Un sector disidente de la UTA paraliza servicios por una interna gremial. La empresa negocia a espaldas de la conducción sindical. Reacción tardía del Gobierno.
Por Antonio Rossi
El reciente paro de 12 horas que afectó a 80 líneas urbanas de colectivos del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y de otras ciudades del interior volvió a poner sobre el tapete el atípico matrimonio por conveniencia entre la agrupación interna de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), la moyanista “Lista Azul-Juan Manuel Palacios” que llevó adelante la huelga y el grupo empresarial DOTA, el mayor transportista de la región y dueño de las líneas afectadas por la medida de fuerza.
El conflicto expuso también las reacciones tardías tanto del Ministerio de Trabajo, a cargo de Raquel Olmos, como de la cartera de Transporte que comanda el massista rosarino Diego Giuliano. Ni una ni otra oficina gubernamental tuvieron los reflejos previos para impedir una interrupción del servicio de colectivos urbanos que se veía venir desde hace varios días.
Los Moyano recalientan la interna de la UTA
Enrolado en el sector que comandan los dirigentes camioneros Hugo y Pablo Moyano y encabezado por los dirigentes Miguel Bustinduy y Osvaldo Agrafogo, el grupo disidente de la UTA que conforman la Lista Azul mantiene, desde mediados de la década pasada, un marcado enfrentamiento con la conducción del gremio que lidera el histórico Roberto Fernández.
El momento más candente de esa disputa gremial interna se registró a fines de diciembre de 2019, cuando a pocos días de la asunción de Alberto Fernández, un grupo de personas y choferes alineado a la corriente opositora atacó y saqueó la sede central de la UTA, ubicada en el barrio porteño de Balvanera. La tensión interna nunca se calmó y volvió a tomar fuerza tras las últimas elecciones internas del gremio, que dieron como ganador a la lista oficialista piloteada por Fernández.
Las reglas electorales del sindicato establecen que la lista triunfadora a nivel nacional pasa a controlar todas las seccionales; mientras que los delegados disidentes sostienen que, en los lugares donde sacaron más votos, la conducción debe quedar en sus manos. Con ese argumento como bandera, desde los últimos meses del año pasado, ese sector viene desplegando una serie de reclamos y medidas de protesta para que la cartera laboral los reconozca formalmente como quienes representan a las personas trabajadoras de las filiales de Santa Fe, Mar del Plata, Córdoba, Jujuy y Santiago del Estero.
DOTA prefiere a los disidentes
En todos los casos donde dejaron de prestar servicios para presionar a la cartera laboral, los integrantes de la lista opositora contaron con el apoyo tácito del grupo DOTA, al no establecer un diagrama mínimo de colectivos con personal jerárquico, ni tampoco proceder a sancionar y a descontar los días a los choferes que adhirieron a la medida de fuerza.
Luego de varios días de acampe frente a la cartera laboral, la agrupación de Bustinduy decidió paralizar los servicios durante las primeras 12 horas del viernes y advirtió sobre un nuevo paro de 24 horas para la próxima semana si el Gobierno no habilita su desembarco en el gremio y no atiende los reclamos de mejoras salariales.
Tras destacar que no puede modificar las normas del funcionamiento interno del gremio para aceptar el planteo opositor, Olmos le tiró la pelota al área de Giuliano. La funcionaria advirtió que el paro contó con la complicidad del grupo DOTA y que la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) debería evaluar si corresponde aplicarle, como medida extrema, el quite de las concesiones.
Aunque no lo admitan públicamente, los dueños de DOTA se sienten más cómodos tratando las cuestiones laborales con el grupo opositor y no con la conducción oficial de la UTA. Cada vez que necesitan mostrarle los dientes a los funcionarios para sacar alguna medida o aumentar los subsidios, el grupo empresario cuenta con la ayuda de las huestes de Bustinduy para paralizar los servicios.
Manejado por los hermanos José y Ángel Faijá, DOTA tiene como socios en distintas trazas a los empresarios del transporte de pasajeros Luis Rodríguez y José Santoli. Tras la tragedia ferroviaria de Once que derivó en la caída de Trenes de Buenos Aires (TBA) y del consorcio de colectivos Cometrans que lideraba el clan Cirigliano, DOTA se convirtió en el principal operador del negocio de los ómnibus del AMBA. Actualmente conforma el conglomerado de empresas más grande de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, transporta la mayor cantidad de pasajeros y embolsa mensualmente alrededor de $ 10.000 millones de subsidios tarifarios.
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