Panorama sindical. Peronismo

Panorama sindical. Peronismo

Tiempo de crisis y desorientación. ¿Cómo volver a ser el hecho maldito?

Por: Lucas Molinari.

“Yo nunca pude comprender por qué los trabajadores no se organizaban antes, porque eran descreídos y escépticos. Sin embargo, bastó que las autoridades revolucionarias con el coronel Perón a la cabeza empezaran a realizar su obra de justicia social, aumentando los salarios, velando por el estricto cumplimiento de las leyes que protegen al trabajo, para que los obreros despertaran de su letargo y acudieran en masa a los sindicatos, desde los cuales llamábamos nosotros desde hace muchos años”.

El testimonio es de Ramón Tejada, dirigente ferroviario, sobre el surgimiento del peronismo, y está citado en el libro de Rafael Cullen “Clase obrera, lucha armada, peronismos”, que revela el rol protagónico de los cuerpos de delegados en la insurrección del 17 de octubre.

La revolución justicialista se caracterizó por nacionalizar resortes estratégicos de la economía nacional, como el comercio exterior, y por la reparación histórica a la clase obrera que había estado olvidada y maltratada en la Argentina exportadora.

Ese modelo se topó con diferentes límites. Uno de ellos, el empresariado.

En 1953 se crea la CGE, la Confederación General Empresaria sobre todo impulsada por Perón para que exista una representación ordenada de los patrones, para la construcción de un nuevo “pacto social”.

Explica Rafael Cullen: “Pese a su estrecha relación con el gobierno los reclamos de la nueva institución empresaria no diferían demasiado de los que hacían desde 1945 consecuentes opositores como la Bolsa de Comercio y la UIA. De la misma manera, la CGE reclamaba la urgente derogación de los precios máximos, exigía un aumento de las importaciones de materias primas, petróleo, maquinarias y bienes de inversión, el otorgamiento más liberal del crédito, una reducción impositiva y sobre todo se quejaba de las excesivas cargas sociales y en especial del sistema jubilatorio. Coincidía también con los sectores más poderosos del capital en reclamar que las intervenciones estatales en la economía debían ser reducidas y nunca declaró su oposición al avance del capital extranjero sobre la economía”.

Quien recorra la industrialización de nuestro país verá que no hubo una “burguesía nacional” que llevó adelante el proceso, fue el Estado Empresario el que encabezó aquella década ganada y que sería frenada por el inicio del terrorismo de Estado, aquel 16 de junio de 1955.

Fue tal la importancia de la Argentina peronista en la región que los Piratas brindaron por el triunfo de la Fusiladora: En septiembre de 1955, Winston Churchill expresó ante la Cámara de los Lores:

“La caída del tirano Perón en Argentina es la mejor reparación del orgullo británico y tiene tanta importancia como la victoria de la Segunda Guerra Mundial y las fuerzas del Imperio Inglés no le darán tregua cuartel ni descanso en vida tampoco después de muerto”.

El nieto de Churchill en 1982, en el contexto de la guerra de Malvinas y ante una fenomenal movilización popular en nuestro país, dijo con el odio que los caracteriza: “A los argentinos hay que revolcarlos en la humillación para que nunca jamás piensen en pretender territorio británico”.

Seguramente los piratas se habrán regocijado al ver a Boris Johnson esta semana salir al balcón de la Casa Rosada, que en 1806 era el fuerte de Buenos Aires de donde tuvo que salir rajando William Carr Beresford luego de ocuparlo por 46 días.

 

En aquella “Reconquista de Buenos Aires” fue una muchedumbre enfervorizada la que echó a los ingleses, no había margen para negociar.

Como en 1945 el grito de guerra “Queremos a Perón” resonó por más de 12 horas hasta que pasadas las once de la noche, el Coronel salió a ese mismo balcón para cambiar la historia e iniciar una revolución.

Tras 79 años de ese Big Bang de nuestra joven nación, de esas patas en la fuente que resignificaron la Plaza de Mayo como ágora de las mayorías…

¿Qué queda del peronismo?

La discusión sobre la presidencia del Partido Justicialista lleva mucho escrito y atrapó la atención de la dirigencia.

¿Se discute la conducción del Movimiento con los cargos en el Partido?

La conducción que para algunos es Cristina, para otros dejó de serlo. En uno y otro caso, no hay un debate de ideas. Más bien de posicionamientos de cara al proceso electoral del año próximo.

En esta, como en disputas anteriores, se dirime la lapicera que va a inscribir candidaturas.

