Desde hace un tiempo, el sindicalismo nucleado por la CGT cordobesa dialoga entre sectores para generar un sello propio y pensar en candidatos para el 2025. Aviso para Hacemos: si no hay lugar en la alianza, irán por fuera. También asoma Kicillof y habría ofrecimientos para armar su estructura cordobesa desde los gremios.
Por Gabriel Marclé.
Entre los cimbronazos que generó el comienzo del Gobierno libertario del presidente Javier Milei, uno de los más grandes sucedió en el ámbito del sindicalismo. Internas fuertes, divisiones, crisis de representación, consecuencias de un cambio de era en el que los dirigentes del sector apuntan a agruparse y reconvertirse, con ambiciones políticas que parecen ir a contramano de sus bajas mediciones en la opinión pública. Una parte de este proceso se puede observar con claridad en el último tiempo, con movimientos que juntaron a diferentes alas sindicalistas para plantear un objetivo claro: tener representación propia en las elecciones de medio término del 2025. “Si no es dentro de una alianza, será con un sello propio”, le anticiparon a Alfil. ¿Le marcan la cancha al gobernador Martín Llaryora?
Los pasos clave de esta búsqueda vienen suscitándose desde la Confederación General del Trabajo (CGT) provincial, una representación cruzada por algunos infructuosos intentos de normalización y quiebres. Pese a esto, la llamada CGT Regional Córdoba que dirige el triunvirato de Rubén Urbano (UOM), Edgar Luján (Camioneros) y Ricardo López (ATSA), parece liderar este frente que se ha juntado con otras regionales (Bell Ville y Río Cuarto) para enriquecer la construcción del partido sindical. Ya se están juntando avales para confirmar un sello, confirmó Alfil, aunque todavía no dieron a conocer qué nombre tendrá.
Este movimiento se viene gestando desde comienzos de octubre, pero tuvo su primera convocatoria en el Plenario que la Regional Córdoba realizó en la ciudad de Bell Ville. Allí empezó a configurarse el plan de juego, cuyo objetivo más cercano está en la campaña del 2025. Esto siguió días atrás con el segundo plenario, esta vez en Río Cuarto y con una convocatoria que incluyó a dirigentes políticos del tablero nacional. Uno de ellos fue el ministro de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires, Walter Correa, también presente en la ciudad de Córdoba para una charla con trabajadores.
Aunque hay posturas extremas y otras intermedias, el discurso general del sindicalismo cordobés que va detrás de un sello propio coincide en generar un espacio competitivo, como si tuvieran lo necesario para complicarle el poroteo al Partido Cordobés en la gestión de candidaturas, algo que les garantizaría obtener un lugar en la lista de Hacemos (la única opción potable del PJ cordobés). Sin embargo, desde la dirigencia cordobesista podrían salir a responder con las encuestas. “Que midan y después hablamos”, le dijo a Alfil un caudillo del interior.
Con la posibilidad de que antes de terminar el año se confirme un partido sindical, se espera que el Partido Cordobés se meta en la rosca. Está claro que Hacemos no querrá perder su representación entre los trabajadores y que, tarde o temprano, aparecerán opciones de acuerdo que frenen el crecimiento del sello sindical por fuera de la alianza oficialista. Aunque se hable de la fuerte caída de los sindicatos en la opinión pública de la era Milei y la cortísima lista de nombres “potables” del sector para ir por una banca, el golpe simbólico de perder a la CGT sería grande -por más que las chances de que algo así ocurra son bajísimas.
En ese sentido, la imagen de alfiles de Kicillof sobrevolando la provincia representa una amenaza territorial que, por más insignificante que parezca, ponen a prueba al gobernador un test por partida doble. Por un lado, con “los K con caja” -como llaman algunos a los de Kicillof- haciendo pie en Córdoba, el voto obrero y peronista parece más disputado. Por el otro, estas señales del gobernador de Buenos Aires podrían sugerir un acercamiento a Llaryora, algo negativo la estrategia política del Partido Cordobés. Queda la sensación de que el clima actual es de puja y no de cercanía, por más que algunos hombres de Hacemos puedan parecer abiertos al diálogo.
Mientras esto ocurre, los movimientos del sindicalismo giran en torno al mercado de pases que se generará antes de la campaña del año próximo. En la parte de la CGT que se prende a la misión de generar un sello propio, la definición se hará entre quienes piden ir a la guerra total contra la Nación -una postura más cercana a los intereses de Kicillof- y los que esperan a que baje la desaprobación del presidente -un pragmatismo más cordobesista.
Por ahora, el cambio de paradigma del sindicalismo presenta incluso una postura “anti-casta” para agradar a los trabajadores que les cargan el estigma de mafias y ñoquis. “Queremos un partido sin políticos adentro, con la estructura de todos los gremios. No queremos acuerdistas ni traidores”, le comentaba a este diario un referente sindical de la provincia sobre esta acción de la Regional Córdoba de CGT, una acción sindical que -afirman- se trabajará de manera conjunta, integrando a CTA, ATE y UPCN. Además, se estarían sumando otras regionales como la de Villa María, Río Tercero y de otras localidades del sur. Según cuentan desde adentro del movimiento, esto se terminará de confirmar en diciembre, cuando las regionales de la CGT se reúna en un nuevo plenario, esta vez en Capital.
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