El secretario de Trabajo Julio Cordero intentará reactivar el diálogo con el sindicalismo y piensa en un papel destacado de la OIT. Daer se acerca al socialismo español y se diferencia de Gerardo Martínez, que le hizo guiños a la Casa Rosada. La movilización ante el Senado, causa de divisiones.
Por: Ricardo Carpena.
El secretario de Trabajo, Julio Cordero, llegó este sábado a Ginebra, Suiza, con una propuesta bajo el brazo dirigida a tratar de reactivar la deteriorada relación con el sindicalismo: ofrecerá a la CGT abrir una instancia de diálogo bajo el paraguas de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El ex abogado de Techint sabe que su idea no prenderá muy fácilmente en la cúpula cegetista, dividida en las formas aunque unida en su hostilidad hacia el gobierno de Javier Milei, aunque quiere hablarlo en persona con dirigentes como Héctor Daer (Sanidad), Gerardo Martínez (UOCRA) y Cristian Jerónimo (vidrio), con quienes coincidirá en el transcurso de la conferencia de la OIT.
Hasta ahora, desde la CGT y las dos CTA hubo discursos muy fuertes contra la administración libertaria en el contexto del encuentro internacional. Desde críticas de todo tipo hasta un insólito acto político antimileísta en el que entonaron “La Patria no se vende” en un salón del organismo internacional. Así, una veintena de sindicalistas voló hasta una de las ciudades más caras del mundo (¿en clase turista?) y gastará euros durante 15 días para denunciar “el ajuste” en la Argentina.
El secretario de Trabajo, Julio Cordero, y el director general de la OIT, Gilbert Houngbo
En ese último rubro hay un reproche que la CGT no podrá hacerle a Cordero: para reforzar el mensaje de austeridad del Gobierno, dicen sus allegados, decidió viajar en clase económica, hacerlo acompañado únicamente por el director de Asuntos Internacionales de Trabajo, Gerardo Corres y, además, recortar su estadía: sólo se quedará la última semana de la conferencia de la OIT.
En el entorno del secretario de Trabajo aseguran que cuando le toque hablar ante todos los países miembros de la OIT, el miércoles, responderá con prudencia los ataques sindicales. Para el funcionario, una palabra de más equivaldría a nuevos motivos para que la dirigencia sindical se aleje del Gobierno y él es uno de los libertarios, junto con el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el asesor estrella Santiago Caputo, que tienden puentes hacia la CGT para evitar una ruptura irreversible.
El secretario de Trabajo conoce cada rincón del edificio de la OIT y a sus directivos: fue parte durante muchos años de la delegación de la Unión Industrial Argentina (UIA) ante el organismo. Pese a eso, llamó la atención que cuando aterrizó en Ginebra fuera recibido en un día del fin de semana por el director general de la OIT, Gilbert Houngbo con quien estuvo reunido durante una hora.
Gerardo Martínez alternó fuertes críticas contra el Gobierno y señales conciliadoras en hablar ante la OIT
Se trató de un guiño significativo hacia el representante gubernamental de la Argentina, que tuvo otro componente adicional: en el encuentro, se informó oficialmente, Houngbo “manifestó su interés por los temas de Argentina y ofreció colaboración de la OIT para un diálogo sincero entre empresarios, trabajadores y gobierno”. Es precisamente lo que ofrecerá Cordero a la CGT: conversar y explorar acuerdos en temas concretos con la presencia de expertos del organismo internacional.
Lo que tiene en mente el secretario de Trabajo son 3 instancias de diálogo con sindicalistas y empresarios, piloteadas por la ex subsecretaria Liliana Acosta de Archimbal: lucha contra la violencia y el acoso laboral, inteligencia artificial y modernización de la legislación del trabajo. Cordero cree que integrar a la CGT a esas comisiones permitirá superar el enfrentamiento permanente.
Para el titular de Trabajo fue un alivio que Gerardo Martínez, secretario de Relaciones Internacionales de la CGT, haya hablado este viernes ante la OIT con un tono conciliador hacia el Gobierno. Si bien insistió en sus críticas a Milei, como en sus dos anteriores intervenciones como miembro del Consejo de Administración de la OIT, dio una señal dirigida a abrir canales de negociación. Dos frases de su discurso fueron sugestivas: cuando dijo “seguimos apostando a una agenda de diálogo” y al afirmar que “ninguna fuerza política podrá resolver los problemas estructurales en soledad”.
