Viene de firmar una paritaria por tres dígitos, 120%, pero destaca que si ese acuerdo tuvo lugar es que su gremio padece retraso salarial desde 2017 y «las cosas, como lo marca la inflación, no están bien». Es José Minaberrigaray, secretario General del SETIA, «El Vasco».
Por: Luis Autalán / Fotografía Ariel Gaspardi.
Defensor del rol del Estado, le exige explicaciones al capitalismo y sus mentores porque después de la caída del Muro de Berlín no llegó el paraíso que se planteó desde allí. Autocrítica peronista por una unidad pendiente de acción y decisión en el Frente de Todos. Perón y Evita como montañas eternas, reconocimiento a Néstor Kirchner y a Cristina y una defensa a ultranza del sindicalismo. Con una base doctrinaria: la relevancia de la labor de los delegados y delegadas de base.
La recorrida sindical para el inicio de la «Era Massa» viene marcada por la información de los diarios, portales y hasta zócalos televisivos, entre dudas y pocas certezas. Hace algunos días fue el anfitrión de un encuentro que desarrollaron el Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresimona) y también dirigentes de la Corriente Federal (CFT). Allí hubo acuerdo para que, si el nuevo ministro logra aceitar mecanismos, haya suma fija, bonos o pagos extraordinarios en salvaguarda de los trabajadores con más bajos ingresos del sector registrado.
Y también se expresó la ratificación de la marcha del miércoles 17 de la CGT, «contra los formadores de precios». Junto a Pablo Moyano y otros referentes, José Minaberrigaray el secretario general del SETIA (Sindicato de Empleados Textiles de la Industria y Afines) por un lado minimiza su protagonismo dentro del bloque liderado por Camioneros y al mismo tiempo enfatiza el rol preponderante del Estado. Lo hace sin dudar, incluso cuando grafica en una metáfora de la selva, que pensar que el libre mercado nos librará de todo mal con un Estado ausente, es similar a llegar a África y comunicarle a las gacelas que «a partir de la fecha se podrán comer a los leones».
Voz pausada, puntualidad para la cita con InfoGremiales, en una amplia y prolija sede gremial ubicada sobre la avenida Montes de Oca, en el barrio porteño de Barracas. Ahí nos recibió un muchacho de similar altura a la del «Vasco», con una sonrisa amable que los identifica como ADN. Y el inicio de la entrevista entonces se establece con esa semejanza física y gestual.
«Todos los días se pelean batallas pero hay una que no se puede perder y es la batalla cultural e ideológica»
José Minaberrigaray
-Una señal familiar en la antesala de esta oficina es que hay un pibe que es su réplica.
-Y más o menos, ¿te parece? (risas)
-¿Cuántos hijos tiene, lo acompañan aquí en su sindicato?
-Dos, en este momento sí. La realidad es que es importante trabajar con gente que brinda confianza y en ese sentido los hijos lo hacen. En el caso de ellos, por ejemplo, no ocupan ningún tipo de cargo sindical, me asisten en mi tarea nada más.
-¿Cómo se conforma su familia?
-Estoy separado, en pareja nuevamente con una compañera de la vida, una compañera de lucha que ocupa la secretaría Administrativa en el gremio. Con la que nos conocimos hace unos cuantos años cuando ella era delegada y yo candidato a secretario gremial, en ese momento del consejo directivo, hace 7, 8 años atrás, con los dos hijos de ella y mis dos hijos vamos adelante.
-Arranca con algo a favor, digamos. No le tiene que explicar a su compañera de qué se trata su actividad todos los días, ella lo sabe a la perfección.
-(risas) Y es que no es fácil. Seguro que eso que me señalás es un punto a favor, pocas veces quien no realiza esta actividad entiende la cantidad de horas y el desafío que todo esto demanda por parte de un montón de compañeros y compañeras. Porque desde que se asume el compromiso de representar a los trabajadores y trabajadoras, desde delegado o delegada de empresa, la realidad es que la vida de uno cambia. Y en nuestras mochilas entran un montón de cuestiones que sabemos que las tenemos que llevar adelante, es un honor inmenso y a la vez un compromiso enorme.
