El cotitular de la CGT propone que todos los pacientes que ingresan a una clínica u hospital sean tratados como sospechosos de estar infectados por coronavirus. Preocupado, lanza: “Si los expertos dicen que los compañeros nuestros se tienen que enfermar, estamos en un quilombo grande”
“Ninguno estudia para enfermarse. No somos soldados que vamos a la guerra a matar o morir".
Es sábado por la tarde. La ciudad late de manera lenta. A ritmo de cuarentena. En las calles, en la veredas, los transeúntes no se miran. Fijan la vista en un punto. Como si el objetivo de destino estuviese marcado en un GPS invisible y silencioso. Los barbijos y tapabocas caseros crean un clima fantasmagórico. De fin de ciclo.
En medio de ese clima, la voz cadenciosa de Héctor Daer, el cotitular de la CGT, el hombre de confianza del presidente Alberto Fernández en el movimiento obrero, y el jefe del gremio de la Federación de Asociaciones de Trabajadores de la Sanidad de Argentina (FATSA), emerge del parlante del celular rompiendo el incómodo silencio generado por el escaso tráfico.
“Si los expertos e infectólogos dicen que los compañeros nuestros se tienen que enfermar, que es natural que se infecten, estamos en un quilombo, en un quilombo grande”, dispara segundos después del saludo inicial.
-¿Quién dijo eso?
-El otro día se lo escuché decir a (Pedro) Cahn en A24. Dijo que la nuestra es “una profesión de riesgo”, y eso no es así. Ninguno estudia para enfermarse. No somos soldados que vamos a la guerra a matar o morir. Vos estudiás, te formás profesionalmente para curar, para contener. Esta es una discusión muy complicada.
-Ya hay más de 120 trabajadores de la salud infectados por coronavirus. ¿Por qué cree que ocurre? ¿Por falta de protección, por descuido…?
-Nosotros desde el gremio estamos haciendo un seguimiento de los casos. Las razones del cierre de Neonatología y Obstetricia del hospital Ramos Mejía, por los tres casos de COVID-19 no es como dicen las autoridades de la Ciudad. Nada que ver. Ellos dicen que el compañero -un enfermero- se contagió en el Sanatorio Franchin. Pero el compañero trabaja en la Unidad de Terapia Intensiva, y ahí no hay enfermos por coronavirus. Cuando saltó que también en el Franchin trabaja la enfermera con coronavirus que también cumple funciones en la Clínica de La Providencia, enseguida aislaron a todo el mundo. Y en todos lados no hacen lo mismo. Hay que tomar los recaudos necesarios y eso no se está haciendo. Vos podés convivir con alguien que tiene coronavirus, pero si te protegés no te contagiás. Ese es el tema.
-¿Y en dónde está la falla?
-No es una falla. Es un tema de protocolo. Hay que plantear que todo paciente que ingresa a un establecimiento asistencial lo hace en carácter de dudoso. Los tipos que tienen síntomas hay que ir a verlos a la casa y no ingresarlos al hospital ni a la clínica. Porque además no hay forma de que el sistema aguante los costos. Si vas a la casa, gastás un kit de profilaxis; cuando ingresa a un sanatorio, gastás cinco kits. Ahora viene la gripe, que tiene la misma sintomatología que el COVID-19. Así como estamos, no hay sistema que aguante. Los protocolos tienen que ser mucho más rígidos. Después tiene que haber potestad de los ministerios de Salud para tener posibilidades de ir y supervisar los cumplimientos de los protocolos.
-¿Tanto en los efectores públicos como privados?
-Sí. Los ministerios de Salud de la Nación, regionales, provinciales, tienen que tener poder de policía, y ahora no lo tienen. Esto no se puede hacer de oficio. Hay que hacerlo por resolución. Así como están las cosas, no va a funcionar. El Estado debe que tener mayor control.
-Hay trabajadores de la salud que denuncian que no hay suficientes elementos de protección, o que directamente faltan.
-Sobrar no sobran. Producto de que no sobran, o hay escasez, se escatiman mucho. Yo no creo que ante una persona infectada no haya la protección adecuada. Ojo, puede ser que en algún lado falten elementos. No lo sé de manera puntual. Acá el problema se presenta ante el paciente que ya está enfermo. El problema es cuando el paciente ingresa, supuestamente sin tener COVID-19, y a los cinco días te enterás de que lo tiene y terminás culo para arriba con veinte personas infectadas. Por eso insisto con el cambio de protocolos. Que los que ingresan sean tratados como sospechosos. Lo segundo es minimizar todos los riesgos. Entra una mujer con un problema de espalda, y en el post operatorio hizo un desastre, como ocurrió en La Providencia, y contagió a camilleros, médicos y enfermeras.
