El titular de la Federación Judicial Argentina (FJA) alerta que la reforma del estado que plantea el próximo gobierno “parece desguace”, y dijo que junto a otras organizaciones estatales van a resistir. “Frente a lo que se viene necesitamos toda la unidad posible”, anticipó.
Por: Diego Lanese.
Las paredes del histórico edificio de la Federación Judicial Argentina (FJA) parecen un mapa que recorre la trayectoria de esta entidad, nacida en la década de los 50 luego de un congreso realizado en la provincia de Catamarca. Las fotos y afiches muestran distintas acciones realizadas por la dirigencia y la militancia del gremio, que tiene presencia en todo el país, y que cultiva un importante espíritu federal. Prueba de esto son los escudos provinciales que adorna la sala de reuniones donde su secretario general Matías Fachal recibe a Data Gremial. Además de expresar el federalismo, las oficinas marcan el trabajo regional, con banderas de los países vecinos y frases de Silvio Rodríguez. Custodiados con un viejo afiche de Osvaldo Pugliese tocando en la embajada de Cuba, bajo la atenta mirada de una bandera del “Che” Guevara, Fachal habló de las expectativas que genera el cambio de gobierno, a nivel general y en la justicia. Explicó porqué el gobierno que finalizó este fin de semana no logró democratizar los tribunales, y pide unidad para enfrentar lo que viene.
-Comencemos por lo más inmediato: ¿Qué esperan de las primeras medidas del nuevo gobierno, que asume con una fuerte promesa de ajuste?
-Desde ya que estamos preocupados, porque en campaña, las promesas que se hicieron y las primeras definiciones luego de triunfar en el balotaje nos afectan, y ya las hemos vivido, porque siempre cuando se habló de reforma del Estado fue en realidad desguace del Estado. Ya vivimos la privatización de YPF, Aerolíneas Argentinas y los trenes, por ejemplo. Además, en estos tiempos donde la forma de relacionarnos cambio, es más necesaria la presencia del Estado. Pensemos que hubiera sido durante la pandemia teniendo un Estado mínimo, como el que plantea el presidente electo, qué hubiera sido de nosotros sin poder acceder a las vacunas, a las unidades de terapia intensiva. Es cierto que Javier Milei ganó por amplio margen, que representa el hastío con la clase política, hay una fuerte crisis de representación, y un fin de ciclo político en nuestro país, que además es global y regional, sino no se entiende que la gente vote contra sí mismo, porque lo eligen cansados del 150 por ciento de inflación, pero gana y dice que el año que viene vamos a tener 300 por ciento de inflación, y sin paritarias.
-Para no hablar de quienes ni siquiera tienen ese derecho
-Un montón de gente que votó a Milei no tiene trabajo formal, son empleos precarizados, flexibilizados, sin derechos. Esto influyó en cierto individualismo, sumado a las nuevas formas de informarse y al componente joven del voto libertario, en especial masculino. Son procesos complejos. Además, en campaña no se les habló a vastos sectores de la sociedad, como las provincias. O a esos jóvenes, que parece que ya no les interesan temas como la última dictadura militar, que sentó las bases de esta situación actual.
-Esa crisis de representación de la que hablas, ¿incluye al sindicalismo? Porque ese 50 por ciento de trabajo informal carece de representación gremial, ¿cómo se piensa recuperar terreno en ese sentido?
-Indudablemente estamos alcanzados por esa crisis de representación, debemos pensar que el trabajo formal alcanza el 40 por ciento de la Población Económicamente Activa (PEA). Si a eso le sumamos que las tasas de afiliación sindical son bajas, 15, 20 por ciento, le estamos hablando a una minoría. Somos parte de esa crisis, no somos responsable de todo lo que pasa, no hay 150 por ciento de inflación por los sindicatos, pero no le estamos llegando a esos sectores. Hay que tener un sentido de autocrítica, analizar lo que pasó. Que tengamos trabajadores formales por debajo de la línea de la pobreza es responsabilidad de los gremios, no sólo del gobierno o las patronales. Si ante las nuevas formas de trabajo no podemos interpelarlos hay una responsabilidad nuestra, el modelo argentino sindical considera trabajador a quien está ocupado, para quienes estamos en las dos CTA tenemos una definición distinta, una concepción amplia que incluye a quienes están en los movimientos sociales o los jubilados. No es una posición mayoritaria esta, y eso lo debemos replantear todos. Que la UTEP quiera ingresar a la CGT es un avance, veremos cómo se resuelve.
-¿El famoso “unicato sindical” termina siendo un obstáculo para ampliar la representación?