-No es que el sindicato queda en la puerta de su casa, entra…
-Exactamente, además el sindicato después ya está en el comedor, la cocina, en el baño, en la ducha, en todos lados, y todo parte de una decisión de vida.
-Mitos y realidades, hablemos de delegados en la Argentina, sobre todo en los últimos tiempos. ¿Se putea más fácil a un delegado antes que deslizar un mínimo reclamo a un empleador?
-Creo que a veces es más fácil no asumir el compromiso de la lucha y buscar echarle la culpa a alguien. El delegado termina siendo representante de los trabajadores y trabajadoras, aquel que decide dar ese pasito adelante, y a veces es mucho más fácil cargar situaciones contra ese delegado que entender que esa persona tiene que llevar adelante el espíritu de un reclamo. Y en esa decisión, en tal actitud, su fuerza va a estar dada por el acompañamiento de todos. Entonces muchas veces es más fácil cargarle la culpa a uno porque no se consiguen las cosas, que asumir las responsabilidades del protagonismo y decir: «Che, ¡acá todos tenemos que ir para adelante para que nuestro compañero pueda conseguir lo que estamos necesitando!».
-El pasito adelante de un delegado marca grandes diferencias…
-Es que ese pequeño ejemplo que pasa en algunas empresas es lo que pasa también pasa en la sociedad. A veces la sociedad no participa de manera activa en los reclamos, en lo que cree que es justo, y lo deja simplemente en manos de estas pequeñas democracias indirectas. ¿Me entendés? Elige un representante para que sea él quien tiene que gestionar, ir, pelear y tiene que avanzar. Entonces, de última, si no lo consigue, yo sentado en el sillón de mi casa, mirando la tele o en la computadora, digo quién es bueno y quién es malo. Con el paso del tiempo, capaz que hemos perdido esa capacidad de tener ganas de entrar a la cancha y jugar, jugándonos. Nos transformamos en espectadores para decir quién juega bien y quién juega mal, sentados en un sillón.
-Cita un gran ejemplo, donde de alguna manera los medios y las redes sociales juegan su rol. Y asoma la necesidad de asumir que no es lo mismo la realidad virtual que caminar por el lado jodido de la vida. Según respetables pensadores una virtud del Movimiento Obrero Argentino, son sus delegados y delegadas de base.
-Los engranajes claves del Movimiento Obrero Argentino son todos y cada uno de aquellos delegados y delegadas de base que en los distintos rincones del país siguen haciendo docencia, siguen manteniendo la llama de la lucha viva y una ideología. La peor batalla que se puede perder es la cultural y sumo también la batalla ideológica. Creo que la función de los delegados y delegadas hoy debe estar más vigente que nunca porque lo necesitamos y es un deber de honor trabajar por esa y con esa convicción.
«Si logramos consensuar una unidad en el accionar después tenemos que mantenerla. Las discusiones siempre para el adentro, son sanas las diferencias, en todo ámbito debe haber distintos puntos de vista»
-¿Aunque eso signifique «aggiornar» el peronismo?
-En esta cuestión sobre si “las ideologías se murieron” como algunos dicen yo no lo creo ni acepto. Para mí las ideologías están más vivas que nunca. El «aggiornarse» en un montón de cosas, las que vos quieras, es cambiarse de ropas pero el sentimiento y el ser siguen siendo los mismos.
-Tomemos una frase de Juan Perón, «no era que yo fui tan bueno sino que los que vinieron después eran muy malos». ¿Hay algo de eso?
