El camionero y el taxista se reencontraron después de varios años de enfrentamientos y la tregua promete impactar en la central obrera.
Hugo Moyano y Omar Viviani, socios desde los 90, compartieron un almuerzo que puso fin a años de enfrentamientos y distancia política y gremial. El acercamiento, además de su contexto electoral de coyuntura, apunta a sacudir el statu quo de la CGT y, eventualmente, modificar el esquema de equilibrios internos que históricamente favorece a los sectores tradicionales y más dialoguistas.
El reencuentro se concretó en la sede del sindicato de taxistas, adonde acudieron el camionero y su hijo mayor, Pablo Moyano. La vocación del exjefe de la CGT por finiquitar viejas rencillas y suturar heridas había quedado de manifiesto semanas atrás con otra visita al rural Ramón Ayala (Uatre), sucesor del fallecido Gerónimo Venegas y líder del diezmado grupo de sindicalistas de Cambiemos.
Los Moyano estuvieron con el canillita Omar Plaíni, uno de los artífices de la tregua y también articulador del sindicalismo opositor dentro del PJ, el docente bonaerense Miguel Díaz (Udocba) y el ceramista Juan José Moreyra. Viviani participó con su adjunto, Jorge García, el legislador porteño Claudio Palmeyro y otros dirigentes del sindicato de taxistas.
La comida representó un alto en la nutrida agenda de actividades de campaña de los gremialistas. Moyano y sus aliados, integrantes principales del Frente Sindical por el Modelo Nacional, se convirtieron en la referencia sectorial de la fórmula de Alberto Fernández y Cristina de Kirchner. El taxista, por su parte, había adelantado un respaldo a la candidatura presidencial de Juan Manuel Urtubey, envuelta ayer mismo en dudas por la virtual implosión de Alternativa Federal.
La elección de Viviani, de hecho, le generó una sangría en el Movimiento de Acción Sindical Argentino (MASA), que lidera, con la partida del ferroviario Sergio Sasia y de Guillermo Moser, de Luz y Fuerza. Ambos gremialistas se abrieron y crearon junto al metalúrgico Antonio Caló el sello Sindicatos en Marcha por la Unidad Nacional (Semun), desde donde prevén actuar dentro del PJ a favor del binomio Fernández.
Moyano y Viviani fueron cercanos desde los 90 con la creación del Movimiento de Trabajadores Argentinos (MTA) y se hicieron inseparables a partir de 2006 con la muerte del colectivero Juan Manuel Palacios (UTA), hasta entonces mano derecha del camionero. Sus caminos empezaron a separarse en 2011 con la ruptura entre Cristina de Kirchner y Moyano. El taxista permaneció en el kirchnerismo e incluso fue una pieza clave en el armado de una CGT afín al Gobierno que terminó por liderar Caló, y hasta creó una central de gremios del transporte paralela a la CATT, la Ugatt.
Lo que viene
La reconciliación será de importancia en la futura discusión por el rearmado de la CGT, que tiene como horizonte formal agosto del año que viene pero que los socios de Moyano esperan adelantar para acoplarlo con el proceso electoral.
Allí la alianza de los “gordos” de los grandes gremios de servicios y los “independientes” espera retener su histórica hegemonía (por mayor cantidad de afiliados) y en los últimos días aumentaron su base de sustentación con el retorno a la mesa de decisiones de Sasia y Moser.
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