Pablo Moyano se encuentra en una situación crítica tras sus recientes movimientos en el ámbito sindical, donde la posibilidad de un paro nacional y su amenaza de abandonar la CGT han generado más complicaciones que certezas.
Uno de los principales desafíos que enfrenta es asegurar la efectividad del paro de transporte. Si bien anunció la medida con veinte días de antelación, lo que podría interpretarse como una estrategia para garantizar su éxito, también podría ser visto como un riesgo. Fuentes del sector advierten que el entusiasmo por la medida podría desvanecerse con el tiempo.
La posible falta de apoyo de la UTA, liderada por Roberto Fernández, es un factor preocupante. La creciente influencia del sindicato de metrodelegados en la reciente Mesa Nacional del Transporte ha causado malestar, tanto en el sector como dentro de la CGT, y se le atribuye a Moyano. Sin la adhesión de la UTA, el impacto del paro podría ser considerablemente menor.
Otro dilema para Moyano es la anunciada renuncia de Mario "Paco" Manrique de la secretaría gremial de la CGT y su propio amague de abandonar el consejo directivo. Si decide renunciar, se especula que sería una salida personal, lo que permitiría a Camioneros mantener su representación en la CGT, posiblemente con Hugo Moyano ocupando su lugar. Este escenario podría debilitar aún más la posición de Pablo, quien ya enfrenta cuestionamientos sobre su liderazgo.
Además, la reciente imagen de Facundo Moyano, hijo de Pablo, con el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, ha generado preocupación. Las tensiones entre los hermanos se han intensificado en el contexto de la lucha por el control del PJ, sobre todo tras las visitas de Facundo a Cristina Fernández y a otros líderes peronistas.
La situación se presenta complicada para Pablo Moyano, quien deberá tomar decisiones estratégicas que definirán su futuro y el de su sindicato en un panorama cada vez más polarizado.
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