Por Mariano Martin
La “mesa chica” se reunió esta semana dos veces sin Moyano y el camionero, por su parte, se ausentó de la reunión en el Congreso para apoyar al Gobierno.
Actos por separado, posturas encontradas ante la firma con el FMI, grupos de chat con ausentes y encuentros de “mesa chica” sin una de las tres patas que componen la jefatura. Así es la actualidad de la CGT, que a exactos cuatro meses de haberse reunificado con el mayor volumen interno desde el retorno de la democracia funciona rota de facto y sin horizonte próximo de acuerdo. La discordia, que viene de antaño pero terminó por aflorar una vez más en los últimos días, amenaza con causarle un nuevo dolor de cabeza a Alberto Fernández que atisbaba en la central obrera un aliado sin fisuras para encarar la gestión pospandemia y posacuerdo por la deuda.
El primer cuatrimestre de la nueva conducción, que se cumple hoy, encuentra a la CGT sin haber reunido todavía a su Consejo Directivo, el máximo órgano ejecutivo y con sólo una vaga promesa de que esa instancia debutará con su nueva integración recién entre la semana que viene y la siguiente. La inacción formal contrasta con la agenda cargada que planteó la coyuntura desde entonces: escenario tras las elecciones; deudas con las obras sociales y negociaciones congeladas con el Ejecutivo; negociación con el Fondo, acuerdo y tratamiento parlamentario del programa, guerra en Ucrania fueron sólo algunos de los episodios que no ameritaron un debate entre el centenar de dirigentes que componen la nueva cúpula, con participación paritaria de mujeres.
Mesa chica
La imagen que mejor explica la fractura de hecho es que esta semana se reunió en dos ocasiones –y en distintas versiones- la “mesa chica” de la CGT sin hacer partícipes a Pablo Moyano y a sus aliados, y en sedes sindicales por fuera del edificio de la central, en Azopardo 802.
Es decir que mientras la organización logró una reunificación inédita en noviembre pasado, sus principales referentes debieron verse las caras en sendos encuentros que se desarrollaron el martes y miércoles en el sindicato de estatales UPCN y en el de los albañiles, Uocra, respectivamente.
Hasta ahora ni los “gordos” de los grandes gremios de servicios, en alianza con los “independientes” de buen vínculo con todos los gobiernos y otros sectores de menor peso, ni el espacio que orienta Hugo Moyano hicieron mención a una ruptura formal. Pero de ninguna de las dos orillas se manifestaron muy preocupados por un eventual cisma en el mediano plazo. Y, en los hechos, el tándem de Héctor Daer y Carlos Acuña funciona por un lado y el espacio de los camioneros junto al mecánico Mario Manrique (Smata), por otro.
En Azopardo Moyano se asentó en una de las oficinas del tercer piso destinadas a la secretaría general y lo propio hizo Manrique en la de Gremiales. Su único vínculo es con el metalúrgico Antonio Caló, responsable de Interior en la CGT y con quien empezaron a coordinar viajes a las provincias para normalizar las nuevas conducciones en espejo de la acordada en noviembre a nivel nacional. Para el camionero se trata de retomar una dinámica de viajes y vinculaciones que cultivó durante su anterior paso por la central, y que incluso lo llevó a choques severos con Francisco “Barba” Gutiérrez, el metalúrgico que entonces estaba a cargo de Interior.
Señales
Hay otras señales del prematuro agotamiento de la actual encarnación de la CGT. El grupo de WhatsApp del Consejo Directivo sumó decenas de miembros desde el Congreso de renovación de autoridades de noviembre pasado pero su funcionamiento quedó limitado al intercambio de avisos parroquiales, efemérides, fechas fundacionales de gremios y obituarios de dirigentes de todo el país. A tal punto que Moyano, Manrique y otros del mismo sector optaron por no formar parte. Esta semana la fractura se hizo expuesta cuando Daer y Acuña acudieron al Congreso, a pedido de Alberto Fernández, para defender el acuerdo con el FMI.
Moyano, cuya concurrencia estaba prevista, se ausentó sin aviso. En su entorno alegaron que el Gobierno nunca anotició a su sector del contenido del acuerdo con el organismo y que, por lo tanto, no consideró viable prestar su aval públicamente a un entendimiento que desconocía.
Con el correr de los días, y una vez que el texto del acuerdo fue público, el espacio que rodea al camionero reivindicó aquel faltazo, en particular cuando se conoció que el Ejecutivo se había comprometido a analizar una reforma previsional y a ajustar las tarifas de servicios públicos por encima del 20% anunciado originalmente para este año.
Encuentros
Los encuentros de esta semana de la “mesa chica” versaron, centralmente, sobre la falta de diálogo interno. Y, lejos de instrumentar un puente con el sector de Moyano la conclusión fue reforzar la institucionalidad de la CGT.
En palabras sencillas, implica que ese espacio, minoritario respecto de los “gordos”, los “independientes” y sus aliados, deberá allanarse a la agenda acordada por la mayoría o resignarse a continuar al margen de las discusiones.
La primera charla fue el lunes en UPCN con Daer, Acuña, Andrés Rodríguez, Armando Cavalieri (Comercio), José Luis Lingeri (Obras Sanitarias), Luis Barrionuevo (gastronómicos), Antonio Caló, Sergio Romero (docentes, UDA), Rubén Pronotti (Uocra), Carlos Frigerio (cerveceros) y Jorge Sola (empleados de aseguradoras).
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