El jefe camionero visitó al Presidente en Olivos antes de la renuncia de su hijo a la banca de diputado; conversaron sobre OCA y la pelea por la CGT y la AFA.
Cuatro días antes de que su hijo Facundo renuncie públicamente a su banca de diputado nacional y mine de interrogantes el vínculo que lo une con el Gobierno, Hugo Moyano tuvo un paso furtivo por la residencia de Olivos para advertirle a Alberto Fernández que el quiebre no alteraría su alineamiento con el oficialismo.
En una visita más acotada que veces anteriores, el jefe camionero buscó ratificar que la decisión de uno de sus herederos fue una reacción aislada y personal, al margen de que él comparte la desazón (¿y la autocrítica?) por la escalada de la pobreza y la informalidad laboral, y que siente en carne propia, como Facundo, el ninguneo de Cristina Kirchner y su entorno.
El Presidente intentó evitar la salida del Moyano diputado del bloque del Frente de Todos con el ofrecimiento de crear una Secretaría de Modernización Laboral, según confiaron fuentes gremiales. ¿Imaginan un Moyano planteando recortes en la plantilla estatal o sugiriendo reconvertir oficios ante el avance tecnológico? La idea no sedujo. Ni al padre ni al joven de 36 años, que resolvió volver al gremio de peajistas.
Muy lejos de romper, Moyano manifestó un ligero malestar por la poca representación sindical en las listas de candidatos del oficialismo. El enojo es con Cristina Kirchner, quien hoy prioriza al bancario Sergio Palazzo como su interlocutor sindical. Pero siempre el camionero se mostró moderado y alineado durante la charla con el Presidente, según pudo reconstruir LA NACION. Bajó un mensaje similar entre su círculo de confianza del sindicato y en una reunión reciente que mantuvo con empresarios del transporte.
Defendió siempre al Gobierno, ponderó la gestión de la pandemia y eludió un caso que lo toca de cerca: el escándalo por las reuniones sociales en Olivos cuando regía el aislamiento estricto en todo el país por el avance del coronavirus. Tuvo incluso un gesto silencioso que creyó que ayudaría a Fabiola Yáñez en los días más difíciles por la divulgación de fotos y videos de su festejo de cumpleaños en cuarentena. Hace ocho días, el viernes previo al día del niño, recibió con su esposa a la primera dama en el estadio de Independiente para un agasajo a chicos de jardines de infantes apadrinados por diferentes fundaciones. Moyano evitó divulgar una imagen oficial del evento hasta que supo que Jerónimo, su hijo menor y organizador del encuentro, ya había subido una historia a las redes sociales. El efecto demoledor de las redes puede contra cualquier estrategia comunicacional.
Moyano aprovechó su última visita a Olivos para plantear otros temas que se anticipan como un posible foco de conflicto. En la enumeración surgen la renovación de autoridades en la CGT, los tironeos por el encuadramiento gremial en algunas actividades difusas, el manejo del fútbol doméstico en la AFA y el futuro de OCA, la empresa postal privada más grande del país que tiene un particular interés para el líder sindical.
Los negocios de OCA
OCA es coadministrada desde hace dos años por el Estado y el sindicato de los camioneros por una decisión judicial. Próximamente podría quedar en manos del Grupo Clear, cercano a Cristóbal López, que propuso en noviembre del año pasado abonar US$5.280.000 en efectivo y US$1.500.000 a los 10 meses para tomar el control de la compañía. Ignacio González Pedroso, un hombre cercano al empresario kirchnerista, no pudo aún desembarcar a pesar de que ya pasaron varios meses desde que la justicia comercial aceptó la oferta en el marco del proceso de quiebra. Gestiona por ahora desde la periferia. El traspaso de la administración judicial al Grupo Clear tendría un cimbronazo inmediato: está acordado reducir un 5% la planta de empleados, que es hoy de 6076, de los cuales unos 5800 son afiliados a camioneros.
Moyano desea acelerar la llegada de Clear por dos razones. La primera es que OCA pierde unos 200 millones de pesos mensuales, según precisaron fuentes que conocen en detalle los números de la compañía. El déficit operativo lleva más de dos años. Otro de los motivos de la inquietud es la necesidad de que la empresa postal revitalice urgente sus finanzas para competir en las licitaciones que están en curso, algunas de ellas vinculadas al proceso electoral. Esas licitaciones son con el Estado.
En su rol de gestor, Moyano imagina que la reconstrucción de OCA podría derivar en el surgimiento de un gigante de la logística, que preste servicios al Estado, pero también a Mercado Libre. Sería tal vez un atajo para cumplir su deseo de poner un pie en la exitosa empresa de comercio electrónico, donde puertas adentro se aplica hoy de manera exclusiva el convenio colectivo de la Unión de Trabajadores Carga y Descarga.
Durante la presidencia de Mauricio Macri, Moyano encontró en Mercado Libre un argumento para rechazar un proyecto de reforma laboral que jamás prosperó en el Congreso aunque sí en algunos convenios específicos. El jefe camionero impugnó en la Justicia un acuerdo a medida entre la empresa de Marcos Galperin y Carga y Descarga por el encuadre sindical de 80 operarios. En la acusación apuntó contra el exministro Dante Sica por haber homologado “un pacto fraudulento y espurio entre una empresa fantasmática y un sindicato sin representación”. El expediente cayó en el juzgado federal N°3, a cargo de Daniel Rafecas, pero el camionero no ratificó la denuncia.
