El conflicto en el puerto rosarino se endurece. Las grandes patronales dicen que complica el comercio exterior y piden que sea la actividad sea declarada “esencial”. Hay que rechazar cualquier ataque al justo reclamo obrero. Del otro lado, crece la solidaridad.
Los estibadores del Puerto de Rosario siguen en lucha. Desde hace meses se vienen organizando por reclamos salariales. La concesionaria de la Terminal Portuaria Rosario (TPR) rechaza la revisión paritaria, quiere flexibilizar condiciones de trabajo y lanzó 25 despidos.
A la huelga y los piquetes se suman otras acciones. Un grupo de trabajadores decidió, este jueves, encadenarse a los portones de entrada, ante la falta de respuestas de las empresas, el Gobierno y el sindicato.
El Puerto de Rosario es uno de los más importantes del país, donde se operan miles de contenedores por día. TPR es administrada por una concesionaria conformada por el grupo chileno Ultramar y el grupo Vicentin.
Las grandes patronales han puesto el grito en el cielo ante el justo reclamo obrero. Al punto que la Unión Industrial Argentina, donde se agrupan “los dueños del país”, han salido a atacar la huelga.
En un comunicado que difundieron este jueves, aseguran que “al día de la fecha se mantiene inmovilizada la carga de más de 1.000 contenedores”, algo que “perturba seriamente la operatoria de comercio exterior”. Según la UIA, “empresas argentinas -particularmente cerealeras, alimenticias, automotrices y exportadoras de electrodomésticos- tienen compromisos de ventas y plazos acordados con clientes del exterior a los que no pueden responder, generando paradas de producción, riesgos de pérdidas de mercados de exportación e incluso sanciones por el incumplimiento de los compromisos asumidos”. Esa parálisis, según los empresarios, además de impedir el abastecimiento local estaría afectando el ingreso de divisas.
De esa manera confirman el rol que tienen los trabajadores portuarios en el funcionamiento del comercio exterior y la logística que permite el funcionamiento de distintos sectores de la economía. Sin embargo, las empresas no quieren reabrir las paritarias e incumplen la conciliación obligatoria.
Lo más grave es que, para seguir con sus negocios millonarios, lejos de acceder al pedido obrero, la UIA pide “liberar cuanto antes la carga inmovilizada”. Para eso, le solicita al Ministerio de Trabajo que “proceda a ’declarar la esencialidad’ de dicha actividad para no continuar afectando las cadenas de valor y restablecer el abastecimiento de bienes a lo largo del país”.
El reclamo de “esencialidad” de las grandes patronales no tiene ningún interés en la alimentación o la salud de la población, como argumentan. Solo quieren el auxilio del Estado y todos sus instrumentos para quebrar la huelga.
El ministro de Economía, Sergio Massa, dijo que el conflicto "se va a destrabar". Pero no aclaró cómo. Recordemos que Massa fue uno de los que intentó quebrar la huelga del neumático en un acuerdo con las empresas del sector y las automotrices. Hay que rechazar que el Estado haga de bombero de Vicentin y las multinacionales.
Pero del otro lado se encuentran con la firmeza de un activismo que viene luchando hace meses, haciendo asambleas y marchando al SUPA a exigirle que lleve adelante sus reclamos. Y ante la unidad patronal, también se empieza a forjar una solidaridad de distintos gremios y organizaciones que apoyan a los estibadores. En una conferencia de prensa impulsada por los trabajadores frente a los despidos, sindicatos de la región mostraron su apoyo. Se hicieron presentes AMSAFE Rosario, ATE, Siprus y la CTA.
Hay que redoblar ese apoyo y exigirle al Ministerio de Trabajo que haga cumplir con la reincorporación de todos los despedidos y al SUPA que tome las medidas necesarias, a nivel regional y nacional, para defender a los estibadores.
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