El histórico líder de UPCN dice que "el Gobierno debería retroceder varios pasos para hablar de consenso". Mientras la CGT espera ser convocada, dice que no avalarán el recorte en indemnizaciones.
En la semana en la que la agenda oficial estuvo hegemonizada por las estrategias para frenar la corrida cambiaria y los temores, después disipados, sobre los vencimientos de las Lebac, Andrés Rodríguez recibió a Letra P en su oficina de la sede central del gremio, un petit hotel enclavado en plena Balvanera. El líder de UPCN, el sindicato de trabajadores del Estado, ocupa un despacho en la planta baja del edificio, que rebalsa de fotos y elementos litúrgicos del peronismo, pero también de su otra pasión que es la tradición campestre, una cultura heredada de su familia que le valió criticas de sus adversarios.
"Esperemos que no se convierta simplemente en un slogan sino que sea algo con contenido y genuino", dice con escepticismo sobre el llamamiento oficial a un Gran Acuerdo Nacional lanzado en el peor momento político y económico de la coalición gobernante. "Están convocando de apuro a los gobernadores, a los senadores y a los empresarios, pero a nosotros parece que todavía no nos quieren convocar", protesta antes de mencionar que, para que haya una participación gremial en un ámbito de diálogo, "el Gobierno debería retroceder varios pasos para empezar a hablar de consenso nacional".
"Eso no lo vamos a admitir por supuesto", advierte sobre el artículo de la reforma laboral que modifica el cálculo de las indemnizaciones por despido y, sin mencionarlo, insinúa un escenario de una pugna salvaje para cerrar un acuerdo salarial para el sector público. El hermetismo de los términos de la discusión no excluye, sin embargo, una definición de fondo: "Los pronósticos inflacionarios que lanzó el Poder Ejecutivo no están para nada acordes con la realidad".
Partícipe en las decisiones de fondo que toma la Confederación General del Trabajo (CGT), Rodríguez también participa activamente en la vida interna del Partido Justicialista (PJ). Un testimonio de eso es que, minutos antes de recibir este medio, estuvo reunido con uno de los interventores del partido, Carlos Campolongo.
BIO. Tiene 66 años y desde 1990 conduce la Unión del Personal Civil de la Nación (UPCN), aunque su participación en la directiva del principal sindicato de los trabajadores del Estado, se remonta a la post dictadura. Hace casi 30 años conduce uno de los sindicatos con más afiliados de toda la CGT. Además de su trabajo sindical, tiene una amplia trayectoria en el campo de la política y actualmente es vicepresidente del Partido Justicialista de la Ciudad de Buenos Aires. Su afición por la cultura tradicionalista -es socio fundador de la Asociación Criolla Argentina- le valió críticas y cuestionamientos por parte de sus adversarios.
-¿Qué balance hace de la situación de la CGT y de su conducción después de dos años y medio de gobierno de Cambiemos?
-Cuando asume este nuevo gobierno la CGT genera, indudablemente, una instancia importante de unidad. Si bien no logra conformar el total del escenario sindical, una gran mayoría de los gremios confederados nos ponemos de acuerdo por consenso y logramos esa suerte de congreso normalizador que da por resultado el actual Consejo Directivo. Allí comienza una acción que, en el segundo semestre de 2016, logra ciertos avances favorables al sector del trabajo en la negociación con el Poder Ejecutivo. Luego, hubo una supuesta convocatoria a una mesa de diálogo de parte del Ejecutivo que fracasó, tanto por ineptitud o defensa sectorial de los intereses empresariales, como también de un Ejecutivo que no demuestra una fortaleza para lograr un equilibrio.
-¿Ese cambio de actitud qué provocó en los sindicatos?
-Eso hizo que la CGT se retire de esa mesa de diálogo y comience un camino de confrontación, que llevó a hacer una movilización espectacular y en la que se movilizaron entre 250 y 300 mil compañeros.
-Ahí fue donde distintos sindicatos lanzaron el reclamo de “poné la fecha” a un paro general.
