Carlos Rosales compró Garbarino con 4.325 empleados y 200 locales, despidió a 3.800 trabajadores y como la empresa está en concurso apenas cobran $28 mensuales. Dejó una deuda de $20.000 millones
Por Graciela Moreno
Los más de 3.800 trabajadores despedidos de Garbarino están desesperados. El empresario Carlos Rosales, dueño de la cadena de electrodomésticos, les adeuda sueldos e indemnizaciones. La empresa está concursada y los ex empleados cobran sumas irrisorias que rondan los $28 pesos. Uno de sus ex trabajadores Sebastián Peralta vino desde San Nicolás y se encadenó en el Obelisco para comenzar una huelga de hambre y pedir que Rosales le pague a todos los trabajadores lo adeudado.
Cuando Carlos Rosales adquirió el grupo Garbarino en junio de 2020, los trabajadores se esperanzaron y confiaron en él. El grupo Garbarino que pertenecía a los hermanos del mismo nombre, arrastraba una deuda de $6.000 millones. Rosales, por entonces, pro tesorero de San Lorenzo se presentaba como el salvador.
El grupo contaba con las empresas Garbarino, Compumundo, Garbarino Viajes, Fiden y las plantas fueguinas de Tecnosur y Digital Fueguina. Una radiografía de Garbarino mostraba que tenía 4.325 trabajadores, más de 200 locales en casi todo el país y 32 centros de distribución logística a lo largo y ancho de Argentina.
Rosales realizó un desmanejo y vaciamiento de la compañía y comenzó a cerrar locales y despedir a sus empleados. Hoy la cadena está casi destruida, apenas tiene abiertas tres sucursales de Garbarino, el outlet y un par de locales de Compumundo. El market place que era uno de los líderes del mercado, tiene pocos productos. Esa gran masa de más de 4.325 trabajadores quedó reducida a 275 empleados, según datos de junio pasado. Las plantas del sur están siendo vaciadas, sus trabajadores hace más de tres años que no cobran su salario.
Garbarino está en concurso preventivo de acreedores. La deuda que ascendía a 6.000 millones de pesos, al momento de entrar en concurso fue más que triplicada y llegó a 20.000 millones de pesos. A eso hay que sumarle la deuda pos concursal, ya que desde febrero Rosales no les paga el sueldo a sus trabajadores. Casi no se lo ve por la empresa, sus empleados saben de él porque retira dinero para pagarse su prepaga. Se fue con denuncias de toda clase, por vaciamiento y hasta por acoso sexual a una de sus ejecutivas.
Un despedido de Garbarino vino de San Nicolás se encadenó al Obelisco y hace huelga de hambre
El ex tesorero de San Lorenzo ya no tiene bienes a su nombre, pese a que tras comprar Garbarino también adquirió Continental. Su madre preside la empresa y quien hoy la dirige es Noelia López, una histórica, que antes fue responsable de recursos humanos, la única mujer que decidió acompañarlo en la aventura de terminar de vaciar y destruir una marca que fue un símbolo del retail argentino.
En este contexto, Sebastián Peralta, recorrió 240 kilómetros porque estaba angustiado y desesperado. “Mi mujer se quedó sin trabajo y ya no podemos más. Trabajé 12 años en Garbarino y el 11 de noviembre de 2021 me llegó el telegrama. Me adeudaban $4,5 millones de indemnización, más 9 meses trabajados y vacaciones y lo máximo que me dieron con el Pronto Pago fue $126,23. Llegué desesperado, compre $200 de nafta porque iba a hacer lo peor, pero mis compañeros me convencieron que tenía que estar bien para luchar. Ya son muchos los que perdieron la vida por el abandono en el que nos dejó Rosales. No se merece que perdamos ni una vida más”, señaló el trabajador mientras está en huelga de hambre y encadenado a las rejas del Obelisco.
Gabriel Yapura es una especie de delegado de los ex trabajadores, trabajó 15 años en la sucursal de Garbarino de Escobar, fue otro de los que recibió el telegrama y ningún pago de la indemnización. “Muchos compañeros están desbordados psicológicamente, dieron su vida a Garbarino y quedaron en la calle, sin un peso y algunos les cuesta conseguir trabajo. A mi me deben casi $5 millones y Carlos Rosales no da la cara”, explicó Yapura.
Crónica TV hizo una cobertura especial y a través de un zoom reunió testimonios de ex trabajadores de todo el país. Víctor vive en Salta, trabajó nueve años en la sucursal en un shopping. Trabajaba 10 horas por día, dedicaba su vida a Garbarino. Los testimonios de sus compañeros Hernán, Mario, todos piden lo mismo, que alguien los escuche y se haga justicia. “Me perdí la crianza de mis hijos y nos echaron peor que a un perro, le pido a Rosales que de la cara”, suplica uno.
Mientras en plaza de Mayo, una gran cantidad de trabajadores festejan que se elevó el piso de las ganancias. A pocas cuadras, en el Obelisco, otros trabajadores lloran angustiados y reclaman que el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Comercial N° 7, a cargo del doctor Fernando Gabriel D´Alessandro, Secretaría N° 14, los escuche. Necesitan que los síndicos presenten sus informes y se expliqué cómo van a cobrar.
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