-Mirá, hablábamos con los compañeros de lo que fue y es la figura de Evita. Voy a tratar de dar una comparación, para quien ha tenido la posibilidad de recorrer la Argentina y queda maravillado en algunas provincias donde hay semejantes montañas que no alcanza la vista para mirar. A medida que uno se va alejando, que pasa el tiempo y no se está tan cerca, a algunos les puede llegar a parecer que esas montañas desaparecen. Lo cual es un error, esas montañas no pierden su inmensidad, sólo que a veces no las vemos. Y Evita y Perón son esas montañas inmensas…
-Y en esa interpretación, porque las montañas también dividen zonas, ¿es un error reducir la discusión del justicialismo a comparar a Perón con Néstor y a Eva con Cristina?
-Cada uno ha cumplido un rol en un determinado momento, valoro muchas cosas de todos los hombres y las mujeres que nombraste pero sigo teniendo como norte a Perón y a Eva. Aplaudo un montón de cuestiones de Néstor y un montón de cuestiones de Cristina.
-¿No es de los que piensan que el kirchnerismo no es peronismo?
-Capaz que lo que uno critica es que en muchos casos se escucha «la unidad aunque duela», o «hasta que duela». Y el tema es que Perón hablaba de la unidad de concepción y la unidad de acción, o sea si estamos juntos es porque nos conviene estar juntos. Ahora si después en la acción no estamos juntos, bueno ahí es complicado, hay una unidad de concepción pero no de acción y eso después en los hechos se refleja. Creo que ahí es donde capaz que nosotros fallamos. Si logramos consensuar una unidad en el accionar después tenemos que mantenerla. Las discusiones siempre para el adentro, son sanas las diferencias, en todo ámbito debe haber distintos puntos de vista. Una vuelta había leído que «cuando dos personas piensan lo mismo, una de las dos no está pensando». Entonces creo que está muy bueno que haya diferencias, después que cada uno ponga su punto de vista, habrá mayorías y minorías, y como se sigue diciendo «quien gana conduce quien pierde acompaña». Porque en una unidad verdadera termina pasando eso.
-En la paritaria que terminaron de acordar por el 120% usted marcó dos cosas. Me aclaró que desde el 2017 tienen atraso en los sueldos y también que no era un superhéroe paritario, porque esto significa el nivel de inflación que tiene la Argentina. ¿Qué puede agregar?
-Escuchaba la vez pasada un discurso de Perón en la CGT, en 1954, donde Perón claramente decía que había reunido a todos los secretarios generales de todos los gremios de la Argentina y les había preguntado si estaban conformes con las paritarias que se habían llevado a cabo. Y la mayoría, o casi todos los secretarios generales, le dijeron no, queremos un aumento de sueldo, y queremos que no nos aumenten los precios. Hoy, en un mundo donde todos tenemos acceso a un montón de información, la crisis en Ucrania con Rusia, la crisis del Covid y un montón de factores externos, han erosionado todas las economías, de Latinoamérica, de Centroamérica, de América del Norte, Europa, Asia, que todos los países están atravesando un problema y han tenido que salir a emitir moneda, todo lo que ya sabemos, lo que se ve en cualquier portal de Internet, de distinta índole e ideología, no importa. Pero que nosotros hoy atravesemos un proceso en donde probablemente tengamos el 80% anual de inflación, verdaderamente no está bueno. Nada descubro si te digo que en todos esos períodos inflacionarios, lo que más se erosiona es la economía de los trabajadores.
Entonces si alguien viene y me dice que me tengo que golpear el pecho porque conseguimos el 70, 80,100, 120%de aumento, no me siento cómodo porque en definitiva no son aumentos, es tratar de recomponer el deterioro del salario que se sufre. Es perder por poco.
-¿Da incluso para pensar que siempre ganan los mismos? ¿Grupos concentrados y privilegiados que ganaron hasta en pandemia con un Estado que los ayudó a pagar salarios?
