Con la misión de normalizar la Regional Córdoba Horacio Otero ya está en la ciudad, y brindará hoy una conferencia de prensa en la que probablemente queden designados los delegados normalizadores. Se abre un proceso que empezará con una mayor fractura para intentar, después, alcanzar la unidad.
Hoy decantará un proceso que empezó a gestarse allá por 2019, cuando José Pihen avanzó en la elección de autoridades para la Regional Córdoba y quedó revalidado por cuatro años más al frente de la central ante la mirada disconforme de Rubén Urbano (UOM), Pablo Chacón (Agec) y los demás sindicatos que integran el Movimiento de Trabajadores de Córdoba (MTC), que prometieron entonces ir por la normalización de la regional una vez que la CGT nacional quedara normalizada.
Casi tres años después, esa advertencia está a punto de convertirse en realidad. Hoy a las 17, en el Hotel de la Cañada, Horacio Otero ofrecerá una conferencia de prensa en la que anunciará la intervención de la regional, y es probable que hasta defina a los delegados interventores, encargados de llevar adelante el proceso de normalización.
La pregunta a responder es, en todo caso, qué ocurrirá de ahí en más. La respuesta, como siempre, cambia según el consultado.
Los sindicatos que hasta el momento se mantienen alineados a Pihen, supone el legislador y quienes defienden su posición, lo acompañarán a hacer rancho aparte cuando la intervención quede consolidada. Éstos, que en las cuentas son alrededor de 70, pasarían a integrar una CGT paralela, a la que algunos -sin problemas de autoestima- quieren bautizar como “CGT del Cordobazo”.
El movimiento apuntaría a “vaciarle” la regional a los interventores, demostrando que los respaldos están con el titular del SEP y que, por ende, la intervención va a contramano de la voluntad de los gremios.
Así visto, la jugada parece contundente. Sin embargo, vale la pena detenerse a imaginar cómo podrían seguir avanzando los acontecimientos.
En el modelo gremial argentino, el poder es verticalista, y suele concentrarse en la conducción nacional de cada sindicato. Y la CGT, como entidad que pretende aunar la acción de los sindicatos que la integran, mal podría escapar a esa lógica.
Las regionales no gozan, por lo tanto, de autonomía, y su legitimidad emana en gran medida de su pertenencia al esquema nacional que integran. Son delegaciones.
Hablar de una CGT por fuera de la CGT, como en su momento lo fue la CGT Rodríguez Peña, es hablar de un espacio gremial que trabaja de manera coordinada, como el Movimiento Obrero Peronista, el referido MTC o las 62 Organizaciones Peronistas, pero sin el “sello de autenticidad” que confiere la central. No se advierte entonces cual sería la diferencia ontológica con cualquiera de estos armados.
Más aún, dentro de la regional conviven espacios gremiales con distintas posiciones y encuadres que, en las elecciones que se realizaron en 2019, conformaron una lista de unidad hacia adentro a pesar de respaldar a candidatos distintos para la Cámara de Diputados. Lo hicieron, va de suyo, para preservar ese instrumento que es la CGT Regional. Sin ese cascarón, hay que ver cuáles son los ligámenes que existen entre el MOP de Pihen y el Movimiento Sindical por el Trabajo y la Justicia Social (corriente K de la regional) y si son suficientes para mantenerlos amalgamados.
Otro elemento que legitima a cualquier espacio gremial es el reconocimiento que el sistema político le confiere o le deja de conferir. Si el armado que imaginan Pihen y quienes lo respaldan sigue siendo ponderado y elegido como interlocutor por el Centro Cívico, entonces conservará entidad. De lo contrario, será más difícil.
Finalmente, también pesarán las acciones que ese armado decida encarar. Si mantiene su metabolismo activo participando de las discusiones y movilizándose para representar a los trabajadores de cada gremio, entonces podrá justificar su propia existencia. Si no lo hace, lo más probable es que termine diluyéndose.
Desde uno de los costados agregan otra observación. Así como la CGT Nacional puede imprimir su impronta a las regionales, la conducción nacional de cada sindicato suele hacer lo propio hacia abajo. La determinación de los secretarios generales de Córdoba de elegir permanecer en la regional o abrirse hacia otro espacio “no oficial” será entonces un factor a tener en cuenta, pero también a poner en consonancia con lo que al respecto piense cada conducción nacional.
Por lo pronto, hoy la regional quedará formalmente intervenida, y se abrirá un proceso en el cual el tiempo será una variable determinante. Nadie se anima a arriesgar cuánto puede durar la intervención. Y el reloj correrá en favor de los detractores de Pihen, que quieren volver a hablar de unidad, pero habiéndolo apartado de la ecuación, removiendo un “obstáculo” que, de otro modo, no pudieron superar.
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