-Los sectores que intentaron generar un condicionamiento a la conducción fueron un minúsculo grupo que, por errores operativos en la organización, lograron llegar al pie del palco. Eso generó la fricción que salió muy destacada en los medios que buscaron deteriorar la importancia de ese acto. Pero te puedo asegurar que ese tipo de consignas no se extendió, así que no podemos decir que eso fue lo que determinó el acto.
"Hoy estamos en una situación de ver cómo se acomoda todo porque uno puede tomar una decisión apresurada de una acción que después vuelva en contra como un búmeran. Esto no se resuelve con un paro."
-¿Fueron sectores internos los que impulsaron esa consigna?
-Había activistas de algunos sindicatos, pero muy minoritarios. Y otros directamente no eran del movimiento sindical, sino que venían de espacios políticos y, fundamentalmente, de espacios políticos territoriales. Lo que eso jamás empaña la importancia de esa convocatoria, como estamos diciendo, con un número impresionante de gente que se volcó a la calle. Tras eso vino un paro nacional en abril, que tuvo un acatamiento muy significativo con porcentajes altísimos en el conjunto de la sociedad. Eso también fue organizado por la CGT.
-¿El resultado electoral de octubre cambió la coyuntura?
-La elección de medio término que favoreció al Gobierno nuevamente abrió una compuerta, con la intención de modificar una serie de cuestiones, entre ellas el régimen provisional a partir de un pacto con la mayoría de los gobernadores -la mayoría de ellos peronistas- y generar en ese aspecto un pacto fiscal con ellos. Paralelamente lanzan la reforma laboral sin negociar con los gremios. La CGT logra neutralizar el embate y envían al Congreso una reforma bastante light, resultado de una negociación.
-Sin embargo, varios gremios marcharon contra la reforma previsional e, incluso, la central definió un paro general por el tema.
-En estas cuestiones se mezclan lógicamente intereses políticos, sobre todo en una oposición muy dispersa, a lo que se suman sectores de izquierda y del anterior gobierno que buscaban elementos para oponerse a cualquier costo en el tema previsional. Eso contagia a la CGT, arrastrándola a una situación que no había decidido.
-¿El paro contra la reforma no fue definido por la central?
-Orgánicamente no se decidió. Fue voluntad de algunos sectores, pero no estaba en debate todavía orgánicamente dentro del ámbito sindical para adherir o no. Eso genera incluso una crisis interna en la CGT. Esa crisis lleva a una situación bastante confusa, porque algunos grupos van a la movilización y otros se auto aíslan por la violencia callejera. Y eso determina una suerte de dispersión del actual Consejo Directivo, con la discusión sobre si era necesario proseguir con el triunvirato o tener un unicato.
-¿Y hoy están las condiciones para la unificación?
-Hoy hay voluntad en los sectores sindicales de reconstruir el espacio propio de la CGT. Así llegamos a las últimas dos reuniones del Consejo Directivo, donde más allá de la crítica situación que está padeciendo el sector del trabajo, con un ajuste muy fuerte, una pérdida real del poder adquisitivo y un aumento brutal de las tarifas, se acuerda llegar a un nuevo congreso normalizador para el 22 de agosto para renovar la conducción. Esto incluye el diálogo con sectores que no habían participado en la anterior normalización y que ahora estarían dispuestos a hacerlo.
-¿Cuáles son esos sectores?
-Hay varios sectores que están sueltos, como el caso del MASA, de la Corriente Federal y de los compañeros que se autodenominaron 62 Organizaciones. Hay conversaciones con ellos y con algunos gremios sueltos como la UOM y SMATA, para confluir todos ese 22 de agosto para normalizar la CGT y obtener un consenso de un cuerpo colegiado.
-En las últimas semanas hubo un cambio de escenario y un deterioro de la situación económica. ¿Cuál es la mirada de la CGT?