-¡Totalmente! Parece «La Sociedad de los Tontos», cuando las cosas van mal perdemos todos, los trabajadores siempre socios en las pérdidas, pero cuando las cosas vienen bien ganan unos pocos. Ahí hay una gran deuda del sector político, es el Estado quien tiene las herramientas para que eso no suceda y uno quiere que esas herramientas el Estado las utilice de manera eficiente y concreta.
-Por lo general las exigencias del Estado aparecen siempre para los mismos sectores, hay otros intocables, por herencia inclusive, y que no son parte sólo de la política, sino del poder real.
-Todos tenemos obligaciones con respecto a la sociedad, todos somos responsables de lo que nos pasa. Son sectores privilegiados que desde su poder y posición no creen ser parte del resto de una sociedad. Es lo que te decía hace un ratito, cuando nos toca perder perdemos todos menos ese sector, cuando nos toca ganar ganan ellos. Y son situaciones que van cansando, produciendo un descreimiento de toda la sociedad y una bronca generalizada muy grande. El tema es que la gente esa bronca no sabe contra quién y cómo canalizarla, y después termina cayendo en un descreimiento total hacia todo lo que son las instituciones de un Estado. El daño es tremendo en lo económico como también tremendo en cuanto al daño cultural que se produce.
«Los cultores del libre mercado te dicen: ‘hay que dar libertad, el mercado tiene que regular las cosas y el Estado no se tiene que meter’. Bueno, eso básicamente es como ir al África, agarrar a las gacelas y decirles ‘ustedes mañana se pueden comer a los leones'»
-Usted sabe que hay gente, con poder real, a la que no le interesa ese deterioro.
-Daría la impresión de que no.
-¿Qué significa tener reconocimiento dentro de un sector como el Frente Sindical, el moyanismo donde destacan su perfil. No es fácil recibir elogios en ese bloque.
-Sinceramente no sé si se destaca mi perfil, yo me siento cómodo en la posición de ser uno más, de colaborar humildemente en lo que uno pueda. Nosotros, el grupo de compañeros que estamos conduciendo el gremio, entendemos que el camino es por ahí y lo hacemos abrazando una causa y una conducción. Tenemos que estar al lado de nuestros compañeros y compañeras, en la lucha permanente en la defensa por sus derechos, porque además entendemos que nada es gratis. Mirá hace poco vi un reportaje de Hadad (Daniel) y Longobardi (Marcelo) a Alfonsín (Raúl), donde esos periodistas le criticaban el rol del Estado, ¿y les respondía Alfonsín? «Usted se piensa que si el Estado no existiera, los privados se pondrían a hacer escuelas, hospitales, a dar educación, salud, seguridad?».
Bueno, algo parecido pasa con los gremios, a los que desde algunos sectores se los golpea permanentemente, a las entidades sindicales, a sus dirigentes, a sus representantes. Pretenden dejar la impresión de que si los gremios no estuvieran la Argentina sería un país mejor. Ahora, ¿a alguien se le cruza por la cabeza que si no existieran las entidades sindicales, los delegados de fábricas como hablamos hace un rato, los empresarios andarían repartiendo beneficencia para todos lados a sus trabajadores?
-Esa entrevista que usted mencionó, donde Raúl Alfonsín fustiga la pretendida supremacía de los mercados e incluso a economistas de la UCR como Ricardo López Murphy y Adolfo Sturzenegger, fue en 1995. Y sin embargo «algunas canciones» siguen siendo las mismas hoy…
-¿Parece ser tan lejos y es tan cerca sin embargo verdad? Por eso te insisto, todas las cosas que tuvo que pasar el movimiento obrero, no solo en la Argentina sino en todo el mundo, para conseguir que se trabajaran 8 horas, conseguir vacaciones, aguinaldos etc, daría la impresión de que ya quedaron atrás todas las vidas que se perdieron para conseguir eso.