-Creo que en esta etapa van a venir por todos los derechos, entonces esa discusión puede quedar como algo filosófico, no es una discusión menor, que no se resolvió en democracia, sino no tendríamos tres centrales obreras, por ejemplo. Que haya trabajadores que no se sientan contenidos en los espacios establecidos también es parte de la crisis de representatividad, y se buscan construir nuevos espacios. Cada vez que haya dirigentes que no se les permita presentarse dentro de los gremios en listas opositoras, o que estén los mismos dirigentes 40 años, claramente va en contra de la representación. Ahora, frente a lo que se viene necesitamos toda la unidad posible. Seguro hay algunos dirigentes o espacios que van a querer buscar el diálogo con el nuevo gobierno, mientras otros que irán viendo que es lo que suceda. Está claro que la legitimación de los votos va a hacer que un sector de la sociedad va a ver mal las protestas, ahora cuando empiecen los despidos no hay otra forma de luchar que yendo a la calle. Esto no quiere decir que nos vamos a oponer a todo lo que plantee el nuevo gobierno, pero debemos defender las fuentes de trabajo.
-Hay temor que la llegada de Bullrich a Seguridad sea la forma de garantizar las medidas de ajuste a través de la represión.
-A los que dicen “déjenlos gobernar antes de tomar medidas”, les decimos que si van a tomar las mismas medidas con los mismos intérpretes mal podemos esperar resultados distintos. Sabemos lo que fue la gestión de Bullrich en su anterior gestión, con la doctrina Chocobar, la represión a jubilados o el caso Maldonado. No esperamos nada distinto, todo lo contrario, prevemos un recrudecimiento de la represión y la persecución política y judicial, como hicieron con la “Gestapo antisindical” en la provincia de Buenos Aires, o como se había a nivel nacional con la AFI. Además, hay una violencia social, Milei dijo cuando ganó “dentro de la ley todo, fuera de la ley nada”, pero Macri más tarde le puso subtítulos a esa definición. Habló de los jóvenes que se organicen contra “los orcos”, que se supone somos los trabajadores, el movimiento de mujeres, los jubilados. Dichos así habilitan a lo que le sucedió a Juan Grabois, las pintadas en los lugares de trabajo, las amenazas. Esos dichos de Macri es un eufemismo para convocar a las Ligas patrióticas, tanto que hablan del centenario, quieren volver a esos grupos de choque que atacaba a sindicalistas y trabajadores.
La justicia que viene
-¿Cómo analizan el nombramiento de Mariano Cuneo Libarona al frente del Ministerio de Justicia?
-Milei dijo que hay que sacar la política del Poder Judicial, y dicho así podríamos estar de acuerdo, pero lo que quiere decir es sacar la representación de toda la sociedad en el sector. Por eso está poniendo alguien que tenga buen diálogo con lo más conservador y recalcitrante del Poder Judicial, que es el más conservador y elitista de los tres poderes. En el país se eligen los diputados, concejales, hasta los presidentes de los clubes de barrio, sin embargo en la justicia sólo están representados los sectores oligárquicos, los sectores de poder del país. Eso busca reforzar Milei con este nombramiento. La futura canciller Diana Mondino dijo que si no salen las leyes van a sacar decreto, bueno, necesitan que esos decretos sean ratificados por la justicia, por lo menos su constitucionalidad, o jueces que avalen los despidos del Estado, por ejemplo.
-El gobierno saliente anunció en 2019 una democratización de la justicia que nunca completó, ¿por qué se falló en este tema, y qué sería democratizar la justicia?
-Desde la Federación Judicial Argentina venimos planteando la democratización de la justicia desde los 90, es uno de los pilares de nuestra organización. Uno de los pilares es el tema del ingreso, cuando se habla de la “familia judicial” quiere decir que los familiares del poder están todos adentro, habla de la endogamia del poder judicial, eso hay que romperlo a través del ingreso democrático, respeto a la carrera, mejorando los procesos de selección y designación de los magistrados, como se hizo en Santa Cruz, en Entre Ríos o Chubut, que desde los 90 vienen trabajando en esta mejora a propuesta de nuestra federación. El ex presidente Néstor Kirchner tomó nuestro modelo para el Consejo de la Magistratura para mejorar los accesos de jueces. Otro de los temas es lograr la instancia de discusión salarial, para conseguir la negociación colectiva en un pie de igualdad con nuestras patronales, como tienen todas las actividades. Sin embargo, eso está negado a los trabajadores judiciales por el carácter casi feudal de nuestras patronales, que es todo lo contrario a un sistema democráticos. Planteamos que la equiparación salarial, la progresividad de los ingresos, son cuestiones de la democratización de la justicia. Los jueces y juezas que deciden sobre muchos aspectos de nuestra vida el resto de la sociedad no tiene ninguna forma de intervenir, eso muestra que no es un poder democrático. Hay países que se eligen por voto directo.