-Indudablemente el escenario cambió de golpe. En dos o tres semanas ya estamos en otra realidad del país y es importante señalar las consecuencias sociales y las dificultades en el campo laboral. Hoy estamos en una situación de ver cómo se acomoda todo, porque uno puede tomar una decisión apresurada de una acción que después se vuelva en contra como un búmeran. Esto no se resuelve con un paro.
-Sin embargo, varios dirigentes plantearon que en la última reunión de cúpula se habló de convocar a un paro general.
-Hoy por hoy, decidir una acción apresurada puede terminar como un búmeran para el campo laboral. La mayor parte de la sociedad tiene una bronca importante por estos aumentos, pero también una suerte de temor porque no quiere un quiebre. Entonces, hay que manejarse con ciertos razonamientos y debates que profundicen la cuestión y nos haga dar pasos adecuados para esta etapa.
-¿Este es un Gobierno que favorece a los trabajadores?
-Indudablemente, si uno hace un balance sobre el Gobierno hay más para confrontar que para acordar. Hasta ahora, el Gobierno se ha mantenido muy cerrado y en un núcleo que cree que el diálogo y una construcción con los demás sectores es negativo. A nuestro entender, tendría que generar una convocatoria sin tratar de imponer absolutamente nada y buscando en cada situación salidas adecuadas, pero con la participación de los demás sectores.
-Marcos Peña primero y el presidente Macri, después, hablaron de un Gran Acuerdo Nacional para resolver los problemas del país. ¿Fueron convocados a este diálogo?
-Están convocando de apuro a los gobernadores, a los senadores y a los empresarios, pero a nosotros parece que todavía no nos quieren convocar. Esperemos que no se convierta simplemente en un slogan, sino que sea algo con contenido y genuino.
-¿Esto significa que, en caso que sean convocados, van a exigir condiciones para participar?
-Significa que esperamos que el Gobierno no convoque para imponer su tesitura sino para escucharnos y para generar un equilibrio. Yo estoy de acuerdo con vigilar el déficit fiscal, bajar la inflación y hacer un montón de cosas, pero también hay que mirar con atención el costado social de lo que está ocasionando esto. Acá hay mucha gente que verdaderamente tiene muchas dificultades para poder vivir. Nosotros vamos a privilegiar lo que representamos: una parte importante de la sociedad, que son los trabajadores.
-¿En esos posibles encuentros esperan tratar la reforma laboral?
-Pareciera que retroceden con lo que mandaron otra vez al Congreso. ¿Por qué retrocede? Porque ahora están diciendo que no quieren llamarla reforma laboral, sino como proyectos diferentes en el caso de la capacitación, el caso de la agencia nacional de salud o el caso del blanqueo laboral. Hasta último momento estuvieron intentando burlarse, porque metieron el artículo 245 de la ley de contrato donde tocan las indemnizaciones. Eso no lo vamos a admitir, por supuesto. Es una opinión muy personal, pero me parece que el Gobierno debería retroceder varios pasos para empezar a hablar de consenso nacional, ¿no?
Yo estoy de acuerdo que hay que vigilar el déficit fiscal, bajar la inflación y hacer un montón de cosas, pero también hay que mirar con atención en el costado social de lo que está ocasionando esto.
-Hace unos momentos mencionaba nuevos consensos en la directiva de la CGT. ¿Cree que los acuerdos se van a acrecentar en este escenario de conflictividad y de reaparición del FMI?
-Internamente sí, más allá de cualquier diferencia o matiz que siempre existieron en el movimiento sindical. La sabiduría de esto es deponer esas diferencias para privilegiar la jerarquización de la CGT, que es la institución madre de todos los gremios confederados y todos los trabajadores. Me parece que ese es el camino más importante para fortalecer la CGT.
-Frente a un gobierno de tinte liberal, ¿la CGT tiene que ayudar al oficialismo o aportar a la construcción de una alternativa política popular?