Porque seamos claritos, no fue que alguien se sentó en una mesa y dijo sí tienen razón vamos a darles a los muchachos todo lo que están pidiendo, vamos a consensuar. ¡La de palos que le han dado a la gente, la de vidas de compañeros y compañeras que se perdieron para conseguir esas cosas. Te repito, en estas cuestiones y todos los días se pelean batallas pero hay una que no se puede perder y es la batalla cultural e ideológica, esa no se puede perder.
-¿Con todo lo que implica, usted me dice que tiene esa prédica en su sindicato?
-Exactamente. Salimos fuerte a formar compañeros, a realizar capacitaciones, a tener presencia en las empresas. Tanto desde la parte sindical como hasta de la obra social, entendiendo que a los trabajadores y trabajadoras se los cuida en todo sentido y también que ellos tienen que ser parte de la institución gremial. La cual integramos todos, trabajadores, delegados, dirigentes.
-¿Cuántos «amigos del campeón» se le sumaron, cuando usted llegó secretario general?
-(sonrisas) Algunos que otros, pero amigos son los de siempre, los que han sabido beber de la copa amarga antes de poder saborear la miel de la victoria.
-¿Tiene amigos antiperonistas?
-Tengo conocidos, en la vida no podría ser amigo de un antiperonista pero a veces se dan algunas charlas que terminan siendo graciosas. Trato de no llevar la situación con bronca ni con odio.
-Hay quienes acusan a otros de peronistas o kirchneristas, como un insulto. ¿Le pasó a usted?
-Hay una doble moral en todos los sentidos, nos reíamos con un grupo de compañeros porque en una entrevista a un político, hablando de los planes sociales, ese dirigente decía que «no puede ser que esta gente viva toda su vida del Estado». Y esa misma persona, como tantas otras han vivido toda la vida del Estado, no se les conoce actividad privada, y no cobrando planes sociales claro. Hay una doble vara muy grande, gente que habla del Estado como si no fuera del Estado, gente que está cumpliendo una función en el Estado y siente que está gestionando desde el ámbito privado.
-Minimizar al Estado con lo que bien, e incluso con errores, se hizo en pandemia, es moda.
-El Estado es lo más importante que puede haber. Los cultores del libre mercado te dicen: «hay que dar libertad, el mercado tiene que regular las cosas y el Estado no se tiene que meter». Bueno, eso básicamente es como ir al África, agarrar a las gacelas y decirles «ustedes mañana se pueden comer a los leones». No pasó, ni pasa, ni pasará en la vida. Que no vengan con fórmulas que ya no resultan en ningún lado. Si hay alguien que tiene que dar explicaciones al mundo a partir de la caída del Muro de Berlín es el capitalismo. Si dijeron a partir de ahora el sistema económico, el sistema de gobierno es éste, bueno viejo, salud para todos, comida para todos, educación para todos.
-Lo dijo Cristina, «el muro de Berlín se cayó para los dos lados».
-Claro que sí. Hay que empezar a concientizar a las grandes masas. El 1% de la población acumula más riqueza que el 99% restante. Hay algunas cuestiones que son obscenas de verdad, no se justifica, no se puede justificar eso. Hay que empezar a trabajar por un mundo más justo, más libre, más armonioso, vamos progresando como humanidad, incorporando tecnologías, hay coches que ya no precisan choferes un montón de cuestiones, ¿y la gente?
«Pretenden dejar la impresión de que si los gremios no estuvieran la Argentina sería un país mejor. Ahora, ¿a alguien se le cruza por la cabeza que si no existieran las entidades sindicales los empresarios andarían repartiendo beneficencia a sus trabajadores?»
-¿Cuántos se acercan y le dicen: «che Vasco, ¡déjate de joder con esas utopías»?
-Y sí, claro que pasa.
-En este ciclo de entrevistas el bancario Sergio Palazzo nos recalcó incluso que el destrato al laburante no es solamente por plata, que hay un desprecio que supera lo económico.
