El jefe sindical aceitero castiga al Gobierno por “extorsionador” y a los K por bancar a dirigentes gremiales “obsecuentes” de todos los oficialismos. Moyano, “el más convocante”. El paro, "tibio".
Daniel Yofra es uno de los pocos dirigentes sindicales vinculados a la izquierda que dirige un gremio de importancia. Desde la conducción de la Federación de Aceiteros, un gremio chico, pero con un poder importante por estar vinculado al nucleo exportador nacional, plantea que durante el kirchnerismo los sindicatos no recibieron ni supieron obtener herramientas para defenderse de un gobierno como el actual, que define como “uno de los más insensibles de la historia argentina”.
Yofra, que acompañó a Hugo Moyano en la movilización del #21F, dice que “de ahí va a salir algo que marque el camino” y destaca que, “más allá de cualquier juzgamiento, el lider camionero es el más convocante del país”. Sin embargo, advierte que “la posiblidad de un paro nacional está tibia y que no hay consenso ni siquiera entre los convocantes de la movilización de fines de febrero”.
Desde la sede porteña del gremio, donde dialogó con Letra P, advirtió que “el Gobierno no sabe de derrotas” y consideró que los grandes gremios de la CGT, a la que compara con “un barco pirata”, que “hoy firman por el 15 por ciento son los mismos que aplaudían a Cristina”.
BIO. Tiene 50 años. Se inició en los años 90 como trabajador aceitero en la planta de la empresa Dreyfusen General Lagos, Santa Fe, donde comenzó su carrera gremial como delegado en 1996. Desde 2012 es secretario general del gremio de aceiteros y algodoneros (FTCIOD Y ARA). De idelogía cercana a la izquierda, viene de una familia “muy peronista” vinculada a la UOM y a los históricos levantamientos en Villa Constitución. Su padre, metalúrgico, estuvo preso de 1975 a 1979. Enfrentado por momentos con el kirchnerismo, en el ballotage de 2015 llamó a sus afiliados a “no votar a Macri”.
-Esta semana, la UTA anunció un cierre de paritarias del 15 por ciento, pero es algo más. Algo parecido pasó con UPCN Capital y otros gremios. ¿Cómo ven ese techo que por ahora mantiene a raja tabla el Gobierno, mientras las estimaciones de inflación andan por el 20?
-El paradigma que cambió este gobierno es que en años anteriores lo que la mayoría de los sindicatos hacía era ir por la inflación pasada. Pero no hay que olvidarse que aquellos que cierran hoy con el techo que impone el Gobierno son los mismos que cerraron históricamente. No hay uno que digas uy, este gremio cerró el techo y siempre fue combativo. Eso no pasa. Nunca fueron combativos los que están cerrando al 15%. Y también es mentira que, si te llevás bien con esta gente, te dan cosas: te pueden dar una foto o llevar a un viaje a Europa a pasear, pero nada más. Es al revés: te saca. Lo único que hacen, tal vez, es que no te persigan. No que te persigan a nivel personal, sino en la organización, buscando meter proveedores, como les pasa a varios gremios que tienen buena relación con el Gobierno. El ejemplo del ministro (de Trabajo, Jorge) Triaca y los empleados que metió en el SOMU es uno de varios.
-¿Este tipo de presiones son nuevas? ¿Qué hay de nuevo en la praxis sindical del macrismo?
-La diferencia es el intervencionismo hacia los sindicatos. El otro nos presionaba, pero también entendía que los aumentos salariales no eran inflacionarios y se lo demostrábamos con el precio del aceite. Nosotros nunca peleamos por la inflación, nosotros peleamos por el precio del valor de la fuerza de trabajo. Es necesaria una cierta cantidad de dinero para poder vivir dignamente, como dicen la ley de contrato de trabajo y la Constitución.
-¿Cuánto es eso actualmente?
-En enero, esa cifra está en 30.650 pesos para un peón con familia tipo. Eso es lo que debería ganar cualquier trabajador de este país. Después, está (la discusión sobre) si lo pueden pagar las empresas o no. Nosotros hemos demostrado que tanto las empresas grandes multinacionales como las chicas con tres o cuatro operadores lo pueden pagar. ¿Qué implica pagarlo? Que los empresarios ganen menos. Ésa es la lucha. No es que un patrón no te lo puede pagar, sino que no quiere ganar menos.