-La CGT tiene la obligación de defender a los trabajadores. Por supuesto que hay un reconocimiento hacia una historia que caracteriza al sindicalismo argentino, donde su dirigencia y su militancia están casi en absoluto encuadrados dentro de peronismo. Nosotros en ese aspecto consideramos que el reordenamiento del peronismo sería muy útil, no solo para el propio peronismo, sino también para la alternancia en la política, que es el equilibrador de la estabilidad de la institucionalidad argentina. Cuando un gobierno se encuentra solo acomete un atropello, con decisiones que después chocan con la realidad. Y cuando existe una oposición muy sólida con un gobierno débil se corre el otro peligro, que es generar una caída anticipada. Ambas cuestiones son negativas. En una democracia bien entendida, las alternativas políticas más o menos estructuradas y reconocidas por la sociedad son las que permiten generar un gobierno. Por eso nos parece muy bien que el peronismo se reordene para la próxima etapa electoral, que es en 2019.
-Hace algunos días el secretario general de ATE Capital planteó que, si fuera por él, los gremios nucleados en CTA tendrían que volver a CGT. ¿Ve factible incorporar este tipo de sectores?
-En la medida en que esos sectores respeten el modelo sindical argentino, sí. Si ellos vienen a reconocer al modelo sindical argentino, que tiene una historia muy fuerte y todavía es mayoría dentro de la realidad laboral, bienvenidos sean. No hay ningún problema, son gremios y muchos de ellos confederados que pueden participar de la CGT. Pero la actitud tiene que partir de ellos.
-¿Se imagina una CGT con los movimientos sociales adentro?
-Yo soy uno de los dirigentes que apoya esa tesitura. Tal vez no sé si enteramente adentro, por lo que marcan los estatutos propios de la CGT, pero de alguna forma hay que actuar coordinadamente porque los compañeros de las organizaciones sociales representan a los trabajadores que han caído en la informalidad o en la marginación, pero que son trabajadores al fin. Ellos no discuten, a diferencia de la CTA, el modelo sindical argentino. Lo respetan y en muchas de las conversaciones que hemos tenido quieren recostarse con una acción conjunta con la CGT para reivindicar lo que hoy necesitan, en esta coyuntura tan difícil que están atravesando. Nosotros podemos ayudarlos, como hicimos con la ley de emergencia social.
-¿Tiene alguna resistencia esta posibilidad?
-Este tipo de manejo creo que hay que tenderlo a la construcción de un camino común. Hay otros compañeros que a lo mejor dicen que no, que no pueden tener los mismos deberes y derechos que el resto de la CGT, pero creo que es un tema cultural que hay que ir venciendo, de a poco. Reconozco que los movimientos sociales representan a un sector del trabajo que es muy importante que estén contenidos y conducidos.
-¿Las transformaciones en el mundo del trabajo podrían abrir la puerta a que sindicatos como UPCN reconozcan como afiliados a los contratados por el Estado?
-Hay que separar una cuestión: los contratados ya no existen más como contratos de locación de obra, porque gracias al sindicato, a la acción del gremio y de las diferentes convenciones que hemos tenido en la época del gobierno anterior, hemos logrado convertirlos en planta transitoria. Cualitativamente es distinto. Con contrato de locación de obra no tenían ningún derecho laboral y los de planta transitoria tienen derecho gremial y laboral, lo cual significa que pueden afiliarse a un sindicato, recibir una obra social y tener seguridad social. No tienen la permanencia, pero a esos compañeros los defendemos porque tienen capacidad afiliatoria y porque permanecen en las plantas, aunque sean transitorias, del Estado.
-¿Cómo convive un sindicato como UPCN, que tradicionalmente apoyó la expansión del Estado, con un proyecto político como Cambiemos, que plantea en sus objetivos la reducción y achicamiento del Estado?
-No lo compartimos. Indudablemente, estamos en las antípodas de esa concepción. Nosotros consideramos que el Estado tiene que ser fuerte y eficiente, con un servicio a la comunidad, y que para nada está sobredimensionado. Al contrario, lo que hemos vivido en la primera etapa de este gobierno es que comenzaron a no renovar contratos de planta transitoria pero, por la puerta de atrás, entraban muchos allegados a ellos. Incluso, tomaban gente o hacían entrar gente con sueldos bastante elevados. Esto se cortó recién hacia fin del año pasado.
