
Así como Moyano estaba a la izquierda de esa trilogía, Sergio Palazzo fue ubicado en el otro extremo; a su lado estaba Omar Viviani (Peones de Taxis). Los tres habían abandonado la conducción de la casa de los trabajadores casi dos años y atrás.
Viviani es la cabeza visible de la Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA). Palazzo de la Corriente Federal de Trabajadores; y Moyano del Frente Sindical para el Modelo Nacional.
Todo un gesto para demostrarle al presidente electo que estaban todos los representantes del movimiento obrero.
Inclusive se acercaron a saludar a Fernández Julio Piumato (Judiciales), que apoyó en la carrera presidencial a Roberto Lavagna, y Ramón Ayala, el secretario general de la UATRE, que militó para el actual presidente Mauricio Macri.
El gastronómico Luis Barrionuevo, quien también puso el aparato de su potente sindicato en favor de Lavagna, no asistió.
Tampoco lo esperaban.
Al terminar el acto, con liturgia peronista incluida, a Moyano se lo vio perdido, incómodo. Tenía urgencia por bajar del escenario e irse del salón Felipe Vallese.
La situación quedó expuesta ante las cámaras de TV. Mientras otros se saludaban, o amontonaban sus cuerpos para estrecharse con el presidente, Moyano parecía buscar una salida en el horizonte, que claramente no encontró.
Fue de los pocos que no buscó acercarse al presidente electo. Hizo lo contrario. Se quedó parado frente a su silla, y fue Fernández quien, al pasar a su lado para descender, estrecho su mano.
Ambos sonrieron. La lente captó ese instante. En primer plano aparece Cavalieri, pero de espaldas al camionero. También sonreía.
Habrá que esperar para saber por cuanto tiempo Moyano apoya, sin aparentes fisuras, al flamante gobierno peronista que el viernes aseguró que administraría el país junto al movimiento obrero.
La falta de reclamos contundentes por parte de algunos gremios contra las políticas de la administración Macri fue la razón del abandono de la conducción de la CGT de varios gremios.
Camioneros se arroga el privilegio de haber hecho punta en cuanto a los reclamos sindicales frente al gobierno que cejará el poder en un puñado de semanas.
Los bancarios manejan otra fecha y dicen haber sido ellos. De todos modos, unos y otros supieron marchar juntos y llenar la Plaza de Mayo.
Moyano y Palazzo también fueron de los primeros en salir a protestar contra la reforma laboral que el Poder Ejecutivo había ingresado al Parlamento.
Esa vez fueron los Bancarios los primeros en convocar y los Camioneros en sumarse. Ambos criticaban por los bajo a alguno de sus pares, como Daer, por haber “acordado” con el entonces ministro de Trabajo, Jorge Triaca, un proyecto laboral que la mayor parte del movimiento sindical y los movimientos sociales y partidos de izquierda, repudiaban.
Es muy poco probable que esta unión en la lucha se repita contra Fernández. En este punto, y a pesar de lo que por separado piensen unos y otros, Palazzo y Daer, junto a Víctor Santa María (encargados de edificios) tienen una llegada mucho más estrecha y hasta de amistad con el presidente electo.
No ocurre lo mismo con el jefe camionero. Por esa razón, el “Factor Moyano” es seguido atentamente por los colaboradores de Fernández y sus allegados en el sindicalismo.
Los próximos seis meses después del 10 de diciembre serán claves para ver que movida realizará uno de los gremios más importantes del país y hasta donde está dispuesto a “acompañar”, como lo sostiene el mismo Moyano.
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