“Si discutís salario, en vez de explicarte por qué no te corresponde, te dicen te hago mierda y te saco tal cosa y esa tal cosa siempre es la salud de los trabajadores. Estos tipos extorsionan a los dirigentes. Nosotros no nos merecemos la extorsión y menos con la salud de los trabajadores.”
-¿Cómo quedó la posición de Triaca con los gremios a la hora de negociar?
-Yo creo que, por lo menos con nosotros, no tiene altura moral para hablar. Por ahí con otros sindicatos sí, porque está a la altura moral si tenés trabajadores en negro. Por eso el Momo (por Gerónimo Venegas, el fallecido líder del sindicato de peones de campo) era el emblema de este gobierno, justamente porque sostenía trabajadores en negro.
-Usted dice que el Gobierno extorsiona a los sindicatos. ¿Cómo lo hace?
-Una cosa es negociar con argumentos arriba de una mesa y con habilidad y otra, extorsionando. Tal vez las dos tienen el mismo objetivo, pero una es más traumática que la otra. Si discutís salario, en vez de explicarte por qué no te corresponde, te dicen te hago mierda y te saco tal cosa y esa tal cosa siempre es la salud de los trabajadores. Estos tipos extorsionan a los dirigentes. Nosotros no nos merecemos la extorsión y menos con la salud de los trabajadores.
-El caso de su gremio y otros que negociaban paritarias por encima de la inflación, como el de La Bancaria, soportan mucha presión. ¿Hasta donde pueden aguantar?
-Nosotros somos muy duros de todo, no solamente hablando. Somos consecuentes con lo que decimos y ellos lo saben. Lo de La Bancaria es insólito. Creo que ni la patronal está de acuerdo con hacer una oferta tan baja como la que hicieron. Eso es preocupante para nosotros, porque es visible que la puja va a estar con bancarios y nosotros porque históricamente aprovechamos el buen momento político que teníamos los sindicalistas y negociábamos como correspondía.
-¿Cree que el Gobierno va a actuar en modo ejemplificador con ustedes y La Bancaria?
-Dicho por ellos, el hecho de que nosotros el año pasado sacáramos el 31,6% y lo divulgáramos fue como una traición. Nosotros no vamos a dejar de divulgar un acuerdo porque ellos no quieran. Me parece que hoy, después de casi 14 años de negociación ininterrumpida, como sindicalismo no hemos podido consolidar el concepto de salario entre los trabajadores. Algunos piden la canasta, como si tuvieran sólo derecho a comer. Otros, la inflación, porque es lo que el sistema lleva a pensar que deben pelear. Nosotros siempre lo decimos: las necesidades de los trabajadores fijan los salarios, no el mercado ni la posibilidad que tenga una empresa de pagarlos.
-Ustedes marcharon el 21F junto a Hugo Moyano. ¿Se sienten cómodos junto a un dirigente acusado de corrupciòn?
-Una cosa es el discurso y otra, cómo están los trabajadores. Ésa es la diferencia con Moyano: los trabajadores de Moyano están muy bien, recuperaron el poder adquisitivo de diez años para acá. Pero lo importante es que, si analizás a los sindicalistas que convocan a una marcha, siempre algo les encontrás. A mí lo que me interesa es que se convoque a la marcha, que se haga y que vengan trabajadores que no están representados por sus dirigentes. Hay ciertos juzgamientos, pero eso lo tienen que hacer sus propios trabajadores.
-¿Cuál es su opinión personal?
-Juzgarlo a Moyano por sus antecedentes sería romper la posibilidad o la esperanza que tienen los trabajadores de hacer un movimiento obrero totalmente diferente. Siempre de esas movilizaciones surge alguien nuevo, surge algo que a los trabajadores los motiva o un discurso que les puede abrir la cabeza. Lo que sí pienso es cuál es la continuidad. Sería importante que, para que los trabajadores no tuviesen que esperar un año más para hacer una movilización, que esto continuara, que el sindicalismo tuviera vida. Me parece que desde la movilización hasta ahora no ha cambiado absolutamente nada en las causas que la originaron. Por eso, creo en la necesidad de que ese grupo de dirigentes se mantenga activo.
-¿Cree que están dadas las condiciones para un paro nacional?
-Los trabajadores se movilizan de acuerdo a quién convoca. Siempre lo dije: Moyano es el tipo más convocante en el país. Puede juntar 200 mil personas con y sin aparato. El otro día, en la movilización, había organizaciones que estaban sueltas, incluso con sus banderas.