-Pasó en el hospital Zubizarreta, en el Hospital Ramos Mejía, en el Italiano, en el Sanatorio de la Providencia, en el Hospital Belgrano...
-Que se enfermen tres enfermeros de un mismo servicio, es porque se relajaron, porque no cumplieron el protocolo. Si lo hacen, esto no pasa. Hoy en la inmensa mayoría de las clínicas anda todo el mundo con barbijo. Además, para que sea efectivo, hay que cambiarlo varias veces por turno. Primero, hoy por hoy no es fácil conseguir barbijos, y las empresas tampoco te lo dan así nomás. Para las clínicas y sanatorios es un gastadero de guita. Y ni hablar en lugares donde la discusión no es esa, sino a quién se aísla y a quién no se aísla cuando salta un caso de coronavirus positivo entre el personal.
-¿A qué se refiere?
-Vos tenés un caso. Hacés la trazabilidad y surge, por ejemplo, que tenés que aislar a 20 personas. Las empresas quieren aislar a la menor cantidad posible, entonces dicen “este no, este tampoco, este menos”, y después te encontrás con la sorpresa.
-¿Lo dice por el Hospital Italiano?
-Ahí pasó exactamente eso. Entró una piba administrativa del laboratorio con síntomas. Los compañeros le dijeron a la dirección: “Hay que aislarla”. No la aislaron. Siguieron los síntomas. Entonces le hacen el test preliminar y no la aíslan. La piba siguió laburando, y pasó lo que pasó, tuvieron que aislar a todo el laboratorio y ahora hay 19 infectados, pero por distintos orígenes. En el Hospital Italiano no hay problemas de suministro. Ellos ocultaron el primer caso, por eso nuestro gremio los denunció ante el Ministerio de Salud. La dirección médica del Italiano ocultó el caso y no quisieron aislar al resto de la gente. Desde el punto de vista médico, al Hospital Italiano nadie le puede cuestionar nada, ahora, se mandaron una cagada gruesa cuando les dio positivo el primer caso y no aislaron al resto; y teniendo el informe, lo dieron a conocer un día y medio después, con los cual cayeron cuatro compañeros más.
-¿Para usted, esta cuarentena, al menos en el área Metropolitana, se va a extender?
-Yo creo que sí.
-Va a ser muy complicado para mucha gente. Ya se ve un relajamiento. Hay barrios en los que ya se armaron puestos de ventas callejeros. Hay hambre y se necesita ir a trabajar para mantener a las familias.
-Pero eso no le lo digas a mí. Lo conozco totalmente al tema. Hay muchachos que te dicen “necesito ir a trabajar”. Hay trabajadores informales que compraron los materiales para hacer unas changas, para poner un alambrado, y no pueden. Lo aberrante es que tengamos seis millones y medio de familias sin ingreso formal. Eso es lo grave. Eso es terrible. Ahora sin salud, sería diez veces peor. Esto hay que tenerlo en cuenta también.
Cerraron la terapia intensiva del Hospital Zubizarreta por casos de coronavirus.(Fernando Morales)
-Desde la política está planeado como “salud o economía”.
-Esa dicotomía no existe. Una debacle en la salud se lleva puesto todo. A los que no hicieron las cosas, en términos sanitarios, correctamente, se los llevó puestos la pandemia. Solo hay que mirar en el mundo. Lo que hay que ver es como darle sustentabilidad a este esfuerzo que se está haciendo.
-¿Qué se habló en la última reunión virtual de la CGT?
-De la pandemia. De la situación social y de la gravedad que estamos comenzado a pasar con nuestra obras sociales.
-¿Con las obras sociales sindicales?
-Sí. La cuarentena tiene un costo económico de alrededor de cuatrocientos mil millones de pesos. Si vos no le ponés treinta mil o cuarenta mil millones de pesos al sistema de salud, se cae. Y eso sería una locura. La recaudación en las obras sociales va a caer un setenta por ciento. Entonces no vas a pagarle a nadie, porque no podes. Se te va a caer el sistema.
-¿Y sobre esto, tiene algunos ejemplos?
-Hasta el día de hoy Comercio lleva recaudado un veinte por ciento de lo que le había ingresado, a esta misma altura, el mes pasado. Con los cual OSECAC no puede pagar ni los suelos del sanatorio, ni de la estructura, ni de nada.
-Y si la obra social sindical más grande esta en esa situación, entiendo que el resto está igual o peor.
