El cotitular de la CGT Héctor Daer rechazó el intento del Gobierno de insistir con una reforma laboral y en cambio reclamó adecuar el mínimo.
La CGT prevé un 2019 áspero con la administración de Mauricio Macri por los eventuales intentos de reflotar la reforma laboral y responderá a ese planteo con un contraataque: “Antes de emprender cualquier cambio en la legislación, a pedido del FMI, el Gobierno debe llamar otra vez al Consejo del Salario para actualizar el monto”, dijo Héctor Daer, cosecretario general de la central obrera. El dirigente rechazó, además, la eventual fijación de nuevos topes en la ronda de paritarias del año que viene.
“Es una vergüenza que el salario mínimo haya quedado en 25% cuando la inflación ya le pasó por encima a ese número. En lugar de amagar con una reforma laboral que no va a pasar en el Congreso, el Gobierno debería llamar de nuevo y reabrir esa instancia para discutir el piso del salario”, completó el dirigente en diálogo con Ámbito Financiero. El Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil se reunió por última vez en agosto y fijó una suba del piso de 25% en cuatro etapas, la última de las cuales se cobrará en junio de 2019.
El reclamo de Daer contestó una serie de amagues del Ejecutivo de reanudar el año que viene en el parlamento un debate que alimentó desde el arranque de la actual gestión, pero que no se plasmó hasta ahora en el recinto por los avisos del peronismo de que no acompañaría la iniciativa una vez que la CGT, quiebres internos mediante, no prestase su consentimiento.
El proyecto, según los borradores que discutió con el Gobierno la central obrera, contemplaba una profunda flexibilización de los mecanismos de contratación y despido y consagraba la facultad empresarial de tercerizar actividades hasta ahora vedadas por la normativa vigente. A cambio, el oficialismo había ofrecido aprobar una salvaguarda para las obras sociales y las prepagas contra los juicios de sus afiliados. El debate parlamentario también incluía un relanzamiento de las pasantías y un amplio blanqueo laboral para empresarios que tuviesen a sus trabajadores bajo condiciones por fuera de la ley.
Respecto del salario mínimo, que desde agosto había salido de la agenda del Gobierno y de la CGT por completo, al menos hasta ahora, tiene un alcance inicial acotado a unos 100 mil trabajadores registrados pero no regidos por convenios colectivos, aunque su importancia es clave en otros aspectos: uno de ellos es que oficia de referencia indirecta para cuentapropistas y empleados no registrados para renegociar -en caso de tener algún margen- sus ingresos. El otro rubro, de mayor interés para el Ejecutivo, es que el piso salarial consagrado en ese ámbito actúa como gatillo sobre el valor de los planes sociales, que de forma automática se ajustan en igual proporción, y sobre los salarios docentes, cuyo mínimo debe estar al menos 20% por encima del monto acordado.
Sobre este último punto, cualquier variación del salario mínimo tendría repercusión directa no sólo sobre sus 100 mil representados directos sino, sobre todo, en los ingresos de 700 mil beneficiarios de planes sociales y 800 mil docentes de todo el país. De acuerdo con lo planteado por Daer, la CGT podría pedir un ajuste extra de entre 15 y 20 puntos para homologar el SMVyM a la evolución de los sueldos que este año se discutieron en paritarias y que, en general, registraron subas que acumularon entre 40% y 47%.
El referente del gremio de Sanidad adelantó, de paso, que la CGT rechazará cualquier pauta para las negociaciones salariales del año que viene. Aunque el ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, avisó que el año próximo no habrá topes, días atrás hubo dos sindicatos, el de encargados de edificios (Suterh) y el de empleados entidades civiles y deportivas (Utedyc), que adelantaron sus acuerdos con subas de 23% “El Gobierno no puede pretender un techo a las paritarias si alimenta la inflación todos los meses con las subas de tarifas”, recalcó el cotitular de la CGT.
La central sindical no tiene por el momento una agenda de actividades hasta fin de año y tampoco para el arranque de 2019, con excepción de algunos encuentros informales entre dirigentes. Más allá del reclamo de Daer, el eje central de la “mesa chica” de la CGT pasará por el alineamiento político de sus miembros frente a la coyuntura electoral.
Sobre este punto una corriente mayoritaria ubica a los gremialistas involucrados en las negociaciones por una única oferta electoral del PJ, una alternativa que de momento encuentra obstáculos severos como Sergio Massa, del Frente Renovador. De hecho, Daer, exsocio de Massa, se incorporó hace poco a la Comisión de Acción Política del peronismo en un pie de igualdad con su histórico rival interno Hugo Moyano, que blanqueó hace tiempo su inclinación a favor de una nueva candidatura de Cristina de Kirchner.
En el trazo grueso, hay mayor sintonía con la exmandataria de los “gordos” de la CGT y de los opositores al Gobierno que formaron el Frente Sindical por el Modelo Nacional, que integran, entre otros, los Camioneros de Moyano, los mecánicos del Smata, los bancarios y la Corriente Federal de Trabajadores, así como la CTA de Hugo Yasky. En tanto que Luis Barrionuevo se mantiene como respaldo de Massa y al mismo tiempo alimenta una eventual candidatura de Roberto Lavagna, mientras que los “independientes” aparecen, como novedad, divididos en este plano: Gerardo Martínez y Andrés Rodríguez se muestran cerca de las opciones alternativas del peronismo, mientras que José Luis Lingeri parece apostar a la estructura partidaria junto a los “gordos”.
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