Pretende sumar dirigentes propios en un frente peronista para renovar legisladores
Lejos del protagonismo de otras épocas, Hugo Moyano convocó ayer a su despacho de Caseros 921 a Octavio Argüello, hombre de máxima confianza y armador político del Partido de la Cultura, la Educación y el Trabajo (CET), el sello electoral del jefe de los camioneros. La orden fue contundente: "Reactivá el partido. Vamos a ir solos o en un frente con el peronismo".
Acostumbrado a jugar en varios frentes a la vez, Moyano no dio aún precisiones sobre sus potenciales aliados. "Será con [Sergio] Massa o con [Florencio] Randazzo", confió a la nacion un moyanista que participó de manera activa en todas las negociaciones electorales que el camionero tejió en todo el país. Especulan con que la definición se conocería en una semana.
La intención de Moyano de reactivar el CET, que nació en 2013 y tuvo como aliado fugaz a Francisco de Narváez, es mantener o incrementar la cantidad de legisladores nacionales [tiene tres] y provinciales y concejales. El partido tiene hoy representantes y peso propio en Misiones, Salta y Chubut. En la provincia de Buenos Aires, si bien cuenta con dos legisladores y dos concejales [en Ezeiza y Pilar], dependerá de las alianzas para conservar su cuota de poder. En la Capital Federal, en tanto, la influencia es nula tras no haber superado las primarias.
En el Congreso de la Nación, los diputados de extracción sindical son once, pero no todos integran el mismo espacio. Del CET, en realidad, solamente hay uno: Omar Plaini, cuyo mandato finaliza en diciembre próximo. Los otros dos diputados que Argüello considera propios son del riñón de camioneros, aunque accedieron a la banca a través de alianzas, como el caso de Jorge Taboada (Chubut Somos Todos).
De este ajedrez, por ahora, Facundo Moyano se mantiene al margen. No tiene urgencia en renovar su banca porque vence recién en 2019. Puede oficiar de nexo con el massismo a pesar de que su vínculo con el tigrense no está en el mejor momento.
La reaparición de Moyano se concreta en un momento por lo menos sugestivo. Se da justo cuando su alineamiento con el gobierno de Mauricio Macri se tensa a partir de tres conflictos gremiales puntuales. El primero, y quizás el que más inquieta al ex líder de la CGT, es la restitución de la empresa postal OCA a Patricio Farcuh, que retomó el fin de semana el control de la compañía a través de una medida judicial y con el apoyo de efectivos de la Gendarmería. Moyano aspira a quedarse con OCA, que estuvo intervenida durante un puñado de meses por hombres que responden al camionero.
Los otros dos conflictos son la crisis de SanCor, que podría afectar la empleabilidad de cientos de camioneros, y el otro es la paritaria del sindicato, en la que el moyanismo exige un aumento de entre 30 y 34%, bastante por encima de la pauta salarial de 20% que el Ministerio de Trabajo busca convalidar.
La reactivación del CET es parte de un sueño inconcluso de Moyano. A él le hubiera gustado bautizarlo Partido Laborista, como la fuerza que crearon los sindicatos que apoyaron a Perón en 1946. O refundar el PJ, del cual renunció a sus cargos al romper filas con el kirchnerismo, en 2011. Pero hoy, la intención sería otra: reposicionarse, conservar poder y enviar un mensaje a Macri, con quien aún mantiene la tregua.
Fallo a favor de los informáticos
Un fallo judicial de primera instancia ordenó a IBM a reconocer a la Unión Informática (UI) como uno de los gremios del sector y a permitir la afiliación de sus empleados. La multinacional consideraba que la UI no podía retener del sueldo la cuota sindical por no contar con la personería gremial. El fallo abre una puja en la industria del software.
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