Con mucha más maña y oficio que retórica, la conducción del Suoem consiguió que los delegados trajeran mandatos de aceptación a la oferta del Ejecutivo incluso en momentos en que las restricciones sanitarias mantenían desiertas la mayoría de las reparticiones. El sindicato pierde otra trinchera, las paritarias.
La propuesta de reajuste salarial realizada el último jueves por las autoridades municipales a la Comisión Salarial del Suoem fue aprobada en tiempo record: el viernes. Y la logística empleada por la conducción gremial para consultar a las bases si aceptaban o no la propuesta debería convertirse en objeto de estudio de las autoridades nacionales encargadas de organizar los próximos comicios, porque no hay registro aparente de semejante hazaña no sólo en pandemia, sino en momentos en los que las restricciones sanitarias fueron particularmente duras, y mantuvieron desiertas la gran mayoría de las reparticiones municipales.
Tanto es así, que algunos delegados gremiales no alineados con la conducción hasta se animan a aventurar -incrédulos- que tal consulta jamás existió.
Suspicaces, como todo opositor, no encuentran explicación para que la discusión salarial tuviera que resolverse tan expeditivamente, justo en la semana en que rigió el DNU 334/21 que limitó al máximo las posibilidades de los municipales de reunirse o articular cualquier clase de protesta, en un año electoral de relativa debilidad para el poder político, y más aún sospechas les genera el apuro cuando se trata de un acuerdo que recién logrará la recomposición salarial prometida -el 27,65 por ciento por el semestre que va de noviembre del año pasado a abril del corriente- en noviembre próximo.
A este punto, cualquiera podría elevar una objeción: a fin de cuentas, todos los gremios logran recomposiciones salariales que corren de atrás a la inflación. Y la afirmación sería casi cierta. Porque el Suoem supo escaparle a esa suerte y, durante la gestión que antecedió a la actual, le corrió al lado -con cláusulas gatillo mensuales, primero, y bimestrales, después- que, además, siempre le ganaban por algunas décimas a los números del Indec.
Y habiendo quedado el gremio por tanto tiempo al margen de la suerte compartida por todos los demás, caer ahora en la situación compartida por el resto no significa otra cosa que abandonar otra de sus trincheras, de las que ya no deben quedar tantas.
Pero volvamos al punto. Los delegados que no comulgan con las prácticas de los jerarcas de la lista Verde dicen estar enojados, aunque no sorprendidos por el curso de los acontecimientos, refieren un panorama de gran desunión entre las bases y responsabilizan de esa situación a la conducción, que lo habría facilitado quitando respaldo a delegados históricos de reparticiones de peso y favoreciendo a advenedizos sin espaldas para porfiarle a Rubén Daniele.
De hecho, y avanzando en sus acusaciones, aseguran que los resultados de la votación para aceptar o declinar la oferta salarial (216 votos a favor, 38 votos en contra, 1 empate) no pudieron ser reales, por el simple hecho de que, sólo para empezar, todas las oficinas del Palacio 6 de Julio estuvieron prácticamente desiertas, al igual que muchas otras. Además, agrega, la conducción empezó a citar a los delegados el mismísimo jueves por la mañana, momentos después de difundida la propuesta, para recibir de ellos una y solo una respuesta: la afirmativa.
Ahora bien, el problema que leen los disidentes es que no hay alternativas. Entre los delegados que no se alinean con la conducción impera una gran desconfianza, y miran con celo hacia sus pares. Pero aún así empiezan a metabolizar una realidad difícil de digerir: ninguno de ellos ve futuro en la lista Verde.
Como un comentario al pasar, uno de ellos refirió a Alfil que a la paritaria del Suoem la estaban negociando dos jubilados, en referencia a Rubén Daniele y Beatriz Biolatto, ambos de los cuales reúnen todos los requisitos para ser pasados a retiro. La situación de Daniele es harto conocida y aún espera resolución definitiva de la Justicia después de que Ramón Mestre decretara su estado jubilatorio. La pregunta que zumba en los oídos de las bases es por qué el Ejecutivo no hace lo propio con Biolatto. ¿Amabilidad?
Por Felipe Osman
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