Vale preguntarse si lograr más diputados/as o senadores/as va a generar una “nueva relación de fuerzas”. El peronismo hace pocos años tuvo el Ejecutivo y mayoría en el Congreso. Sin embargo, en los debates estratégicos como la deuda externa, la dirigencia quedó encerrada en el Palacio desconociendo a las organizaciones libres del pueblo.

También, el derrape en el liderazgo de Cristina está relacionado con la defraudación que significó el gobierno del Frente de Todos que explica, en parte, la victoria de Milei.

En la campaña de 2019 se prometió investigar el préstamo del FMI a Macri y luego se hizo todo para convalidarlo. El argumento ya se había escuchado mucho durante las presidencias de CFK: “No dan las relaciones de fuerza”.

Luego, hubo maniobras de oponerse al Acuerdo que encabezó Máximo Kirchner, que jamás propuso un camino alternativo. Se limitó a los movimientos palaciegos donde sabe moverse con comodidad.

En octubre del 2020, el delegado metalúrgico Agustín “Piraña” Colovos reflexionaba en esa coyuntura: “Tenemos el gobierno pero no el poder aún; este poder popular, que necesitamos para avanzar con medidas de fondo, que toquen realmente intereses corporativos se construye con política activa y con un sujeto social que las lleve adelante. Y mirando internacionalmente, EEUU está en decadencia y asoma un mundo multipolar con Rusia y China a la cabeza donde podríamos apoyarnos sin caer en relaciones dependientes, obviamente. Tengamos en cuenta también que somos la mayoría del pueblo trabajador y humilde, que tenemos organizaciones libres del pueblo poderosas, y la oportunidad histórica de la pospandemia, así como el primer Peronismo del 45 tuvo la pos-guerra y el Kirchnerismo el 2001. Pero para lograr una salida como plantea el gobierno de un país para todos, se necesita audacia y coraje y romper con el límite de lo que los sectores de la anti patria nos marcan como lo único posible: administrar un poco más humanamente la dependencia. Y ya casi ni eso”.

(Para esa época el conjunto de la dirigencia profesional del peronismo aplaudió el acuerdo con los acreedores privados, como pedía el FMI).

Lejos de orientar los armados para discutir las listas, la propuesta de Colovos habla del “poder popular”.

Están las organizaciones sindicales, sociales, culturales, deportivas… Existe un fuerte entramado que hoy resiste el embate de las políticas antinacionales de Milei, y que en general ven con lejanía las internas de la dirigencia.

Quizá se trate de asumir la decadencia de la democracia representativa no sólo en Argentina, sino en todo Occidente. A la vez, animarse a pensar colectivamente si la “democracia popular” que esbozó Juan Perón, puede empezar a diseñarse más allá de los cargos y de la institucionalidad que, evidentemente, está en crisis.

Un dirigente sindical que acompaña la candidatura de CFK le dice a Gráfica: “Axel tiene que tener cuidado de no quedar pegado con esto” y comparte una declaración del gobernador riojano Quintela: “Tenemos que volver a traer a Schiaretti, Randazzo, Camaño y Pichetto”.

La Mesa Chica de la CGT y las dos CTA se mostraron respaldando a Axel Kicillof en el acto del 17 de octubre.

La CGT ya se había pronunciado a favor de que conduzca el PJ un gobernador y el 15 de octubre sacó un comunicado planteando: “Es preciso iniciar un proceso de genuina renovación, asumiendo que solo con nombres propios no alcanza”.

La falta de síntesis quedó explicitada cuando publicaron las fuertes críticas de CFK a Kicillof en una reunión con dirigentes sindicales en SMATA, el viernes por la mañana:

“Los Poncio Pilatos en el peronismo no van más. Ni los Poncio Pilatos ni los Judas”

“¿Alguien se imagina a un ministro de Néstor Kirchner juntando avales para Chiche Duhalde en 2005 o un ministro mío juntando avales para (Francisco) De Narváez en 2009? ¿Qué estás haciendo hermano? Hacete cargo”

Kicillof le respondió más a La Cámpora que a Cristina en la carta que publicó ayer sábado por la tarde:

“Quintela no es mi candidato, es un gobernador y un dirigente que viene enfrentando, con un coraje que no abunda, las políticas de Milei desde una provincia alejada de los medios y las redes porteñas. Es un error pensar que se trata de un dirigente al que yo “subo o bajo”, pero sobre todo es un gran error atacarlo. La lógica del sometido o traidor es una lógica que entró en crisis y que viene causando malos resultados. Pareciera que no se registra del todo lo que está pasando en el país y en nuestra fuerza política: hay enojos, diferencias y desacuerdos”.

