Acuña se cruzó con los "gordos" en la previa del acto del sábado; Moyano se declara fortalecido por su caravana y evalúa una cruzada por Azopardo.
Por: Mariano Martín.
La conmemoración del Día de la Lealtad peronista pegó en la línea de flotación de la CGT y reavivó sus disputas internas al punto de dejarla a las puertas de una nueva diáspora. La jefatura de Héctor Daer, referente de los sectores más poderosos de la central y dirigente de la máxima confianza de Alberto Fernández, pasó a ser el eje de los cuestionamientos por parte de dos espacios clave: el de Hugo Moyano, que desde afuera de la organización complota para hacerse del liderazgo, y también el de Luis Barrionuevo, que en lo formal comparte la conducción a través de sus delegados pero desde el sábado analiza impulsar una fractura.
Los movimientos internos eran preexistentes pero levaron con las desinteligencias en la organización del acto virtual en la CGT con la presencia del jefe de Estado y terminaron de quedar expuestos con la caída de la aplicación que prometía mostrar a millones de manifestantes digitales y el contraste con la caravana que organizó sin mayores incidentes el Frente Sindical de Moyano (Fresimona). Para la semana que viene se prevé un reencuentro de la “mesa chica” ampliada que encabeza la organización, en donde se analizará el resultado de las conmemoraciones y los próximos pasos.
Más allá de reeditar la histórica disputa entre los “gordos” de los grandes gremios de servicios y el camionero, la mayor novedad del 17-O se produjo con la crisis entre la cúpula de la central y el sector de Barrionuevo, que tiene como representante en el Consejo Directivo a Carlos Acuña, cosecretario general junto a Daer. Y el pico de tensión se produjo incluso antes del acto: fue durante un encuentro de la “mesa chica” en el que el sindicalista de los estacioneros les recriminó a sus colegas por haber supuestamente delegado en La Cámpora la organización de los festejos.
“Sos un chupamedias y le entregaste la CGT al Gobierno”, le espetó Acuña a Andrés Rodríguez (estatales, UCPN) durante una reunión a principios de la semana pasada, horas antes del debate en el Consejo del Salario, en el gremio de Sanidad. El dardo también se dirigió a Daer, con quien el estacionero mantiene una relación tensa desde casi el arranque de la gestión compartida, en 2016, y a quien en 2018 llegó a tildar de “carnero”, la peor ofensa en el rubro sindical. “A vos lo único que te falta es juntarte con Moyano y (el bancario Sergio) Palazzo”, le respondió el estatal, lo que precipitó el final de la reunión.
A sus aliados Acuña les contó que su reacción tuvo como disparador encuentros previos en los que sus pares de la CGT descartaron la propuesta de Barrionuevo de conmemorar el 17 de octubre en la sede de la Asociación Obrera Textil (AOT), el gremio que lidera una de las tres versiones de las tupamarizadas 62 organizaciones Peronistas, bajo las reglas y el folclore del justicialismo más tradicional. En ese sector también recordaron cuando Acuña fue marginado del acto encabezado por Alberto Fernández por el 9 de Julio en la quinta de Olivos.
La percepción de que La Cámpora y el kirchnerismo, enemigos declarados de Barrionuevo, habían tomado el control de la organización del acto virtual le causó a Acuña un disgusto extra: el dirigente sospecha de la sombra de esa expresión partidaria en la toma de terrenos en Guernica, la localidad perteneciente al partido de Presidente Perón del que su esposa, Blanca Cantero, es la intendenta. De ahí que la caída de la web “75octubres” fuera celebrada como un triunfo deportivo en las filas del gastronómico y sus aliados.
Otro que festejó el ataque informático que frustró la conexión de millones de manifestantes fue Moyano. Tanto como la nueva crisis entre el barrionuevismo y los “gordos”. El camionero, protagonista de la reunificación de la CGT en agosto de 2016 con la creación de un nuevo triunvirato y mentor de la nominación del portuario Juan Carlos Schmid como su representante, fue el que primero rompió con los otros sectores en marzo de 2018 cuando ordenó la salida de su hijo mayor, Pablo Moyano, de su cargo en el Consejo Directivo. Le siguieron una decena de dirigentes de ese estamento, alineados con Moyano, en los meses posteriores.
Ambas consecuencias del acto virtual reavivaron en el grupo que lidera el camionero la expectativa de recuperar el control de la CGT. Si bien el mandato que culminó en agosto pasado permanece prorrogado al menos hasta mediados de 2021 por el congelamiento de los plazos administrativos que motivó la pandemia, los sectores que se oponen a la actual jefatura de la central obrera operan sin descanso para motorizar un recambio en cuanto las condiciones sanitarias lo permitan. Ayer Hugo Moyano reavivó ese debate por radio: “la próxima conducción (de la CGT) tiene que entender la realidad que estamos viviendo”, dijo a El Destape. Y evitó criticar el acto que finalmente hizo el 16 de octubre el sector de Barrionuevo con Eduardo Duhalde como invitado estrella.
Los aliados de Moyano se declararon fortalecidos tras su propia conmemoración el sábado a través de una caravana que hizo gala de su habitual manejo de los camiones y también de sus más novedosas incorporaciones al Fresimona: los taxistas de Jorge García, reemplazante del jubilado Omar Viviani, y los colectiveros del disidente de la UTA Miguel Bustinduy.
La espiralización de los conflictos internos amenaza incluso con acercar una vez más al camionero con Barrionuevo, protagonistas recurrentes de un culebrón en la CGT que a lo largo de los años los muestra aliados tantas veces como rivales. Cerca del gastronómico coquetean, de hecho, con una eventual nueva oleada de renuncias al Consejo Directivo que, dicen, dejaría acéfala la jefatura de la central. Por ahora, amagues y dibujos tácticos.
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