Con el regreso al poder del kirchnerismo, Moyano intentó a través de bloqueos forzar un debate por el encuadre de los distribuidores. No lo logró a pesar de su alineamiento con el Gobierno y responsabilizó al ministro de Trabajo, Claudio Moroni, que solo respetó el acuerdo entre partes que avaló su antecesor. En el centro de logística que Mercado Libre montó hace dos años en Villa Madero con 80 trabajadores, se desempeñan hoy unos 1100 con contrato fijo y hay proyecciones de sumar a 300 o 400 personas en el último trimestre de 2021. Se planifica además un nuevo depósito en la misma zona, que emplearía a 2500 nuevos operarios, según precisó Daniel Vila, jefe gremial de Carga y Descarga. Se trata de una de las actividades que más creció en pandemia.
Los Moyano se involucraron esta semana en el conflicto de Garbarino. Su participación esconde ribetes interesantes. Camioneros representa solo a 200 de los 4000 empleados a los que se les adeuda salarios. La protesta callejera del martes pasado en alianza con Ramón Muerza, el opositor a Armando Cavalieri en el Sindicato de Comercio, es parte de la estrategia para sumar aliados en tren de regresar al poder en la CGT. Pablo y Facundo Moyano trabajan para que Muerza desbanque a Cavalieri, que está en el gremio desde 1986. Una jugada similar intentó sin éxito su padre en 2011, cuando junto con Carlos Kunkel impulsaron al rebelde Oscar Nieva, devenido hoy en un dirigente cercano al inoxidable jefe mercantil, que tiene 85 años.
Pablo Moyano desafió a los ministros Moroni y Matías Kulfas con un nuevo reclamo en la puerta de sus organismos si es que no se regularizaban los sueldos de los empleados de Garbarino. En privado les achaca a los funcionarios de jugar a favor de “los Gordos”, sus rivales en la interna de la CGT, y de frenar los reclamos de los camioneros. Finalmente, entre el miércoles y el jueves pasados, la empresa de electrodomésticos canceló dos de los cuatro meses adeudados, según fuentes inobjetables.
La salida pasajera no se alcanzó por la intervención de los ministros nacionales ni por las negociaciones con el moyanismo. Los fondos salieron de la Administración Gubernamental de Ingresos Públicos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires después de una gestión a dos bandas de Cavalieri y el empresario Carlos Rosales con funcionarios de Horacio Rodríguez Larreta.
Como paso previo a ubicar un hombre propio en la cúpula de la CGT, Moyano aspira a quedarse el 7 de octubre con el liderazgo de la influyente Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte (CATT). Impulsa para el cargo al ferroviario Sergio Sasia, con quien además avanza en un plan para anudar tareas entre el camión y el tren en lo relativo al transporte de cargas en todo el país. La CATT está hoy en manos de Juan Carlos Schmid, a quien se lo vio hace algunas semanas por los pasillos del tercer piso de San José 1781, donde Moyano tiene su despacho. ¿Hubo reconciliación? El vínculo entre ambos es cordial, pero se agrietó después de la renuncia del portuario al triunvirato cegetista. Schmid está dispuesto a dar un paso al costado de la conducción de la poderosa alianza de transportistas.
La pelea por la CGT
Si Moyano logra alinear a los gremios del transporte, llegará con más músculo a la negociación del 11 de noviembre, cuando la CGT convocó a sus congresales para renovar autoridades. Sin un candidato único que reúna consensos, es probable que se repita una conducción en versión de triunvirato. Héctor Daer, actual cosecretario general y referente de “los Gordos”, es número fijo para continuar al frente. Hay tres sectores en pugna para las dos sillas restantes: el moyanismo, cuyo candidato natural sería Pablo Moyano; la Corriente Federal, un brazo sindical ligado al kirchnerismo que propone a Palazzo o a la camporista Vanesa Siley, y por último está el puñado de aliados de Luis Barrionuevo, que pretende conservar el sitio en el timón de mando que ocupa hoy Carlos Acuña.
Alberto Fernández le pidió a Moyano la unidad sindical. El camionero dijo que hará lo posible, siempre y cuando le cedan un lugar protagónico para su tropa, que no es tan numerosa como en la época de poder omnímodo. Con el Presidente también habló de fútbol. Blanqueó su intención de desbancar a Claudio Tapia de la conducción de la AFA. El llamado a elecciones depende de una resolución de la Inspección General de Justicia. El descontento del sindicalista con Tapia, su exyerno, excede al cruce de cartas documentos por cambios de reglamentos en los torneos o por fallos arbitrales desfavorables. Habría algo más.
En su rol de gestor deportivo, el jefe camionero reconoce que presidir Independiente le resultó siempre una misión pesada y difícil. Palazzo también es parte de su comisión directiva, a pesar de la desconfianza que guía desde hace algunos meses la relación. Sobre la crisis económica del club conversó con el economista Martín Redrado. Independiente tendría hoy un pasivo que rondaría los 50 millones de dólares, según denunció el opositor Daniel Ferro. El camionero está al mando desde 2014 y a fin de año podría competir por un tercer mandato. No resolvió aún su continuidad. Si no es él, podría sucederlo su hijo Pablo, como si se tratara de una dinastía. El mismo enroque que se proyecta en Camioneros, a pesar de que puertas adentro del gremio hay un sector que no comulga con su estilo confrontativo, algo que también genera divisiones en el mismo clan.
Por Nicolás Balinotti
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