El sindicalista y el libertario se abrazan por necesidad. Uno no quiere perder poder. El otro necesita contactos e interlocutores. Internas cruzadas.
Para entender el entramado que se está tejiendo entre Luis Barrionuevo y Javier Milei hay que partir de una premisa inevitable: salvo el libertario y su hermana -que están convencidos de que él es el elegido de Dios para una misión divina-, nadie en la Libertad Avanza imaginaba el casi 30% con el que se alzaron primeros en las elecciones de agosto.
Incluso muchos de ellos, aunque jamás lo admitirían en público, hubieran preferido no tener los siete millones de votos que tuvieron y que los pusieron en un camino que parecería terminar en una eventual presidencia. O dicho de otra manera: varios dirigentes de primera línea tienen profundos temores acerca de la solidez y estabilidad que podría tener un futuro gobierno del economista.
Sin embargo, en este período donde Milei parece “angelado”, como se decía en algún momento de Carlos Menem en el que lograba hacer parecer positiva hasta a la peor noticia, hay algo que le está saliendo más que bien. Es una idea que hace juego con el intento de construir un perfil más moderado del libertario, trabajo que está a cargo de su estratega Santiago Caputo. Es la tesis de mostrarse dialoguista hasta con sectores y personas que a priori parecerían estar del bando de enfrente. Dar la sensación de que, a contramano de lo que declara el líder con violencia hace años, ellos podrían negociar hasta con la casta más antigua, algo que cualquier gobierno que pretanda terminar su mandato en una Argentina hiperinflacionaria parecería necesitar.
Esta lógica no es otra cosa que un muy astuto juego de transformar una debilidad en una fortaleza. La carencia de representantes e interlocutores que tiene LLA en las cúpulas de los distintos sectores de la sociedad -desde sindicalistas hasta empresarios, fuerzas armadas, medios de comunicación, movimientos sociales, Iglesia y otros credos, por sólo nombrar algunos- es la gran fuente de preocupación de los pocos en ese espacio que están pensando más en lo que podría pasar el 11 de diciembre que en la campaña. Son los que tuvieron alguna experiencia política previa al desembarco del libertario en la política, comandados por Guillermo Francos, que llegó hace poco al equipo pero que ya se maneja como uno de los líderes y que se perfila para ser un eventual ministro del Interior.
Por esto es que exagerar el vínculo con Luis Barrionuevo es, a contramano de lo que podría verse desde una lectura a primera vista, tan necesario. Tienen que evidenciar algo que ya existe desde antes y que esta revista viene relatando: que Milei y la casta son, en verdad, un sólo corazón.
Relaciones carnales. Fue el sindicalista el que le pidió la reunión al libertario. Pero no ahora, sino a fines del 2020.
El gastronómico, hábil en construir relaciones por fuera de su círculo inmediato de influencia, quería conocerlo e intercambiar opiniones sobre el rumbo de la economía. Desde entonces mantienen una relación cordial. Pero ahora, 30% mediante, el hombre que se hizo famoso por su frase “hay que dejar de robar al menos por dos años” las intenciones eran bien distintas.
Hay que entender que es un momento complejo para Barrionuevo. Por un lado sufre las mismas dificultades que el resto de sus pares: la reforma laboral es un fantasma que parece estar al caer, y todos los gremialistas quieren estar cerca del poder de turno para aspirar a tener cierta influencia en la misma. También hay otro tema. El Estado mantiene una deuda millonaria con los sindicatos por la caja de las obras sociales y se necesitan los contactos adecuados para que esos pagos, necesarios como agua en el desierto para las arcas afligidas de los gremios, sigan llegando.
Pero el gastronómico tiene algunas dificultades particulares. Mantiene una pésima relación con el grueso de sus pares, que en estos días volvieron a criticarlo con dureza por su acercamiento con Milei. “Eso a Luis le duele”, aseguran cerca suyo, mientras que él insiste en que afianzó relaciones con el economista porque “mis nietos me lo pidieron”.
Además, su estado de salud y emocional no es el mejor. A la separación del año pasado con su histórica esposa, la diputada Graciela Camaño -al que se sumó la pelea con el hermano de ella, Dante, titular de la sede de Capital de Gastronómicos- se le adicionó también un fuerte episodio físico que lo tuvo contra las cuerdas. Cerca de cumplir 82 años, en el sindicato varios empiezan a disputarse la sucesión. Barrionuevo, viejo lobo de mar, lo sabe. Y como en la selva, necesita mostrarse fuerte y a la cabeza de lo que viene. El affaire con el libertario tiene también que ver con esto.
Por eso es que mandó a Horacio Ferro, su histórico abogado y operador, a tender puentes con Carlos Kikuchi, uno de los armadores de Milei y otro viejo exponente de la casta. Barrionuevo y Milei y tuvieron una reunión y luego un acto en Parque Norte en el que hicieron pública la alianza. “Pero lo de Luis no es muy distinto a lo que estamos haciendo con otros sindicalistas. El tema es que él hace todo público”, dicen en La Libertad Avanza, en referencia al encuentro que ya tuvieron con Gerardo Martínez de la OUCRA, las charlas con Facundo Moyano y otras más.
Tranzas. Barrionuevo hace saber que le prometió fiscales y una ayuda logística a Milei. En privado algunos dicen que exagera aún más, y sugiere que pondrá ¿Será transporte aéreo? En el círculo rojo se comenta que esa fue una de las manos que le dio a “Wado” de Pedro cuando este era el candidato preferido del gastronómico, muy poco tiempo atrás. En el espacio de Milei le bajan el precio al peso del sindicalista: dicen que es más lo que dice y promete en público que lo que efectivamente concreta. Esta idea de minimizarlo hace juego con una realidad: no todos en el espacio libertario ven con buenos ojos el acercamiento, no tanto por pureza moral sino porque desconfían de las intenciones de Barrionuevo y de su séquito. De hecho, no todos los dirigentes quisieron ir al acto.
A tan sólo días de las elecciones presidenciales, varios en el círculo rojo olfatean que el poder está en camino de quedar en manos del libertario. Y los que tienen años en esto están convencidos de que el único pecado en este juego es llegar tarde. Barrionuevo ya puso primera
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