El jefe sindical, que buscará la reelección en el Senado, apadrinó a Richard Dewey, un directivo de segunda línea del sindicato que por ahora estaba fuera del radar de las empresas. La postulación de Pereyra descolocó a Marcelo Rucci, hombre fuerte del gremio y quien mayores recursos posee para erigirse como heredero.
Guillermo Pereyra, el sindicalista petrolero con más poder del país, buscará la reelección en el Senado en representación del Movimiento Popular Neuquino (MPN), el partido que gobierna la provincia patagónica desde 1963. No será un trámite: el MPN participará de los comicios con una boleta corta, sin un candidato a presidente que traccione al resto de la lista. Al mismo tiempo, en diálogo con con Econolournal, Pereyra señaló que “está preparando a la nueva dirigencia del gremio” con vistas a encarar un proceso de sucesión en el mayor gremio petrolero de la Argentina.
Guillermo Pereyra, secretario general del Sindicato de Petroleros. Foto: Gentileza EconoJournal
Pereyra maneja el Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Río Negro, Neuquén y La Pampa desde hace más de 30 años. No es la primera vez que se pronuncia a favor de iniciar un proceso de recambio en la conducción. Es más, en tiempos de campaña electoral, un mensaje de renovación sindicato es funcional a los ojos de la ciudadanía.
La postulación de Pereyra deja entrever el declive de Ricardo Astrada, secretario adjunto del gremio y quien fuera durante décadas su sombra en la conducción de la organización. De hecho, hace tiempo que Astrada perdió la batalla interna con Marcelo Rucci, formalmente secretario Administrativo del gremio e intendente de Rincón de los Sauces.
Para los ejecutivos de la industria petrolera, Rucci es, sin duda, quien posee más recursos asumir el liderazgo del sindicato petrolero en una nueva era post-Pereyra. La candidatura de Dewey pretende erosionar esa lógica de continuidad, interpretó un ejecutivo de una operadora.
El poder de fuego de Rucci se cristalizó en los últimos dos años, incluso solapando el del jefe sindical. Basta con mencionar el conflicto que se desató en abril de 2017 cuando Pereyra lo acusó de no calmar las aguas ante 127 despedidos de la empresa de servicios OPS que decidieron bloquear el acceso a varios yacimientos de YPF provocando grandes pérdidas a la petrolera estatal, justo cuando el presidente Mauricio Macri y Guillermo Pereyra viajaban a Houston con el objetivo de atraer inversiones para Vaca Muerta. Sin embargo, a su regreso al país, Pereyra no tuvo más remedio que legitimar la protesta de los trabajadores despedidos, quedando en una posición de debilidad frente a la medida de fuerza fomentada, o al menos no controlada, por Rucci.
El intendente de Rincón aumentó su capacidad de influencia en el territorio, mucho más allá del distrito del norte neuquino. Sin embargo, a pesar de su despliegue territorial, aseguró a Econolournal que “lo principal es mantener una buena relación con todos los compañeros” y respecto a la posibilidad de tomar el lugar de Pereyra subrayó que “mientras Guillermo esté bien de salud y siga en la conducción, los petroleros ni siquiera pensamos en la sucesión. En la Comisión Directiva somos muchos los que nos estamos preparando hace tiempo sin embargo, es muy difícil imaginar el gremio sin Pereyra, no sólo para nosotros sino también para los más de 25 mil afiliados”.
Al interior del Sindicato de petroleros hay candidatos para todos los gustos: jóvenes, fuertes, misteriosos, poderosos, dialoguistas y rebeldes. Pero la cuestión de la sucesión de Pereyra no es nueva. El sindicalista más importante de la Patagonia anunció en 2015 que era hora de dejar la conducción “para disfrutar de la familia y los nietos”. Aun así, en 2019 la pregunta por quién ocupará el codiciado cargo de Secretario General sigue siendo una incógnita.
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