"¿Qué le dejaste como kirchnerismo a la clase trabajadora? La posibilidad de negociar un cierto tiempo con cierta libertad, pero, también, los mismos dirigentes que vos sabías que, como eran obsecuentes con vos, lo iban a ser con un neoliberal como este tipo y no hiciste nada."
-¿Puede Moyano convocar ese paro?
-Hay que pensar distinto. Un paro no es efectivo si lo hace el transporte o no. Ésa era una visión de los 70. Lo importante acá es si paran las empresas que le dan liquidez al Gobierno. Nosotros en la zona de Santa Fe tenemos un cordón industrial de las empresas de oleaginosas que transportan aceites y otros productos, el 80% de la molienda pasa allá. Imaginate el daño que se le hace si logramos parar la zona del Gran Rosario.
-¿Con eso y Moyano alcanza para un paro entonces?
-Hay dos claves dentro de una movida de la clase obrera. Una es la movilización en la calle, que generalmente, cuando hay un paro, no hay movilización. Nosotros tenemos poco poder de movilización, porque, si no paran las plantas, está toda la gente laburando. No tenemos 500 mil trabajadores en el país de los cuales puedo poner diez mil en una avenida. Eso es lo contradictorio. La movilización es un aspecto visible donde el efecto es el contagio. Si no va nadie, vos decís: ¿A qué voy a ir? Creo que la capacidad de movilización hoy está intacta en algunos gremios importantes, como los camioneros. Y con un líder como Moyano, que con todo lo que puedas decirle, es un tipo convocante. La otra es el paro activo de los lugares donde le entra la plata al Gobierno, que eso nadie lo ve, pero lo sienten.
-Pero en los discursos de la movilización no hubo mucho consenso sobre un eventual llamado al paro nacional.
-Lo veo tibio. Si el paro se hace emocionalmente y no racionalmente es una cosa. Quizá ellos lo hacen racionalmente y por eso se demora. Ante la posibilidad de un fracaso, no convocan. En esa conformación no están seguros de que ni siquiera los propios que están ahí manejen el paro. Si acá hubiese 20 organizaciones fuertes que hicieran paro porque tienen problemas, ya sea salariales, de persecución sindical, por los despidos o solidaridad hacia el resto de la clase, yo agarraría esa bronca, la organizaría y haría un paro general, pero eso hoy no está.
-¿Cree que tras la marcha quedó una sensación de entusiasmo en los sectores opositores?
-Sí. No me queda otra alternativa. Si lo encaro yo al movimiento, no me acompaña ni mi hijo. Me parece que hay que fogonear a estos tipos invitándolos a los plenarios y a los conflictos permanentemente. Si me quedara siempre acá, por más que tenga crisis dentro de los aceiteros, no me daría cuenta. Pero hay otra cosa que hay que tener en cuenta. Hoy estamos evidentemente en una posición defensiva, donde no hay una reaccion de los trabajadores. Estamos resistiendo sin contraatacar y eso tiene mucho que ver con lo que pasó en los últimos diez años.
-¿A qué se refiere con eso?
-Venimos de años donde en el kirchnerismo en muy pocos casos se peleó el salario real, como hicimos nosotros, que estuvimos 25 días de paro en 2015. La política del kirchnerismo era darles y no que los sindicatos pelearan por un salario acorde a las necesidades de sus trabajadores.
¿Falta una gimnasia de lucha? ¿Los dirigentes se “achancharon”?
-Hay sindicatos que no van a pelear nunca mientras no haya democracia sindical, porque no dejan llegar ni siquiera a delegado de base y cuando quieren salir de delegado lo despiden. Es el caso de los mozos y los trabajadores de bares. Con el recambio permanente, no los dejan agruparse. En ese sentido, hubo muchos gremios que han perdido la oportunidad en los 12 años de kirchnerismo de negociar salarios más altos. Siempre han querido quedar bien con los gobiernos de turno y el kirchnerismo no fue la excepción. Los que cierran rápido el 15 son los que aplaudían a Cristina hace unos años.
-¿Les faltan armas para defenderse o es un problema interno?
-Las dos cosas. Me parece que el kirchnerismo tuvo la posibilidad de darles herramientas a los trabajadores y no se las dio. Eso hoy permitió el avance de este gobierno neoliberal. Este gobierno no es que avanza y nos lleva por delante porque nosotros seamos flojos, sino porque no tenemos ningún arma para defendernos de este capitalismo voraz.