Héctor Daer, con Pedro Sánchez en el acto de cierre de campaña por las elecciones europeas (Foto EFE)
Dentro del sector dialoguista de la CGT, de todas formas, hay contradicciones evidentes: así como el líder de la UOCRA tuvo un último discurso moderado y lleno de mensajes en clave al Gobierno, Héctor Daer, uno de los cotitulares cegetistas, desorientó hasta a sus pares cuando decidió volar a Madrid para mostrarse al lado del presidente del gobierno español y líder socialista, Pedro Sánchez, en el cierre de campaña de las elecciones europeas. Su presencia no parece casual: Daer es el mejor amigo de Alberto Fernández en el sindicalismo y, como se sabe, el ex presidente argentino se jacta de su vínculo fraternal con Sánchez. Pero fue curioso ver a un exponente del gremialismo tradicional, sector que siempre estuvo enfrentado con la izquierda y adhirió a la derecha peronista, abrazado a un mandatario español que se reconoció orgulloso de ser “zurdo” y “progresista”. El rechazo a Milei provoca milagros como lograr unir a la izquierda y la derecha en un mismo frente.
Más allá de esta incursión de Daer por el mundo socialista, los moderados de la CGT están ante otro dilema: cómo salir de la encerrona en que los dejó Pablo Moyano con la desafiante convocatoria a movilizarse el miércoles 12 cuando el Senado trate la Ley Bases, una iniciativa impulsada por Cristina Kirchner y su hijo Máximo. Como anticipó Infobae, la ex Vicepresidenta pidió a dos de los alfiles sindicales del moyanismo, Mario Manrique (SMATA) y Abel Furlán (UOM), que lo convencieran a Pablo Moyano de agitar la movilización contra el Gobierno desde la CGT, que hasta ese momento había acordado dar libertad de acción a los gremios para decidir si iban a la concentración callejera.
Ante la ausencia de sus rivales dialoguistas, el dirigente de Camioneros usó la sede de la CGT para hacer un acto propio, presentado como un encuentro de regionales cegetistas, en el que se aprobó por aclamación la movilización ante el Congreso para presionar a los senadores. En una rara fotografía, Pablo Moyano se mostró acompañado sólo por sus dirigentes más fieles, más gremialistas K, funcionarios de Axel Kicillof, ex miembros del gobierno de Alberto Fernández, representantes de movimientos sociales y trotskistas como Alejandro Crespo, líder del Sindicato del Neumático. Ni en su momento de apogeo Cristina Kirchner pudo mostrar una coalición política tan variada (y extraña).
Una postal similar construyó Moyano este viernes en una conferencia de prensa realizada en SMATA, aunque en este caso se cuidó más y nunca mencionó a la CGT como promotora de la movilización. La virtual ruptura cegetista quedó al desnudo. Los dialoguistas insisten en que no habrá una convocatoria oficial de la central obrera a salir a la calle, aunque tampoco quieren aparecer boicoteando una movida contra la Ley Bases. De todas formas, analizan estar presentes ante el Senado con una presencia simbólica de sus sindicatos para no parecer alineados con el Gobierno. Igual, participar de la concentración callejera los deja cerca de Cristina Kirchner y si algo no quiere este sector es terminar siendo funcional a la estrategia política de la ex Vicepresidenta, su enemiga política.
Algunos de los moderados de la CGT tendrán la excusa perfecta para no sumarse a la movilización moyano-kirchnerista porque estarán en el exterior (a menos que salgan por las calles de Ginebra a protestar contra la Ley Bases). Otros dirigentes aprovecharon para irse unos días de vacaciones. Cuando bajen de los aviones, si no los atrapa el free shop, podrán enterarse que la última encuesta de la Universidad de San Andrés sobre la imagen de 34 dirigentes políticos y sindicales deja mal parados a dos de los líderes de la CGT: Héctor Daer tiene un 5% de imagen positiva, un 47% no sabe/no contesta y un 48% de negativa, mientras que Pablo Moyano, un 11% de imagen positiva, un 19% no sabe/no contesta y un 70% de imagen negativa, cifra que lo ubica entre los peores del sondeo, sólo superado por Máximo Kirchner (75% de opiniones negativas) y Alberto Fernández (83%).
Quizá sean datos que incidan en el escenario que viene para el Gobierno y la CGT, en donde el diálogo que impulsa Cordero, auspiciado por la OIT, se perfila como una forma de salir del conflicto perpetuo y también, a la luz de la interna cegetista, en un recurso ideal para evitar que se imponga la línea dura, con Pablo Moyano y los kirchneristas a la cabeza, que desembocaría en un paro de 36 horas.
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