Ricardo Tosto, brazo sindicalista de La Fuerza del Imperio del Sur, aseguró que su candidata cuenta con el apoyo de catorce gremios. Desde el frente que milita a De Rivas desinflaron el número. La CGT-RC, atenta al frágil futuro post elecciones.
Por Gabriel Marclé
Lo inédito de la elección municipal para el peronismo con la división en más de un candidato genera también novedades en la organización de fuerzas que ahora deberán repartirse. Uno de los ejemplos más claros se da en el sindicalismo que, desde hace tiempo, viene protagonizando la pelea previa a las urnas en el cruce entre quienes apoyan a Guillermo De Rivas y los que militan a Adriana Nazario. Por primera vez, la Central General del Trabajo (CGT) en Río Cuarto jugará dividida, a tal punto que la dirigencia nacional pidió dejar el sello fuera del choque electoral del 23 de junio. Misión difícil, especialmente cuando el propio triunvirato juega fichas.
En las últimas horas, el cosecretario general de la central local, Ricardo Tosto (Obras Sanitarias), realizó declaraciones propias de la campaña. Es que el dirigente se arrogó el armado de una Mesa Sindical para Adriana Nazario y aseguraba contar con el apoyo de 14 sindicatos en la ciudad, cifra que impactó rápidamente en la opinión del sector que, hasta el momento, se movía cuidadoso en la elección de bandos. El número fue puesto en duda por la militancia del frente oficialista que va con De Rivas, pero también por parte de la dirigencia sindical que hasta el momento no se había expresado a favor de ninguno.
Para empezar, Tosto metía en el comando de campaña nazarista a casi la mitad de las agrupaciones sindicales que forman parte de la CGT. Sin nombrarlas, afirmaba haber partido el apoyo del sector aun cuando la mayoría no se manifestó públicamente. Esto no quita que realmente haya gremios dispuestos a ofrecerle su estructura a La Fuerza del Imperio del Sur, pero no se precisaron nombres que certifiquen esta cuestión. Por esa razón, desde el PJ oficialista que apoya a De Rivas salieron a ponerlo en duda.
“Contamos con el 95% del peronismo a favor de nuestro candidato”, afirmaba un dirigente del Hacemos Unidos por Río Cuarto, aunque aclaraba que “nadie acarrea a la gente a votar por uno u otro”. Asimismo, siguiendo el juego de los números, prometieron “dar muestras” del apoyo sectorial en los próximos días, con los gremios más convocantes movilizándose en campaña.
En consonancia con esta versión, un sindicalista le aseguraba a Alfil que no eran 14, sino 8 las que formaban parte de la mesa nazarista. Otros bajan el número todavía más, a “3 o 4” que se expresaron explícitamente por la ex diputada. Por otro lado, Las 62 Organizaciones Peronistas se reunirán esta semana para exponer públicamente su apoyo a uno de los candidatos: se espera que la agrupación finalmente acompañe a Guillermo De Rivas.
No es casualidad que un nuevo episodio de la puja por el apoyo sindical se de justo en la previa del armado de listas que se oficializarán el próximo 6 de julio. Las fuerzas que competirán por la intendencia se vinculan directamente con el sindicalismo y, a cambio, la estructura pide escaños. De hecho, la CGT-RC ha formado parte de esta dinámica desde siempre, pero de manera efectiva desde el 2016 con una banca en y luego en 2020 con la creación de una Subsecretaría de Trabajo que sirvió de delegación para la central dentro del Ejecutivo.
Cabe decir que el éxito de esas maniobras fue puesto en duda y quizá fue uno de los factores que provocaron una especie de ruptura, manifestada primero en la configuración de un triunvirato -mientras Juan Manuel Llamosas pretendía mando unificado a cargo de uno de los gremios aliados. Sin embargo, queda en claro que la elección de un triple comando en la CGT-RC fue un hecho motivado por la especulación política, principalmente del sector de Tosto y Nazario, quienes aprovecharon el tiempo de dudas y algunas críticas para convencer a gran parte del sector de un cambio de dirección, cuestión que luego usarían a favor de la candidata al momento de la campaña. Llegado ese tiempo, podría decirse que el plan no salió del todo bien y que el aspirado apoyo mayoritario del sindicalismo se redujo considerablemente.
Los tiempos de rosca hicieron que la CGT nacional pidiera dejar el sello de la central fuera de la disputa, aunque la delegación local todavía no ha lanzado el prometido comunicado donde se aclararía esta cuestión. La organización del sector se repartirá y los titulares hablarán de cuál porcentaje de la central fue con tal o cual, mientras el juego total en favor de Nazario o De Rivas obliga a pensar que la central podría no ser la misma después del 2 de julio, cuando asuma un nuevo intendente. Algunos hasta se animan a hablar de una obligada “reconfiguración”. ¿Sobrevivirá el triunvirato a las tensiones electorales?
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