“Este gobierno es uno de los más insensibles de la historia argentina. Pero no tiene costo porque está ganando la batalla cultural en la sociedad y principalmente en los trabajadores.”
-¿Cuáles son esas herramientas?
-La democracia sindical, elecciones directas de los dirigentes nacionales. Ciertas formas que le hubieran permitido a la base tener fuerzas y enfrentar a esos dirigentes que firman cualquier cosa. ¿Qué le dejaste como kirchnerismo a la clase trabajadora? La posibilidad de negociar un cierto tiempo con cierta libertad, pero, también, los mismos dirigentes que vos sabías que, como eran obsecuentes con vos, lo iban a ser con un neoliberal como este tipo y no hiciste nada. Encima, cuando los trabajadores enfrentan a los burócratas terminan muertos. Por eso la clase trabajadora no quiere seguir avanzando.
-¿Cómo ve a la CGT en ese contexto?
-Hoy parece un barco pirata. Cuando se hablaba del triunvirato yo no estaba de acuerdo. No estaba de acuerdo de juntarme con los burócratas de siempre. Cuando estaba con Moyano, si bien no era una CGT combativa como la que uno pretende, tampoco era una CGT con dirigentes enquistados como los que están ahora, que son lo peor del sindicalismo de los últimos 40 años. Como está tan mal hecho el sistema o está tan desactualizado u obsoleto, el sindicato de empleados de comercio tiene más fuerza que nosotros, que manejamos una parte de la economía del país solamente por tener muchos afiliados. En un año, esta CGT metió un paro y los desocupados siguen existiendo y crecieron, al igual que los despidos, los tarifazos, el impuesto a las ganancias. Esta CGT hoy tiene motivos de sobra para hacer un plan de lucha e hizo un paro en dos años de gobierno, porque dentro de la mesa de discusión están (Armando) Cavalieri, (Antonio) Caló, (Andrés) Rodríguez, (Carlos) Acuña, los Daer, el de la UOCRA. Me preguntaron una vez por qué la CGT actúa así: imaginate una mesa así. Piensan más en el costo político que pueden tener sus organizaciones o ellos personalmente que en las necesidades de la clase trabajadora.
-El Gobierno parece haber dado marcha atrás con la reforma laboral y vuelve a buscar negociar por sector. ¿Fue una victoria?
-El Gobierno no vuelve atrás en absolutamente nada, ni siquiera cuando dice nos equivocamos, volvemos atrás. No entiende de derrotas y nosotros tampoco se las hacemos saber como un movimiento obrero. Hasta ahora, no lo hemos derrotado. Una vuelta atrás de una ley o cajonearla no significa derrotarlo. Está está avanzando firmemente. No sé si el plan A o el plan B es con los gremios o individualmente. De hecho, a nosotros también nos llamaron para negociar un acuerdo como el de Vaca Muerta y los sacamos corriendo.
-¿Cómo caracteriza al Gobierno?
-Es uno de los más insensibles de la historia argentina. Pero no tiene costo porque está ganando la batalla cultural en la sociedad y principalmente en los trabajadores, por eso han ganado. Nos influyó con la corrupción K, nos engaña día a día. Está preparado para engañar, trabaja para eso. Tiene un cinismo que le permite avanzar en todos los frentes. Está muy bien asesorado en ese cinismo y en cómo hacerle creer al otro que es honesto. Triaca hablando del empleo en negro después de lo del SOMU es un claro ejemplo. A ellos no les explota la bomba y, si les explota, están inmunes. Saben mentir, saben discutir y el debate es diferente al de los kirchneristas. Los kirchneristas discutían con argumentos y cuando tenías más argumentos los matabas. Este gobierno, como no tiene argumentos, sale a mentir, sale a hacerte ver que sos un tarado o un chorro. La estigmatización está a la orden del día, tiene ese lenguaje muy afilado. Cuando Macri va y habla, es el único que la tira afuera dentro de ese grupo, pero es como la fabula del rey desnudo. Él se cree que es un vivo y es un boludo bárbaro, pero es el Presidente, andá a discutirle.
-¿Se sienten un objetivo de la política económica del Gobierno?
La política contra los trabajadores es para darles más poder a las empresas, para llevarse más plata, nada más. Y para que los trabajadores no puedan pensar en otra cosa que no sea subsistir. Ése es el objetivo. Pero ojo: la cuestión macro no les anda tampoco y lo de la deuda va a terminar volando por los aires. Y lo vamos a pagar, como siempre, los trabajadores.
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