La pregunta es si se hará la interna finalmente el 17 de noviembre entre “Primero la Patria” (CFK) y “Federales” (Quintela), con qué padrones y con cuántas urnas que deberá proveer el Estado Nacional. Veremos.

La crisis del peronismo no parece estar en si hay interna o no en el justicialismo. Sino, en qué se propone para esta Argentina subsumida en el peor experimento vendepatria.

Las internas surgen del Palacio, transcurren en las redes sociales, y planifican en muchos casos, lo que les queda de poder institucional para construir en pos de tal o cual sector.

Esto se ve claramente en la política comunicacional de la Provincia de Buenos Aires, por poner un ejemplo. Un calco de lo que hizo el kichnerismo con la pauta pública publicitaria. De allí que medios cooperativos venimos planteando que esos fondos deben “democratizarse” y “federalizarse”. Una normativa que al menos limite la discrecionalidad. El secretario general de Sipreba, Agustín Lecchi, opinó al respecto en Gráfica.

Mientras tanto, el gobierno de las corporaciones avanza a pasos agigantados en consolidar una Argentina colonial. Esta semana se dio el Coloquio de IDEA en Mar del Plata. Este año no hizo falta que vayan de diferentes espacios políticos como en 2023, cuando se escucharon a los candidatos siempre serviles a los intereses patronales.

Quien repase la palabra del catamarqueño Raúl Jalil en este Foro, podrá ver representada esa dirigencia acostumbrada a negociar con las multinacionales y a adaptarse a ser una semicolonia: “Incentivamos mucho la actividad privada, pero también con un plan estratégico de qué es lo que quiere el privado”… Así arranca…

No muy diferente de lo que dijo Wado De Pedro en otro foro empresario, semanas atrás: “En 2015 no teníamos vínculo con el sector productivo. Y teníamos un ministro de Economía que no hablaba con los empresarios”. Lo dijo para criticar a Kicillof, quien estaba en Economía, pero dejando el mensaje que en ese entonces eran jóvenes, mientras que ahora son adultos (y muchos de ellos empresarios).

(Lo que no parece cuestionarse este dirigente es la falta de discusión del “modelo de desarrollo” que tuvo el kirchnerismo con el movimiento sindical).

Lo central de IDEA estuvo en las presencias oficiales que se muestran cada vez más confiados y bravucones, como si el pueblo no fuese a hacer tronar el escarmiento…

El ministro de Desregulación Federico Sturzenegger anunció que se viene la “deep motosierra”, y dijo: “Mi coloquio ideal es cuando sea irrelevante que los funcionarios vengan acá”, y desafió a los ejecutivos: “No nos pidan más bajar impuestos, porque si nos piden y el gasto se mantiene igual, a alguien se lo tienen que cobrar. Pídannos que bajemos el gasto. Por favor destierren y táchenlo, apóyennos en ese ejercicio de baja de gasto”.

“Si lo puede hacer el sector privado, no tiene por qué hacerlo el sector público”, planteó como dogma para el futuro, como los que lograron instalar Martínez Hoz y Cavallo.

Finalmente, se vanaglorió: “¿Cuántos países en el mundo bajaron 30% el gasto como Argentina? Hay 24 casos. De esos, 22 se dieron después del fin de una guerra. Los otros dos casos son Honduras y Argentina. Un amigo me dijo que los datos de Honduras están mal, así que Argentina es el único país en la historia”.

“El peronismo será revolucionario o no será nada”, dijo Evita.

Se trata de discutir un reseteo nacional y popular. Construir un programa que sea tan radicalizado como el que propone el actual gobierno, para salir de esta “democracia de la derrota” y esta economía de “miseria planificada”.

¿Es imposible volver a construir barcos y recuperar soberanía sobre nuestros ríos y nuestro mar?

¿Hay que esperar inversiones extranjeras para crear trabajo o debemos empezar por discutir cómo volvemos a controlar el comercio exterior?

¿Cómo hacer un shock distributivo tras tanto saqueo al bolsillo del pueblo trabajador? ¿O seguiremos soportando las prédicas desarrollistas que reeditan nuevas teorías del derrame?

Hay muchos interrogantes que surgen de la lectura de nuestra historia, pero sobre todo deben nacer de todo aquel compatriota que le hierva la sangre al ver tanta pobreza, tanta injusticia, tanta destrucción que jamás debemos naturalizar.

En el Palacio se discuten internas y se diseñan salidas institucionales de este experimento de la motosierra. Por lo que se asoma y podemos ver, nada se muestra como disruptivo, sino que dialogado con las corporaciones que nos saquean y empobrecen.

El peronismo está llamado nuevamente a ser ese hecho maldito y a romper el orden colonial impuesto.

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