La idea de respaldar una segundo mandato de Alberto fue abandonada hasta por los más cercanos. Ninguno movilizó al Congreso y los que asistieron se movieron con sigilo. Las miradas se posan en Sergio Massa y en Daniel Scioli como alternativas. Juan Schiaretti golpea puertas y Horacio Rodríguez Larreta se mueven en las sombras.
Ya no quedan dirigentes en la conducción de la CGT que apuesten a una reelección de Alberto Fernández. La falta de acompañamiento con movilizaciones, aunque sean testimoniales, frente a su último discurso en el Congreso y el sigilo con el que se movieron los dirigentes que asistieron a la cita (casi que se escondieron), lo pusieron en evidencia.
Ni los que soñaron con promover el albertismo en su momento, y hasta lo alentaban a romper con CFK, hoy piensan que el Presidente puede ser una buena opción frente a las PASO que se aproximan. No queda más margen de acción.
La última decepción se la llevaron cuando se enteraron por la prensa el nombre de la ministra de Trabajo luego de la salida de Claudio Moroni de la cartera laboral. No sólo no son parte de la gestión, algo que les había prometido Alberto, sino que tampoco son fuente de consulta.
Por ello los Gordos, los independientes y el barrionuevismo ya barajan alternativas. Va de suyo que el candidato natural de ese espacio podría ser Sergio Tomás Massa. No sólo por la relación histórica que supo tejer con ese universo (tanto Héctor Daer como Carlos Acuña supieron ser legisladores por el Frente Renovador), sino por el perfil de un peronismo moderado.
Ese plan tiene un inconveniente claro e inmediato: la falta de resultados del de Tigre en su batalla con la inflación. Cualquier consultor sabe que es prácticamente imposible convertir en candidato a un ministro de Economía de un Gobierno que justamente adolece en esas cuestiones. Si no ocurre algo milagroso con los precios en los próximos 2 meses hay que aferrarse a otro plan.
Allí empieza a tallar la figura de Daniel Osvaldo Scioli. El «Pichichi» es un hombre de consensos que en su candidatura de 2015 agrupó buena parte de los apoyos cegetistas y que suele mantener diálogo fluido con todos. La intención de DOS es mostrarse como el candidato de la previsibilidad. Veremos si lo consigue y, en todo caso, si lo compran.
El que por ahora no da pie con bola en su desembarco entre el sindicalismo nacional es el cordobés Juan Schiaretti. Más allá de los llamados y de las intenciones de convencer a varios dirigentes de acompañarlo en su aventura presidencial, hoy por hoy ningún pope cegetista se muestra como armador del gobernador.
Es más, varios salieron a desmentir uno a uno que vayan a jugar con él o que sean una suerte de nexo entre el cordobés y el resto de la central. Creen que las notas que se publicaron en algunos medios son manotazos de ahogado del «Gringo» que busca instalarse en el plano federal.
Ahora creen que vía Florencio Randazzo, hará un segundo intento. Sin embargo no pareciera haber margen para su juego que no levanta vuelo. «Con la grieta no hay lugar para esos armados», explicó una alta fuente cegetista que recordó el fracaso estrepitoso al que los llevó la candidatura de Randazzo en 2017.
Tras bambalinas los que sí logran tomar café, y de forma fluida con los sindicalistas, son los emisarios de Horacio Rodríguez Larreta. Los Gordos creen que es «el más peronista» de los amarillos y que es el candidato de la oposición con el que podrían llegar a convivir. Veremos.
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