El titular del Sindicato de Guardavidas Néstor Nardone, vinculado al sciolismo en las PASO encabezó una lista de precandidatos a concejales, que contaba con el apoyo del dirigente justicialista Mario Ishii.
Dicen que Nardone ni siquiera sabe nadar y que es de la clase de dirigentes como Roberto Baradel que nunca estuvo frente a un aula, o como Eva Moyano (secretaria General del Sindicato de Camioneros) haciendo fletes con cargas de 30.000 kilos ni transportando caudales, como Facundo Moyano (dueño de un gremio creado a su imagen y semejanza) encerrado en una cabina de peaje, como Luis Barrionuevo (practicando competencia desleal en Mar del Plata) con una bandeja, y otros típicos casos tan comunes en el sindicalismo argentino, cuando asume conductas de política partidaria.
Ayer repitiendo una escena de provocación y confrontación, que tiene por objeto la perturbación a través de la desmesura, Nardone armó un piquete que volvió deslucido el acto de inauguración de playas públicas, que encabezó la gobernadora María Eugenia Vidal, quien no dudó en enfrentar a un grupo minúsculo de guardavidas, con un reclamo que no justificaba de ninguna manera semejante alteración, salvo conseguir visualización política partidaria a través de presiones indebidas.
Nardone no calificó para las paritarias de su sector y edificó su poder apelando a su feeling con los sucesivos gobiernos provinciales afines al P.J y al Frente Para la Victoria, en una historia que incluía situaciones de tensión provocadas en oportunidad de tratamientos conexos a sus intereses, todo armado con el gobierno de turno y con los concejales afines. Sus arreglos que no en pocas ocasiones fueron trasladados a los concesionarios privados, han sido un clásico de los veranos de Mar del Plata.
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