La mayoría de las pérdidas se producirán en las instalaciones de Ford en Dunton, Essex, donde se suprimirán hasta 1.000 puestos de trabajo, mientras que los 300 restantes corresponderán a funciones administrativas repartidas entre los cinco centros de la empresa en el Reino Unido.

Esta decisión forma parte de un plan de reestructuración a nivel europeo para eliminar 3.800 puestos de trabajo en los próximos tres años.

Ford afirmó que esta reducción se debe a la transición hacia los vehículos totalmente eléctricos y a la menor complejidad de los vehículos, con el objetivo de tener una flota exclusivamente eléctrica en Europa en 2035.

Martin Sander, director general de Ford model en Europa, explicó que estas medidas se realizan para "competir y ganar en una región altamente competitiva que se enfrenta a importantes vientos en contra económicos y geopolíticos".

La empresa manifestó que se pondrá en contacto con sindicatos y grupos de trabajadores de todo el continente para reducir el número de empleados mediante despidos voluntarios.

Mientras, el dirigente del sindicato Unite para el sector de la industria del automóvil, Des Quinn, declaró que el gremio exigirá a la empresa que abra las cuentas para determinar cómo salvar el mayor número posible de puestos de trabajo en Ford.

"Unite exigirá que la empresa abra los libros para determinar cómo salvar tantos puestos de trabajo en Ford como sea posible. Mientras tanto, está claro que el Gobierno no tiene ningún plan industrial para el éxito de la electrificación de la industria del automóvil del Reino Unido y los puestos de trabajo cruciales que apoya", afirmó el dirigente gremial.

Dijo que el Reino Unido se está quedando peligrosamente rezagado respecto de las naciones competidoras, cuyos gobiernos han tenido la previsión de aplicar una estrategia para la producción de vehículos ecológicos y redes de transporte ecológicas.

"No hay más que ver el estado de los planes de la gigafactoría del Reino Unido, que son absolutamente necesarios para el futuro del sector: La emblemática planta británica de Volt descendió a un ignominioso colapso, y su futuro depende ahora de una empresa australiana debido a la fatal adoración del mercado por parte del Gobierno", agregó.

"Llegó el momento de actuar y los ministros deben elaborar una estrategia industrial global que garantice la seguridad y la inversión en el sector automovilístico británico", concluyó.