-Va a sonar raro lo que te digo pero pasa por ignorancia. Los grandes ilustrados, inteligentes, doctores, arquitectos, ingenieros, nos han traído hasta acá. Este 80% de inflación anual, todas las cosas que vienen pasando desde hace años en Argentina no vinieron de la mano del sindicalismo, ahí en el sillón de Rivadavia nunca hubo un obrero sentado, sí grandes doctores, no hubo en Lula, o un Evo. Sin embargo parece ser que los grandes males de la Argentina somos los gremialistas.
-Le insisto sobre el destrato más allá de un reclamo en una puja paritaria.
-Te voy a dar un ejemplo de esto que decís, sobre cómo piensan unos y los otros. Una vuelta vamos a una fábrica, nos recibió el jefe de personal y nos dijo: «el dueño quiere hablar un rato con ustedes antes de que hablen con la gente». Nosotros éramos un grupo de compañeros que habíamos ido, 4 o 5, hicimos las presentaciones de rigor, nos sirvieron un café y nos dice el empleador: «Che les quiero pedir algo tienen que educar a la gente. Tienen un montón de faltas, llegan tarde, siempre desganados para hacer las cosas. Con esa actitud que tienen me estoy hinchando mucho las pelotas, y te voy a decir algo que no me gustaría pero que si esto no cambia puede pasar. Esta fábrica está hace más de 30 años. Acá en confianza les digo a ustedes: yo ya estoy, mañana bajo la persiana y a mí no me cambia la vida. Sigo comiendo lo que como, me sigo yendo de vacaciones donde me voy, sigo viviendo en la casa donde vivo, mandando a los pibes al colegio donde los mando, me sigo vistiendo como me visto, a mí no me cambia nada la vida». Entonces cuando terminó con sus argumentos, le dije: ¿vos que querés que le enseñe a la gente? Piensan igual que vos, piensan que si viven en donde viven si llegan temprano o llegan tarde van a seguir viviendo ahí, que jamás se van a comprar una casa, jamás se van a ir de vacaciones, jamás van a tener un auto. Es decir con lo que vos les pagás los pibes piensan igual que vos. Y si se van de acá o cierra esta fábrica no les cambia en nada la vida, porque en cualquier otro lugar que vayan van a estar igual que acá. Piensan igual que vos, yo no le tengo que cambiar la cabeza a la gente».
-¿El empresario se quedó mudo o reaccionó?.
-Me dijo: «¿La verdad? Nunca lo miré de esa manera».
-Tuvo algo de grandeza y sinceridad. ¿Cambió la historia?
-En parte sí. Pero, digo de verdad y para todos los que habitamos este suelo ¿desde hace cuánto no? Yo que vengo de una casa de laburantes, mi viejo fue empleado textil, al SETIA lo conozco de toda la vida, nací en una clínica que tenía contratada la obra social, me crié en el predio que tenemos nosotros. Mi vieja y mi viejo se conocieron dentro de una textil, mi viejo siguió laburando ahí, él solo porque cuando mi vieja cuando me tuvo a mí ella renunció. Bueno, él solo se hizo la casa, una casa, no un rancho, una casita y siendo mecánico en una fábrica textil. Entonces te pregunto: ¿Cuánto hace que un laburante en la Argentina no tiene ese horizonte, esa posibilidad? Y te hablo de la millonada de gente que trabaja en relación de dependencia. ¿Cuántos de esos millones de compañeros con su trabajo pueden construirse su casa, comprar un terreno, ir edificando y haciéndose su hogar, desarrollarse, poder mandar a sus hijos a un colegio?
-Es que hoy tener trabajo registrado ya dejó de ser un derecho para ser casi un lujo…
-Si, pero además digamos que encima ese trabajo registrado no está bien remunerado.
-¿Se anima a formar la delantera ideal con los mejores referentes sindicales argentinos de todos los tiempos?
-Me gustan José Ignacio Rucci, Saúl Ubaldini, Hugo Moyano, y lo meto a Pablito Moyano también.
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