-¿Sería una posibilidad concreta y posible a elección popular de jueces?
-Por lo menos blanquearía los posicionamientos políticos, porque se habla de independencia judicial y el otro día hubo tres fallos a favor de alguien que pese a no poder presentarse a las elecciones y que su partido salió tercero, está copando el gobierno electo. O la influencia que tiene la embajada de Estados Unidos en los jueces, que se puede ver por las fotos de quienes van todos los 4 de julio a festejar su independencia. Por eso es sumamente importante que la sociedad tome como propios los planteos de democratización de la justicia. Necesitamos un poder judicial de cara al pueblo, que se parezca a ese pueblo al que debe defender, sino tenemos un poder judicial al servicio del establishment.
Trabajo en todo el país
-¿Cómo se articulan las distintas realidades que tienen los trabajadores judiciales, teniendo en cuenta las diferencias que hay entre ellas?
-Nuestra federación está integrada por 23 sindicales judiciales de to el país, nos reunimos casi todos los meses, de forma presencial o remota. Cada provincia en esos encuentros informa sobre su situación, los planteos gremios y las realidades que deben enfrentar cada día, y allí se socializan las posibles respuestas a los desafíos. Tenemos un centro de estudios que permite analizar y dar curso a la actividad sindical, se hacen informes y trabajos sobre las cuestiones vinculadas a la justicia. Somos una entidad muy preocupada por la capacitación política y sindical de nuestros dirigentes, ese es un déficit que tenemos los gremios en general. Por eso estamos constantemente lanzando capacitaciones y encuentros. Además, somos muy guardianes de las particularidades de cada provincia, de su idiosincrasia. En nuestra estructura tenemos sindicatos de las tres centrales obreras, y a lo largo de los más de 70 años de historia nunca nos quebramos, nos mantuvimos unidos, una forma de mantener nuestra mirada federal que tenemos en nuestra organización. Además, tenemos mucha actividad regional con organizaciones hermanas de Uruguay y Brasil, que nos permite tener una mirada más amplia en la lucha que debemos dar.
-Da la sensación que en esta instancia que comienza con la asunción de Milei el movimiento obrero camina hacia la unidad, se mostró en el acto de la CGT con la UTEP, con las reuniones que tuvieron con gremios estatales. ¿Hasta qué punto puede llegar esa unidad?
-Esperemos que la unidad no tenga límites. En los 90 la regla fue la fragmentación, cómo la conducción de la CGT y los gremios se paraban frente a lo que se llamó “reforma del Estado” y fue básicamente el ajuste del estado y la sociedad. En el 2015 también nos encontró dispersos, por distintas caracterizaciones de la etapa que se vivía, pero en la calle nos volvimos a unir. Y es más, creo que el movimiento sindical fue en esos días el ordenador de la dispersión política que había, que se ordenara el rol opositor ante el macrismo y ordenar las luchas del pueblo contra las reformas que intentaban imponer. Hoy nos encuentra mejor plantados, hemos aprendidos que debemos estar unidos en la acción, en la pelea y defensa de nuestros derechos, para enfrentar el ajuste, y derrotarlo. Simbólicamente fue muy importante la asunción de autoridades de la UTEP en la CGT, muestra cuál es el camino para el resto de los sindicatos. Nosotros hicimos lo mismo con organizaciones del Estado, para avanzar en ese camino.
-Ese protagonismo que tuvieron los gremios en la lucha contra el macrismo, sienten que no fue debidamente “premiado” por la política, en el sentido que no tuvo el espacio para plantear sus opiniones y ser parte del armado del peronismo.
-Indudablemente es parte del “debe” de la política. Fuimos protagonistas de las luchas contra el macrismo, no sólo evitamos las drásticas medidas que planteaba sino además para la derrota electoral. Pero no logramos derrotarlo políticamente. Sino no podría haber vuelta a cooptar ministerios e imponer sus políticas que el electorado eligió a Milei. No se le dio el lugar que debió tener el movimiento obrero, y no hablo sólo de los lugares en las listas. Nuestras luchas no fueron representadas en todos los espacios políticos, incluso en quienes ganaron en 2019. Nos llamaron cuando se perdieron las PASO, y después se ganaron las generales, mirá si nos hubieran escuchado estos cuatro años. Servimos cuando había que frenar a Macri pero después nos mandaron al ostracismo. Los judiciales por ejemplo venimos planteando la necesidad de la negociación colectiva, salvo algunas excepciones no podemos discutir las condiciones laborales, algo que es un derecho constitucional. Y no lo logramos ni con los gobiernos más afines. Si lo tuviéramos habría más herramientas para frenar el ajuste que se viene.
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