-Armando (Cavalieri) al menos tiene los supermercados abiertos. Hay un montón de actividades que están muertas pero de toda mortandad. Están totalmente cerrados. Los cines, los teatros, todo lo que tiene que ver con la cultura, los espectáculos deportivos, el turismo. Si el Estado no pone la guita que se le cae al sistema de salud, es imposible sostenerlo. Llega un momento en que las actividades están completamente bajo el agua.
- ¿Y en la dirigencia sindical a qué conclusión llegaron?
-Hay que plantearle al Gobierno que de un subsidio a las obras sociales por el desfasaje de la recaudación que genera el tema de la cuarentena. No hay otra solución. El tipo que no paga el sueldo, no te va a pagar tampoco aportes y contribuciones. El otro tema son los prestadores. El setenta por ciento de la atención de salud es en el sistema privado. Si no le tirás un salvavidas hoy, terminan todos bajo el agua sin poder funcionar. Imaginate un centro de diagnóstico ¿Quién carajo se va a sacar una radiografía hoy? Nadie. Y hay que dejarlo abierto. Los sanatorios están todos vacíos, esperando a los enfermos por el COVID. Y tampoco recaudan porque no van los pacientes. Hoy, si vos tenés un dolorcito en el codo, no vas a la clínica, te ponés una cremita y listo. El 56% de los egresos de los sanatorios se va en sueldos. Y si no facturan, ¿de dónde sacan la plata para pagar a los empleados? Esa es la realidad hoy.
Los sindicatos le plantean al gobierno subsidios para las obras sociales por la caída de ingresos por la falta de aportes. (Maximiliano Luna)
-¿Y eso se lo van a plantear al presidente Fernández?
-Esto ya lo sabe Ginés (González García). Ya lo saben todos. Por eso yo salí muy firme a plantear que uno acuerda políticas macro con los ministros y el Presidente. Pero después se ejecutan tarde y mal. Hace un mes se anunció que se iban a dar cuatro cuotas de cinco mil pesos, como un bono especial a los trabajadores de la salud abocados al tema del coronavirus. Bueno, al día de hoy, eso no está ni reglamentado. Hay una carencia en la ejecución de las cosas terrible.
-¿Y de quien es responsabilidad?
-Toda esta situación lo pasó por arriba al Estado. La burocracia estatal. El otro gran problema que hay es que nadie va a laburar. No sé por qué no convocan a trabajar a los empleados del Estado. Nosotros tenemos al gremio de la Sanidad trabajando a pleno, y la Superintendencia de Servicios de Salud, en este momento está cerrada. A los ministerio los han vaciado.
-¿Y además se compran alimentos con sobreprecios en el ministerio de Desarrollo Social?
-Esa es otra de las cosas. Yo no se si hubo afano. Todos especulan. Como los proveedores saben que cobran a los premios, recargan son el club de los especuladores que ganan mucha guita. Los barbijos en febrero costaban 2,70 pesos más IVA, hoy, comprando 500 mil te los venden a 15 pesos más IVA. Así no hay sistema que aguante.
-Como cotitular de la CGT, ¿qué opina de los gremios, como la UOM, que aceptan una baja del 30% en los sueldos para evitar despidos?
-No hay reducción de sueldos. El que va a laburar cobra el cien por cien del salario. Lo que hay son empresas que están totalmente cerradas, que suspenden personal. Hay que acordar alguna forma de seguir adelante. Eso choca con que en el mes de marzo se decretó que el salario se debía pagar igual, entonces para el mes de abril ¿sigue lo mismo, o no sigue lo mismo? De hecho las empresas no lo están haciendo. Las empresas te dicen: “Mirá, flaco, yo no puedo aguantar más así”.
-Le repito: ¿está de acuerdo o no con el acuerdo al que llegó la UOM?
-Yo estoy de acuerdo con todos los acuerdos con los que lleguen los gremios. No hay que poner la mirada en acuerdo o en desacuerdo, cada uno llega al punto que puede. Hay un mapa de la realidad. Un tipo que tiene quince laburantes y que fabrica vasos, ¿cómo hace para aguantar? ¿Cuándo se va a volver a vender un vaso? Y ni que hablar de los restaurantes. Van a pasar tres o cuatro meses hasta que vuelvan a abrir. Y cuando abran ¿quién va a ir a comer a una pizzería?
-¿Cómo termina parado el Gobierno después de la pandemia?
-Alberto Fernández no especula con esto. El Gobierno está haciendo lo mejor que se le podría haber pedido a un Presidente: que cuide a su pueblo, y lo está haciendo.
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