"En la primera etapa de este gobierno comenzaron a no renovar contratos de planta transitoria pero, por la puerta de atrás, entraban muchos allegados a este gobierno. Incluso, tomaban gente o hacían entrar gente con sueldos bastante elevados."
-Ahora lanzaron retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas.
-Sí, las jubilaciones anticipadas y el retiro es algo voluntario, como dice la palabra, en el sentido que el trabajador lo acepta si quiere. De cualquier forma va al fracaso eso, porque nadie se quiere retirar, sobre todo en un ámbito de la sociedad argentina donde el trabajo peligra. ¿Por qué? Porque en el campo privado tampoco están tomando mano de obra. Tampoco es una política adecuada para replantear lo que significa la jerarquización de la carrera administrativa y un mayor énfasis en hacer eficiente el Estado con políticas.
-Esta semana se conoció el índice de inflación de abril: 2,7%. Una inflación anual del 25% acumulado. ¿Qué número están negociando en la paritaria de empleo público?
-Lamentablemente no te lo puedo decir, porque estamos empezando las negociaciones. Nuestra paritaria rige a partir del primero de junio, por lo tanto se tiene que empezar a reunir en la última decena de mayo para discutir esta cuestión. Pero es cierto que los pronósticos inflacionarios que lanzó el Poder Ejecutivo no están para nada acordes con la realidad. Al contrario, se puede decir que muchos gremios que han firmado por el 15% le han hecho un gran aporte a la tranquilidad del país, aunque después tengan que hacer cláusulas de revisión y ver cómo se ajusta ese índice, porque no va a alcanzar para cubrir mínimamente el deterioro a través de la inflación. Todos nosotros interpretamos que la inflación va a ser más alta.
-O sea, ¿el 15% no es un número posible?
-No lo vemos como un elemento que va a ser lógico de la realidad de este año, no.
-¿Hay paritarias libres en Argentina?
-Nunca las hubo del todo. Las paritarias no se limitan solamente a la pauta salarial, hay muchos factores que determinan una paritaria. Además, es un ámbito que es importante porque es un entendimiento entre partes. La paritaria ha sido una herramienta revolucionaria que introdujo el peronismo y sigue siendo muy válida. Donde no existen paritarias, en otros países, la imposición de los sectores patronales o de los sectores de representantes del Estado significa muy bajos salarios.
-Ahora, le menciono algunos dirigentes y usted me dice que opina de cada uno:
-Hugo Moyano.
-Un buen dirigente sindical que ha tenido una trayectoria fuerte. Representa un gremio importante, que en la década del 90 ha tenido un crecimiento lógico por el contexto mundial de lo que significa un servicio como es el transporte.
-Cristina Fernández de Kirchner.
-Ha sido una presidenta con coraje y con fuerza, pero me parece que está agotada como posibilidad de futuro.
-Andrés Ibarra.
-Es un ministro cordial, accesible y dialoguista, pero indudablemente limitado en su decisión, comparado con lo que pueden decidir funcionarios de mayor envergadura que él.
-Juan Grabois.
-Muy buen dirigente. Se preocupa mucho por los movimientos sociales y genera una instancia de intento de organización de ese espacio que es muy útil.
-María Eugenia Vidal.
-Por ahora, valoro su actitud de intento de búsqueda de soluciones, pero no veo una gestión de envergadura en la Provincia como para transformar muchas de las realidades negativas del distrito.
-Luis Barrionuevo.
-Un dirigente de trayectoria que ha tenido mucha inteligencia política de interpretación de lo que es la calle. Es respetable.
-Germán Abdala.
-Muy buen dirigente. La verdad que lo extraño porque, a pesar de tener diferencias, construimos cosas en conjunto en la época del radicalismo alfonsinista que fueron muy significativas para el mundo estatal.
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